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sábado, 12 de septiembre de 2015

¿INFIDELIDAD POR LAS REDES SOCIALES?


SINDROME DE LAS REDES SOCIALES


Una sesión que no fue cerrada en las  Redes Sociales o un WhatsApp abierto en un teléfono  celular sin contraseña, son situaciones que invariablemente se transforman en un problema de pareja en los tiempos actuales.

Las  infidelidades descubiertas a través de Facebook o de una conversación furtiva en la era de las comunicaciones digitales, que se pueden derivar en rupturas o divorcios, se han convertido en una verdadera epidemia.

Existen comunicaciones de relaciones terrenales, pero otra interrogante es si se puede considerar completa la infidelidad cibernética, una impresión íntima de las Redes Sociales es que navegan en los océanos  de la fantasía y que circunstancialmente puede cruzar las fronteras hacia lo físico.

Se considera que el 80% de las personas que buscan ayuda psicoterapéutica en consultorios, es a causa del “Sindrome de las Redes Sociales”, predominantemente Facebook y WhatsApp, entre otros.

Se trata de novios, novias, esposos, esposas, que tienen problemas que ponen en riesgo su relación, su matrimonio, porque fueron descubiertos en alguna infidelidad virtual a través de facebook o WhatsSapp, independientemente que esta pudiera ser también física.

A la consulta psicológica llegan muchas personas con trastornos de ansiedad, el estrés, ese gran tirano de la vida moderna, pero ahora el estrés ya tiene otro nombre, ahorita los pacientes que están llegando a la consulta, padecen el “síndrome del Facebook y del WhatsApp”

Las tecnologías de la información y de la comunicación deberían servir para facilitar la vida de los seres humanos, no para complicarla.

Quizá venga otra tecnología donde ya solamente el celular registre el tono de voz o algo para que no lo abra nadie mas, pero mientras lo pueda abrir la esposa, el esposo, la novia o el novio, se seguirán presentando estas situaciones.

La ansiedad, por estas causas, ya está generando otro tipo de problemas: “Antes el cortisol –esa hormona que relacionamos con el estrés”- se generaba solamente cuando había un conflicto fuerte, cuando necesitábamos solucionar  una situación rápida, hoy ya es un conflicto permanente, sobre todo si tenemos contratiempos en muchos roles de nuestra vida y estamos generando esa hormona cortisol que estamos enviando en cantidades masivas a la sangre.

Como resultado de todo eso, ya se asocia el estrés con la diabetes, hipertensión, asma y gastritis, entre otros padecimientos, de tal manera que el mal manejo de nuestras emociones deriva en patologías y por supuesto, muchas personas buscan apoyo para ser ayudadas en ese sentido.

Lo anterior también porque aplicaciones como el WhatsApp, ciertamente adictivas, son herramientas controladoras, en la interacción entre personas y representan una grave interferencia con la vida que ocasiona una gran ansiedad incontrolable.

WhatsApps es una aplicación que brinda servicio de mensajería gratuito por el teléfono celular que permite intercambiar fotos, vídeos y comentarios al conectarse e internet  y en México es una de las formas de comunicación más usadas.

Muchas veces las personas acuden a recibir psicoterapia debido a que tienen conflictos de pareja debido al Facebook o el WhatsApp y el tratamiento que busca incrementar el bienestar y propiciar cambios en su conducta cotidiana, actitudes y pensamientos, pero no existen resultados milagrosos, cada atención  psicoterapéutica es un viaje particular cuyo resultado que puede ser gratificante, es siempre distinto.

LA PROXIMIDAD Y LA DISTANCIA VIRTUAL.

Cuando la palabra “proxémica” fue acuñada en 1963 por el antropólogo estadounidense Edward T. Hall  (1914-2009), a favor de la dimensión oculta, obra en la que estudia la proximidad o acercamiento entre los seres humanos en sus relaciones interpersonales, quedó fuera de su clasificación la proximidad y la distancia virtual.

