¿Porqué las mujeres somos tan envidiosas?
El mito de que la mujer es envidiosa de sus iguales, no deja de ser una característica fomentada desde hace años y que muchas veces poco tiene que ver con la realidad.
Por supuesto existirán casos así de manera patológica, lo que no implica que sea una característica generalizada en toda mujer.
De hecho depende mucho del ambiente en el que se produce para que aumente y se mantenga.
Competitividad
En ambientes poco competitivos se dará mucho menos que en ambientes en los que se fomente la individualidad y los logros personales.
En ambientes laborales conflictivos o en familias muy competidoras es fácil que aparezcan estos factores de envidia sobre todo en personas muy cercanas entre si.
Esto es debido a que la envidia se basa en dos componentes:
- Uno es el deseo por tener algo que el otro tiene
- Y el segundo es la comparación que realizamos con la otra persona, al no tener algo que ella tiene, nos comparamos para mal y salimos perdiendo, esto nos provoca frustración y rabia hacia la persona en cuestión, la que no entiende nada de lo que pasa.
Siempre es un sentimiento negativo
La envidia siempre es un sentimiento negativo, aunque a veces pensemos que nos ayudará a superarnos a nosotros mismos, realmente es un sentimiento insano que se proyecta en los demás y que nos incapacita para conseguir nuestras propias metas.
Verdaderamente alguien que sufre de envidia sufrirá por los logros de los demás y se alegrará por sus fracasos, sin embargo, se mantendrá pasivo ante sus necesidades y no dedicará esfuerzo para superarse a sí mismo, se fijará en los demás para quejarse de su mala suerte pero no actuará en consecuencia.
La envidia se fomenta desde la infancia
Realmente la envidia se fomenta desde la infancia, el niño que se siente mal en su entorno intentará por todos los medios conseguir lo que desea, si no existe un adulto que le canalice la ansiedad ante sus deseos no cumplidos y le explique que no todo se puede tener en la vida y que algunas situaciones resultan frustrantes.
El niño generará una personalidad bastante ansiosa y envidiosa puesto que nadie le enseño a valorar sus virtudes y a centrarse en sus objetivos y no en los de los demás.
Deseo de ser valoradas
En ambientes competitivos en los que se valoran los logros más que a la persona, es fácil que se den situaciones de envidia, además cuando son mujeres las implicadas, el problema se incrementa debido probablemente al deseo de ser valoradas y aceptadas socialmente.
Hay que tener en cuenta que la mujer ha tenido que luchar durante muchos años para conseguir determinados privilegios que para los varones venían dados de antemano.
Esta lucha nos ha hecho más competitivas y lo extrapolamos a toda la población. Somos competidoras con nosotras mismas y con los varones. Cuando aparece competición entre dos mujeres que quieren ganar, es cuando se da una batalla campal. De ahí la mala fama que tenemos.
Hay que ser humilde y no sentir rencor
El componente principal de un envidioso es su deseo de destacar y su comparación con otras personas. Realmente no se va a centrar en sus posibilidades y en las opciones que tiene para conseguirlo y va a dedicar su tiempo a tirar por tierra los logros de los demás.
Si no confiamos en nosotros mismos, ¿cómo queremos mejorar? Es importante que determines cuál es tu objetivo a conseguir, ya sea a nivel laboral, conyugal, social..., y te centres en las acciones que vas a llevar a cabo para conseguirle, así no tendrás tiempo de compararte con otros y de criticarles.
Dedica todo tu tiempo a cubrir tus necesidades y tus expectativas, te sentirás recompensado y más positivo respecto a los demás. Te costará esfuerzo conseguirlo, pero así podrás valorar lo que ha necesitado tu competidor para conseguir su meta.
Si transformas tu envidia en fuerza para luchar, podrás aprovecharte de los métodos de los demás para conseguir tus metas y poner en prácticas cosas que a ti no se te hubieran ocurrido. Para ello necesitas ser humilde y no sentir rencor hacia el otro, míralo como alguien que te puede ayudar y no como a un competidor.
Aprender a valorar los éxitos propios
Un aspecto importante para erradicar la envidia es aprender a afrontar el éxito y el fracaso. La envidia aparece cuando comparas el éxito o el fracaso con el que obtienen otras personas que tu consideras como iguales.