En efecto, T. Hall descubrió que la percepción del espacio físico que separa a las personas cambia dependiendo con quienes interactúa, estableciendo cuatro categorías:

1.-  Distancia íntima; oscila entre 15 y 45 centímetros, se da entre personas que están unidas por lazos afectivos o se tienen confianza recíproca.

2.- Distancia personal;  Entre 46 y y 120 centímetros, es común en reuniones de amigos y compañeros de trabajo.

3.- Distancia social;  Entre 121 y 360 centímetros, Distancia entre personas que no se conocen o no se tienen confianza.

4.- Distancia pública: Mas de 360 centímetros; es la que se da en conferencias o eventos en escenarios adecuados para tal efecto.

Entonces, ¿Existe la proximidad y la distancia virtual? Medio siglo después, evidentemente, es una realidad  inobjetable a través de las tecnologías de la comunicación y de la información.

¿LA PSICOTERAPIA FUNCIONA EN EL SINDROME DE FACEBOOK  Y  WHATSAPP?

La oficina es cómoda y acogedora.  Es un despacho actual y bien equipado. Algunos rasgos característicos revelan el ambiente típico de un consultorio de psicología, por supuesto no puede faltar el diván.  Se busca saber más sobre la posibilidad de que la psicoterapia sea realmente efectiva para atender los problemas de pareja que causan los comportamientos derivados del uso de las Redes Sociales.

Los seres humanos tenemos sentimientos, emociones y pensamientos que nos llevan a actuar de cierta manera y son precisamente esas acciones las que conducen a la felicidad y al dolor en su entorno natural y social. Claro que la psicoterapia combate el dolor psicológico del individuo y sus consecuencias, pero es absolutamente determinante la clase de relación paciente-psicoterapeuta, y por supuesto, el tipo y gravedad de cada caso.  Se trata de un vinculo complejo donde el lazo de comunicación que se establezca entre paciente y psicoterapeuta es fundamental.

Efectivamente un buen psicoterapeuta puede ayudar a manejar mejor sus sentimientos y síntomas , y a cambiar los patrones de comportamiento que generan la enfermedad, pero para lograrlo también se requiere de la confianza del paciente. Tanto las psicoterapias exitosas como las fracasadas resultan pues, según las diversas combinaciones de los elementos citados.

El psicólogo o psicoterapeuta no es un mago.  La psicoterapia no soluciona problemas ni cura a nadie, es una disciplina, un arte, de confianza, respeto y comunicación, que ayuda al sujeto a solucionar sus conflictos y curarse por sí mismo.

“En ocasiones queremos que una terapia funcione cuando hay problemas graves, ¿verdad?, y aquí cabe aclarar que cuando yo hablo de de un problema grave, no estoy hablando de un trastorno de una magnitud elevada, sino como ese trastorno, esa ansiedad por la que la persona está pasando, ese desfase emocional, ha invadido a esa persona en sus roles”

“La terapia  funciona excelentemente, pero la cuestión es de esas circunstancias, de eso que acabamos de detallar, de esas situaciones, entre otras cosas de la falta de empatía, preparación, o comunicación idónea con el paciente, solo eso podría hacer que no funcione en realidad de verdad.”

“Por esa razón algunos pacientes dicen que les funciona algún terapeuta con el que logran tener esa empatía, y otros dicen: Ya fui con este terapeuta, este y este y el otro, y no me ha servido, no me ha funcionado, y de repente llegan con otro terapeuta con el que logran tener esas características que la persona necesita”

Una vez concluida esta charla, queda claro que para una psicoterapia sea exitosa se deben establecer una relación de apoyo, de entendimiento, empatía y comunicación entre el psicoterapeuta y el paciente con el síndrome de Facebook o WhatsApp.

Una terapia puede ser capaz de disminuir el estrés, la dependencia de las Redes Sociales, rescatar o mejorar su relación de pareja y su calidad de vida, sanar al individuo en sus problemas emocionales y crear un puente hacia una relación más saludable con su pareja.

Al final de cuentas, el amor es un fenómeno más complejo en una era de la tecnología que se vuelve contra su creador; el ser humano, pero desde los tiempos más remotos –y a pesar de todo- el amor prevalece como una energía universal y la fuerza verdadera que lo cura todo.


Autor:
Dr. Miguel Alonso Rivera Bojórquez
E: mail:  correo@miguelalonsorivera.com

lunes, 20 de enero de 2014

LA CULPABILIDAD


LA CULPABILIDAD

Dicen que la culpabilidad tiene cara de mujer, pero una cara que también a veces llora y sufre sus propias necesidades, sus propias confusiones y sus propias desventuras.

No ha de ser tanto quizá por haber amado tanto, o por haber deseado ser amada o comprendida, sino por creer, por confiar, por desear o tal vez por la propia orfandad afectiva cegadora de la mujer.

La culpa entonces, no es ajena en estos casos sino propia, cuando la mujer inquiere, siente, sueña, idealiza y se pierde en el laberinto de su añoranza de ser la mujer amada, y en ese estado lamentable se olvida de ser lo que ella quiere ser y mendiga... Sí; mendiga las migajas de amor que alguien le pude tirar a sus pies, las mendiga y las recoge como si se tratara de migajas "sagradas" y más... hasta se arrodilla y da las gracias por la ilusión recibida, cual si fuera una limosna que le ha salvado la vida.

Por culpabilidad, la mujer no se da cuenta que ella misma es la carcelera de sus propios desalientos, no se da cuenta de que es ella quien posee la llave para abrir los baúles de su propio tesoro: Los valores de su Ser inmortal, las inteligencias y sabidurías que guarda en su mente y en su corazón trascendidos más allá de la piel, o más allá de los territorios de su propio trauma.

La ingenuidad y la culpa van siempre de la mano y son sin duda una forma de ceguera para el ser humano, y una mujer ilusionada a veces tiene que cerrar los ojos para no mirar lo que ya le es insoportable, se bloquea para no pensar en lo impensable, para dejar de justificar lo que en el alma sabe y le lastima, saber que es injustificable: Jugar con el corazón y los sentimientos de la mujer es el acto de mayor cobardía en este mundo o en cualquier otro mundo de conciencia universal.

Entonces, cuando se toca fondo en el dolor, es el momento quizá en que puede quedarle muy claro su destino, atravesando por el umbral del tiempo y todos los tiempos y es allí, justo en ese momento en que tiene que saber que ha pagado muy alto el precio de su osadía.

Y al día siguiente de nuevo... ¡El silencio!, algo no se puede mirar ya, o algo ya no se escucha en los parlantes de la conciencia profunda del alma, quizá la culpa, quizá la mancha de sentirse vacía, usada, manipulada, engañada y hasta sucia por haber entregado su virtud más preciada, a un perfecto desconocido.

Culpable, tonta y ciega sí; (Más que ofendida), así se descubre de la noche a la mañana, recogiendo de su mesita de noche, las monedas negras a cambio de sus servicios nobles. No hay que pensar, ni nada más a qué apelar, ni nada más que analizar a su ciclotímica melancolía, sólo pide a su psiquiatra en turno: "Deme todo el Prosac posible Doctor... ¡Por favor!"

Doral.
20-01-2014

domingo, 22 de septiembre de 2013

¿HASTA DÓNDE SE PUEDE PERDONAR UNA INFIDELIDAD?



¿HASTA DÓNDE SE PUEDE PERDONAR LA INFIDELIDAD?