Es importante que aprendas a valorar las cosas tal y como son, es decir, sin infravalorar ni sobredimensionar. Esta tendencia te puede traer complicaciones, ya que vas a infravalorar los éxitos de otros y a sobredimensionar sus fracasos, todo esto lo harás con el animo de cubrir tus propios resultados que a menudo son inferiores.
Tienes que aprender a valorar tus éxitos como lo que son, fruto de tus virtudes y tus cualidades y a reflexionar sobre tus fracasos, buscando los posibles errores cometidos y teniéndolos en cuenta para otra ocasión.
Conviene que aprendas a definir los fracasos como dificultades a resolver, analizando qué puedes cambiar para mejorar los resultados obtenidos y aprendiendo a valorar cualquier progreso por pequeño que sea.
Colaborar con los demás
Otra de las formas que pueden resultar útiles a la hora de controlar la envidia que se da en grupos, es colaborar en él y dar ayuda a los demás, de esta manera podrás adquirir determinados conocimientos que te ayuden a mejorar.
Competir contra la secretaria eficiente solo te servirá para crearte mala fama y dejar de lado tu trabajo. Hazte amiga de ella y aprende, tal vez mañana puedas igualarte a ella incluso aportarle algo de tu repertorio, recuerda que tú también tienes cosas buenas.
Hay que aceptar los fracasos
Debemos tener en cuenta en qué se han basado nuestra pautas de aprendizaje de pequeños para poder transformarlas de adultos. Un ambiente en el que se han exagerado los éxitos de otros, va a ayudar a que aprendamos a sobredimensionar determinados logros como algo imposible para nosotros.
Pero es importante que aprendamos a relativizar los éxitos, sin fracasos no hay aprendizajes y no nos preparamos para fracasos posteriores. Un aprendizaje de cualquier índole está formado por éxitos y fracasos en un primer momento y sólo en etapas muy maduras aparecen éxitos más continuos en el tiempo. Hay que aceptar que hay que fracasar para después conseguir lo que queremos, nadie nace aprendido.
Fomentar la confianza en nosotros mismos y el optimismo
Cuando sentimos envidia hacia un igual es porque vivimos la situación como una amenaza para nosotros. El logro del otro es como un ataque a nuestra persona, sólo si conseguimos ponernos en su lugar, podremos darnos cuenta de que nada tiene que ver con nosotros y de que nuestros sentimientos tienen más que ver con nuestra incapacidad que con lo que el otro consiga.
Por esto es muy importante fomentar la confianza que tenemos en nosotros mismos, aprovechando cada momento del día para gratificarnos por cualquier pequeña meta conseguida.
El optimismo será otro de nuestro aliados, siendo positivos y confiando en nuestras posibilidades conseguiremos lo que sea.
Por supuesto existirán casos así de manera patológica, lo que no implica que sea una característica generalizada en toda mujer.
De hecho depende mucho del ambiente en el que se produce para que aumente y se mantenga.
Competitividad
En ambientes poco competitivos se dará mucho menos que en ambientes en los que se fomente la individualidad y los logros personales.
En ambientes laborales conflictivos o en familias muy competidoras es fácil que aparezcan estos factores de envidia sobre todo en personas muy cercanas entre si.
Esto es debido a que la envidia se basa en dos componentes:
- Uno es el deseo por tener algo que el otro tiene
- Y el segundo es la comparación que realizamos con la otra persona, al no tener algo que ella tiene, nos comparamos para mal y salimos perdiendo, esto nos provoca frustración y rabia hacia la persona en cuestión, la que no entiende nada de lo que pasa.
Siempre es un sentimiento negativo
La envidia siempre es un sentimiento negativo, aunque a veces pensemos que nos ayudará a superarnos a nosotros mismos, realmente es un sentimiento insano que se proyecta en los demás y que nos incapacita para conseguir nuestras propias metas.
Verdaderamente alguien que sufre de envidia sufrirá por los logros de los demás y se alegrará por sus fracasos, sin embargo, se mantendrá pasivo ante sus necesidades y no dedicará esfuerzo para superarse a sí mismo, se fijará en los demás para quejarse de su mala suerte pero no actuará en consecuencia.