La vida es lo que hacemos de ella -dice un dicho- y es muy cierto, porque paso a paso vamos construyendo una realidad que pocas veces nos hace completamente felices. Entonces, ¿A qué se debe esto? si "se supone" que como seres humanos nacimos para ser felices, crecemos para aprender, para progresar, para estar en capacidad de lograr todos los elementos que componen eso que llamamos "bienestar". Y al hablar de bienestar, se entiende que debe ser en todas las zonas o áreas de nuestra vida: Área Familiar, Laboral, Educativa, Afectiva, Social, Económica, de Salud (física y mental), Área Psicológica, y Área Espiritual, que serían las más importantes, sin embargo:

Aquí lo difícil es el desconocimiento que casi siempre tenemos de nuestro funcionamiento en cada área o zona de vida, es decir; desconocemos los roles que a cada uno le corresponde ejercer por derecho humano y no por lo que le impone (casi a la fuerza) la sociedad o la cultura en que le tocó vivir, veamos:

La sociedad por ejemplo; suele mostrarse cruel y despiadada, pues juzga y condena sin otorgar el derecho ni de defendernos. Y la vida en esas circunstancias no es una pera en dulce, ni fácil, ni cómoda...  Ni un juego como para tomar las cosas a la ligera, porque tarde o temprano llegaría el momento de tener que tomar serias decisiones respecto a nuestras conductas desalienadas (desordenadas), o pueriles.

Las parejas que contraen matrimonio, son siempre o casi siempre, las primeras en confiar en que su vida al lado del ser amado, será toda color de rosa, y cada uno a su vez se va recargando en el otro tanto en responsabilidad como en inversión.  La mujer dice: "Pues para eso me casé, para tener a un hombre a mi lado que vea por mí, que me mantenga, que me apoye, que me ame y me proteja", y el hombre piensa: "Ella es mi mujer, está obligada a atenderme, a prepararme la comida, a lavarme y plancharme la ropa, a estar pendiente de la casa y de nuestros hijos"

Y resulta que el hombre, como es tan exageradamente amoroso y responsable, se tira a matar por conseguir los dineros para su esposa y su familia, incluso aceptando contratos de trabajo lejos de su hogar.  Entonces es allí cuando a falta de la presencia del hombre, la mujer empieza a organizar su vida "sin esa presencia" o compromiso de pareja que le obligue a permanecer bajo el techo conyugal las 24 horas del día: Ella como es tan activa y tan energética, no se conforma con sólo lavar platos y fregar pisos o llevar y traer niños al colegio, ella se busca un buen puesto laboral y al poco tiempo ya está en competencia laboral con su maridito que ha descuidado su parte de la cama donde le tocaba dormir.

Empiezan los silencios dolorosos entre ambos, las rupturas sentimentales, la frialdad afectiva, los reclamos por parte de ella que "siempre está cansada" y el abandono por parte de él, que no le queda más remedio que "aguantarse" el saber que tiene a su lado a un témpano de hielo en vez de mujer, muy eficiente ella en su trabajo sí; pero en su hogar, sólo una sombra o una "cosa" que va y viene por todos los rincones, como si pareciera que aquél hogar le picara, le diera alergia y quisiera salir corriendo a casa de sus papás o de sus amigas, o al centro comercial más Vip de la ciudad para matar el tiempo.

A tal grado, las fracturas en la relación de pareja se vuelven grietas insalvables porque ninguno de los dos se quiso dar cuenta del gran alcance y magnitud en que podría convertirse la actitud de ambos, uno por no hablar, el otro por no saber escuchar y ambos por permitir que las cosas llegaran demasiado lejos.

Obvio es que en tales circunstancias de irse cada uno por su lado, a vivir su incompatibilidad de caracteres, su inmadurez o su zonas de confort,  y sólo regresar al hogar para cubrir las apariencias, o cuidarse del qué dirán o qué pasará, la imagen de pareja se va derrumbando estrepitosamente hasta que las evidencias flagelantes de la infidelidad de uno de los dos, van a marcar un alto en el camino de manera tajante, sintiendo en el corazón el gran impacto de sentirse lastimado.

Llega la separación y los trámites de divorcio, los reclamos, las sátiras palabras hirientes, el dolor, el sentimiento mortalmente herido, la humillación, las lágrimas, etc., Ella se siente desconcertada al verse descubierta, él se siente ofendido, usado y abusado, denigrado en su hombría, su honor pisoteado, su dignidad por los suelos y sus sueños rotos en mil pedacitos.

Se inician los intentos de reconstrucción, pero ninguno de los dos quiere ceder, el juzgado empieza los trámites de divorcio y se acerca el día en que deben comparecer en la corte y también los hijos. Pasan las semanas y con ellas se acumulan los mensajes de texto: "

"Tenemos que hablar, por nuestros hijos",  "¿Para qué quieres verme o qué me vas a decir que no sepa ya ti, si ya me demostraste lo mucho que valgo para ti"... "Escúchame no es lo que tú piensas"... "Ah, ¿no es lo que yo pienso? oye...¿Qué tan estúpida se me ve la cara?,  "Los niños se dieron cuenta de todo".... "No metas en esto a los niños que el problema no es con ellos" ¿Qué les vas a decir a tus hijos?, ¿Qué explicación les vas a dar?, etc...  Las noches se vuelven grises, largas, tensas, densas, cargadas de nostalgia, tristeza y soledad. Una lágrimas, dos, o más ¿qué más da cuando el corazón padece fugas?

Él ha buscado ayuda psicológica, se siente desgarrado, ofendido y al borde de la desesperación, ella no muestra ningún interés en demostrar su inocencia,  o tal vez su temor a enfrentar la más cruda de todas sus realidades la mantiene a la deriva de las circunstancias, pero con su silencio, la culpabilidad se ha hecho demasiado evidente. Él la acorrala hasta exigirle la verdad, quizá como único medio atenuador para considerar la posibilidad de un ansiado perdón, ¿Pero la negación o el silencio no son el peor infierno para vivir el resto de la vida con la duda?, ¿Tan difícil es hablar con la verdad, antes de lastimarse más con evasivas y alejamiento?

A un hombre quizá le sea más fácil aceptar la infidelidad frente a su mujer, pero a una mujer le es doblemente más difícil aceptar su culpabilidad y su arrepentimiento frente a quien siempre la tuvo en el más hermoso y elevado de todos los conceptos, ¡Casi en un altar!, ¿Cómo decirle a tu esposo: Te fallé, si te fui infiel, si es verdad que me acosté con otro mientras tú no estabas? y lo peor de todo... Tener que admitir frente a tu pareja, que también descuidaste a tus hijos por andar de arriba para abajo (como chicle bolita), con otra persona ajena, ladrona, oportunista, vividora y cínica, que lo único que buscaba era aprovecharte y saquearte?

¿Qué tanto valor y fuerza se necesita para escarmentarse voluntariamente ante al otro, abrirse plenamente con la terrible verdad de frente y admitir abiertamente ante nuestra pareja, que en su ausencia sí hemos cometidos muchos y muy graves errores, pero que también hemos tenido el coraje, el garbo y la delicadeza de aceptarlo, reconocerlo y trascenderlo con tanto dolor, lágrimas arrepentimiento?

Y aquí cabe preguntarse: ¿Quiénes somos nosotros para juzgar y hasta para condenar actos ajenos?, ¿Acaso somos Dioses para dictaminar sentencias devastadoras en el corazón humano?, y aquél pobre hombre todavía se pregunta: ¿Será que soy un tonto porque después de todo, mi corazón sí quiere perdonarla?

Obviamente que no toda la culpa es de quien culpable es o parece y que después de todo no estamos en este mundo para ser jueces de nadie, ni para buscar culpables, sino para encontrar soluciones, y menester es (eso sí), revisar detenidamente nuestros actos, ver en qué estamos fallando como individuos, en qué hemos fallado como pareja, en qué parte del camino nos desviamos, nos extraviamos y abandonamos nuestra empresa, dejando ir excelentes oportunidades de respetar y respetarnos, de amar y ser amados, de ser feliz y hacer felices a los demás a manos llenas, teniendo muy claro que de los errores también se aprende, porque "esos" solo son tropiezos de enseñanza en éste o en cualquier otro mundo de conciencia.  Entonces... ¿Quién dijo, o dónde está escrito que debamos ser seres perfectos?