La envidia se fomenta desde la infancia
Realmente la envidia se fomenta desde la infancia, el niño que se siente mal en su entorno intentará por todos los medios conseguir lo que desea, si no existe un adulto que le canalice la ansiedad ante sus deseos no cumplidos y le explique que no todo se puede tener en la vida y que algunas situaciones resultan frustrantes.
El niño generará una personalidad bastante ansiosa y envidiosa puesto que nadie le enseño a valorar sus virtudes y a centrarse en sus objetivos y no en los de los demás.
Deseo de ser valoradas
En ambientes competitivos en los que se valoran los logros más que a la persona, es fácil que se den situaciones de envidia, además cuando son mujeres las implicadas, el problema se incrementa debido probablemente al deseo de ser valoradas y aceptadas socialmente.
Hay que tener en cuenta que la mujer ha tenido que luchar durante muchos años para conseguir determinados privilegios que para los varones venían dados de antemano.
Esta lucha nos ha hecho más competitivas y lo extrapolamos a toda la población. Somos competidoras con nosotras mismas y con los varones. Cuando aparece competición entre dos mujeres que quieren ganar, es cuando se da una batalla campal. De ahí la mala fama que tenemos.
Hay que ser humilde y no sentir rencor
El componente principal de un envidioso es su deseo de destacar y su comparación con otras personas. Realmente no se va a centrar en sus posibilidades y en las opciones que tiene para conseguirlo y va a dedicar su tiempo a tirar por tierra los logros de los demás.
Si no confiamos en nosotros mismos, ¿cómo queremos mejorar? Es importante que determines cuál es tu objetivo a conseguir, ya sea a nivel laboral, conyugal, social..., y te centres en las acciones que vas a llevar a cabo para conseguirle, así no tendrás tiempo de compararte con otros y de criticarles.
Dedica todo tu tiempo a cubrir tus necesidades y tus expectativas, te sentirás recompensado y más positivo respecto a los demás. Te costará esfuerzo conseguirlo, pero así podrás valorar lo que ha necesitado tu competidor para conseguir su meta.
Si transformas tu envidia en fuerza para luchar, podrás aprovecharte de los métodos de los demás para conseguir tus metas y poner en prácticas cosas que a ti no se te hubieran ocurrido. Para ello necesitas ser humilde y no sentir rencor hacia el otro, míralo como alguien que te puede ayudar y no como a un competidor.
Aprender a valorar los éxitos propios
Un aspecto importante para erradicar la envidia es aprender a afrontar el éxito y el fracaso. La envidia aparece cuando comparas el éxito o el fracaso con el que obtienen otras personas que tu consideras como iguales.
Es importante que aprendas a valorar las cosas tal y como son, es decir, sin infravalorar ni sobredimensionar. Esta tendencia te puede traer complicaciones, ya que vas a infravalorar los éxitos de otros y a sobredimensionar sus fracasos, todo esto lo harás con el animo de cubrir tus propios resultados que a menudo son inferiores.
Tienes que aprender a valorar tus éxitos como lo que son, fruto de tus virtudes y tus cualidades y a reflexionar sobre tus fracasos, buscando los posibles errores cometidos y teniéndolos en cuenta para otra ocasión.
Conviene que aprendas a definir los fracasos como dificultades a resolver, analizando qué puedes cambiar para mejorar los resultados obtenidos y aprendiendo a valorar cualquier progreso por pequeño que sea.
Colaborar con los demás
Otra de las formas que pueden resultar útiles a la hora de controlar la envidia que se da en grupos, es colaborar en él y dar ayuda a los demás, de esta manera podrás adquirir determinados conocimientos que te ayuden a mejorar.
Competir contra la secretaria eficiente solo te servirá para crearte mala fama y dejar de lado tu trabajo. Hazte amiga de ella y aprende, tal vez mañana puedas igualarte a ella incluso aportarle algo de tu repertorio, recuerda que tú también tienes cosas buenas.
Hay que aceptar los fracasos
Debemos tener en cuenta en qué se han basado nuestra pautas de aprendizaje de pequeños para poder transformarlas de adultos. Un ambiente en el que se han exagerado los éxitos de otros, va a ayudar a que aprendamos a sobredimensionar determinados logros como algo imposible para nosotros.