El hombre y la mujer están capacitados para amar, pero en esa misma proporción en que se ama, (ni un gramo más), también estamos todos preparados para saber perdonar a quien nos ofende. La decisión es tuya, te pertenece, y lo que piensen, hagan o digan los demás... ¡Que te valga un soberano cacahuate!, Eso es todo.

Con mis respetos y cariño siempre.

Psic. Doral.

viernes, 15 de octubre de 2010

¿Seguirías confiando en alguien que te miente?



¿Seguirías confiando en alguien que te miente?

Existe una frase célebre del Sr. Don Friedrich Wilhelm Nietzsche (filósofo alemán, 1844-1900) que dice: "Lo que más me molestó no es que me hayas mentido sino que, de aquí en adelante, no podré creer en tí." Esto es completamente cierto, no hay cosa que moleste más a una persona, que cuando aquella a la que amaba le miente. El punto no es que le mintió, si no que a partir de ese momento en adelante no podrás creer más en esa persona, ya que no sabrás si dirá la verdad o no en lo sucesivo, o si preferirá seguir autodefendiéndose con "su" verdad a medias. (Habría que investigar qué más hay detrás de esa actitud)

Es sumamente fácil buscarle un ropaje elegante y aparentemente hermoso a la mentira, es muy fácil disfrazarla de verdad para sentirnos mártires ante los demás, y puede que hasta logremos que la mentira perdure por algún tiempo, pero no por siempre, pues la mentira dura, hasta que la verdad llega y cuando esta llega con pruebas irrefutables, nada hay ya qué hacer para seguir confiando. Así que para algunas personas que se creen muy listas, les resulta muy fácil manipular a otras personas dormidas (y de este tipo de personas hay muchas) ¿Pero se le podrá engañar a una persona despierta?

La mentira es unas de las acciones que pueden destruir a una persona en el nivel social, con sus múltiples manifestaciones, y a nivel personal con la desconfianza total hacia quien mintió o trató de disfrazar sus acciones, protegiendo en su inconciente alguna intencionalidad que lleva bién oculta.

No es posible creer en la sinceridad de un hombre (por ejemplo), que en el pasado tuvo un fracaso con una mujer (de esas llamadas coscolinas, interesadas o fraudulentas), que lo engañó con otro en sus propias narices, y resulta que a la actual pareja, el hombre le asegura que esa relación se terminó y que ya no tiene tratos con aquella mujer malvada, sin escrúpulos y mentirosa que lo dejó con los cachos bien puestos con todo y todo destrozándole su vida, pisotéandole su dignidad, su hombría, y de paso, dejándolo endeudado, y como un idiota ante sus amigos y familiares, pero pasado algún tiempo, aquella deshonesta mujer, vuelve a buscarlo, lo sigue hostigando, escribiendo, llamándole, etc., y él la saluda amablemente como si nada hubiera pasado, ocultándole por supuesto a su actual esposa dicha acción. ¿Qué se supone que debe pensar su actual pareja cuando descubre esa conducta desleal de su compañero? ¿Debe estarle agradecida y no resentida? ¡Cuestión de honor señores!

Es claro que aquí, el papel que representan los celos para la actual esposa, es absolutamente otro problema que resolver, pero aquí, no procede ni corresponde, (eso es otro asunto aparte que analizar), porque cuando un hombre que se dice ser especial, caballero, honesto, protector, y diferente a los demás, actúa de tal manera, está mostrando un indicador de que algo más hay allí en su interior, algo más que pretender demostrar, que sigue siendo un caballero educado, o galante con todas las damas, ¡A otro perro con ese hueso! y que se chupe el dedo la que quiera convertirse en "La otra mensa"