Pero es importante que aprendamos a relativizar los éxitos, sin fracasos no hay aprendizajes y no nos preparamos para fracasos posteriores. Un aprendizaje de cualquier índole está formado por éxitos y fracasos en un primer momento y sólo en etapas muy maduras aparecen éxitos más continuos en el tiempo. Hay que aceptar que hay que fracasar para después conseguir lo que queremos, nadie nace aprendido.
Fomentar la confianza en nosotros mismos y el optimismo
Cuando sentimos envidia hacia un igual es porque vivimos la situación como una amenaza para nosotros. El logro del otro es como un ataque a nuestra persona, sólo si conseguimos ponernos en su lugar, podremos darnos cuenta de que nada tiene que ver con nosotros y de que nuestros sentimientos tienen más que ver con nuestra incapacidad que con lo que el otro consiga.
Por esto es muy importante fomentar la confianza que tenemos en nosotros mismos, aprovechando cada momento del día para gratificarnos por cualquier pequeña meta conseguida.
El optimismo será otro de nuestro aliados, siendo positivos y confiando en nuestras posibilidades conseguiremos lo que sea.
Autor: Dra. Vicenta Sanz Herrero.
Psicóloga clínica
Doral:
ResponderEliminarEs interesante el articulo de la Dra. Vicenta,no se si me creas,yo puedo decirte que en mi vida jamas e envidiado a nadie ni nada y sabes porque,porque me tocaron unos padres que me enseñaron a amar y a disfrutar de cada cosa,me enseñaron a agradecer a Dios por lo que me daba y por lo que me negaba ya que el sabe el momento justo en que te va a dar las cosas.
En mi trabajo si hay mucha envidia por parte de otras personas y yo digo Dios mio ayudalos y sacale de su corazòn eas envidia tan grande que los va a destruir,sabes tal vez por mi forma de ser yo tengo mucha gente que me aprecia y quiere y si necesitan que yo les explique de algo que ellos no entienden lo hago,yo me e topado en la vida con personas que no comparten lo que sabe,como cuando yo entre a trabajar por primera vez,fue en una biblioteca y cuando a mi me la entregaron yo no sabia que era lo que iba aser,ademas la persona que salio se llevo tada documentaciòn,pase varios meses de batalla,y sabes Dios no me abandono ya que concoci a otra persona en el trabajo,nos hisimos amigas y ella vei que yo luchaba mucho para poner esa area en practica y al servicio de el alumnado,un dìa que estaba yo muy atareada clasificando libros leyendo un manual,cual fue mi sorpresa,la veo llegar al area con un señor y me dice amiga ya no vas a batallar te traje a un amigo que te va a ayudar para que dejen al cien esta biblioteca,yo trabaja horas extras,sabados y domingos,no me importaba el cansancio,mi amiga me llevo un angel que me tendio su mano y sin cobrarme ni un peso,el señor y yo nos isimos grandes amigos,despues su familia tambien y la persona que se nego adecirme como se trabaja en la biblioteca,se quedo con la boca abierta,sabes yo no le decie mal si no dije que Dios la bendiga y la perdone por ser envidiosa y mala.
Dios da de todo en la vida,gente que comparte lo que sabe,gente que es muy egoista y gente que son un angel.
Yo no envidio nada y por eso dios me a dado tantas Bendiciones,yo conosco a personas que son envidiosas y solo an conseguido que se alejen de ella.
La envidia no es buena y no es de Dios.
La envidia acaba con la persona que la siente y trae muchos problemas,la envidia no es buena.
ResponderEliminarBuenas noches, que tema tan interesante: La envidia,yo diría que hasta se la puede calificar como una enfermedad, y pobre de quien la padece.Ni modo a seguir para adelante, tener a Dios muy presente, ser optimistas, y a cuidarnos..si, a cuidarnos, pues este tipo de personas suelen hacer mucho daño :Cuando menos lo esperas.Y como dicen:No hay peor enemigo que el que trae en su rostro la mascara de amigo. Un gran abrazo.
ResponderEliminarEfectivamente, su comentario lleva una buena dosis de razón, pienso lo mismo. Muchas gracias por su valioso comentario.
EliminarCariños,
Doral.