Es conocido que hay miles de formas para actuar con una persona deshonesta, infiel, oportunista y traicionera, y mil límites para marcarle su raya. Pero cuando al hombre "cuernudo" no le interesa marcar ningún límite, ni ninguna raya, es obvio que lo hace porque le interesa conservar internamente algún vínculo o alguna posibilidad con aquella mujer infiel, (la cual, ya se dió a conocer abiertamente con él y con los demás... ¡tal cual es!), pero a pesar de todo y contra todo, él hombre sigue rindiéndole pletesía, faltándole así, el respeto a su propia esposa, y aquí cabe preguntarse: ¿Qué papel, o en qué lugar entonces se supone que pone a la esposa? o ¿Será tan iluso acaso el hombre, como para pensar que él puede lograr que ellas se hagan amigas, y él quedar como todo un héroe?, puf... ¡Qué asco!

Por lo tanto, ocultar las cosas, es una forma de mentir, de engañar o de disfrazarlas, pues para el caso, resulta lo mismo: ¡Ser desleal!, ¡Ser deshonesto e irrespetuoso, inmaduro y traidor!, peor tantito si se trata de un hombre, cuya mujer que tiene por esposa, lucha incansablemente, se parte la m... de sol a sol y de luna a luna para ser digna, señora... y ha luchado durante toda su perra vida por encontrar un lugar especial, limpio, cálido y sincero en el corazón del hombre de sus sueños, o del amor tan esperado de todo su ser, ¿Pero qué hace su ser especial a cambio para merecerla?, ¿Dejarle "recaditos a la ex-amante"?, ¿Hacerse tonto solo y de paso, jugarle el dedo en la boca a la otra pobre estúpida que por consideración le respeta y le tolera todo?... ¿No es acaso la peor de todas las burlas para una mujer?

De más no está decir que siempre hay y seguirán existiendo mujeres que están y seguirán estando "jodidas" (perdón por la expresión), por ser tan confiadas, tan ingenuas, tan honestas y tan formalmente Legales. O tú amiga lectora, ¿Qué piensas al respecto?, ¿Qué harías si estuvieras atravezando por una situación igual?

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.

jueves, 25 de marzo de 2010

¿Qué hacer ante una evidencia de infidelidad?



¿Qué hacer ante una evidencia de infidelidad?



Hablar de infidelidad, suele considerarse como una causa muy trillada, demasiado expuesta y de mil maneras entendida o malentendida de parte de quienes han atravesado por el gran dolor de haber vivido la amarga experiencia de su amor propio herido a causa de la deshonestidad del compañero o compañera de vida, sea éste, hombre o mujer (porque tambien hay excepciones), sin embargo...

Cuando se habla de celos (por ejemplo), allí predomina el concepto "mujer", sin tomar en cuenta que también hay miles de hombres celosos y muy celosos por cierto, exageradamente celosos, enfermizamente celosos y hasta posesivos, machistas, duros e inflexibles para entender que las cosas primero se deben de hablar antes de pensar lo peor de su pareja, o de su ser amado. Por lo tanto, agregar supuestos que no existen, es muy fácil para cualquier persona que padece de "celotipia", sin importar género, pues los sentimientos se manifiestan por igual, pero en diferentes medidas e intensidad.

¿Pero qué pasa cuando el hombre niega su infidelidad a pesar de que es evidente que ha estado con otra mujer?

Algunos señores tienen en verdad actitudes muy cínicas, y la pobre mujer casi se hace loca, buscando explicaciones que exoneren de culpa a su amado, que no hubiera muestras que delaten la presencia de las pruebas contundentes. Qué más quisiera la mujer, creer que nada ha pasado, que está sufriendo de excesos, que no es cierto que le pusieron los cuernos o cachos, o como se les llame, pero...

¿Cómo se puede creer nuevamente en las promesas de un hombre sagaz que miente, que vuelve a mentir, que busca excusas y pretextos con tanta habilidad queriendo mostrar una inocencia que ni él mismo se la cree.

¿Cómo debe reaccionar la mujer ante las evidencias que en tales circunstancias resultan aplastantes? ¿Debe estar agradecida y no resentida? ¿Debe lavar la mancha del carmín que traía en la camisa el marido sin decirle nada? ¿O acaso debe tener valor para decirle: "Anda marido, vete otra vez y vuelve a llegar tarde, yo te perdono"... ¡Por favor!... Creo que ninguna mujer tiene atole en las venas en vez de sangre, como para no sentir dolor ante una conducta tan descarada del esposo.

Muchas veces ya no es la infidelidad misma la que duele tanto, sino la desfachatez con que el hombre se atreve a negarlo. No tiene valor para reconocer que su desverguenza, su falsedad, su hipocresía y su doblez, mataron toda la confianza, el respeto y el amor de la madre de sus hijos, de su compañera que juró amar y respetar todos los días de su vida frente a un altar.

¿Dónde quedó ese amor y ese respeto? ¿O será acaso que piensa que al casarse con su mujer sólo hizo una adquisición para ponerla a su servicio? ¿Un objeto de su propiedad? ¿Una "cosa" que puede utilizar, tomar o dejar sólo cuando la necesite?

¿Qué se supone que debe hacer la mujer ante una evidencia de infidelidad? ¿Aplaudirle al macho que siente tener mayor necesidad sexual que ella misma? ¿Tolerarle resignadamente su conducta asquerosa nomás porque es macho?

Hey... ¡Momentito por favor!

La mujer no se puede dar el lujo de cruzarse de brazos ante el adulterio comprobado, porque sería peor!, recuerden amigas queridas que la mujer que más se agacha... ¡Más enseña o peor le va!, no digo más.

Amiga lectora, si tienes algo que compartirnos al respecto, te invito a escribirnos, puedes hacerlo de manera privada si así lo deseas, no hay problema, con mucho gusto responderemos a tu carta.

Con mis respetos y cariño siempre.
Doral.

jueves, 4 de marzo de 2010

¡Mujeres insatisfechas!


¡Mujeres insatisfechas!

La falta de satisfacción en cualquier área de la vida predispone al ser humano a la neurosis, no solamente a la mujer. A las mujeres les resulta fácil pensar cómo debe ser la conducta de los hombres en general. Un mujer piensa con su cerebro de mujer y en consecuencia establece una diferencia significativa con el pensamiento del hombre. La satisfacción de la mujer depende del grado de cumplimiento de las expectativas.

La sonrisa y el buen humor de una mujer satisfecha son evidentes. La amargura y el mal humor de una mujer insatisfecha también son evidentes. La mujer aprende desde su infancia a construir fantasías, pensamientos y esperanzas de tener una pareja funcional, de contar con la seguridad y el apoyo de una persona que complemente sus necesidades en todos los sentidos.

Según las estadísticas oficiales y clínicas, las parejas siguen luchando por encontrar el equilibrio justo y la satisfacción de una vida duradera cuyas experiencias se vean privilegiadas por los hijos y su sano desarrollo. Hay mujeres cuya insatisfacción inicia incluso antes de casarse o antes de formalizar una relación de pareja.

Qué tan satisfecha está esa mujer que se embarazó sin planearlo, que su pareja le promueve la idea de abortar, que ella misma intenta deshacerse de su embarazo y no lo consigue, que es criticada y abandonada sentimentalmente por sus padres y su familia, que es rechazada por su núcleo social, que es víctima del abandono emocional y físico del padre de sus hijos, que no tiene la seguridad social para proteger a sus hijos, que vive en una estrechez económica crónica, que vive con una pareja indiferente, pasiva e indolente que comparte sus días con un hombre evidentemente infiel, que vive con un hombre irritable e insensible a su dolor emocional, que sigue esperando que algún día su pareja le reconozca todo su sacrificio y entrega a su casa y su familia, que tiene el reclamo de sus hijos por la ausencia del padre, que experimenta una soledad espantosa por la resequedad emocional de quienes le rodean, que sigue esperando en silencio que Dios la escuche y le haga el milagro de cambiarle los malos ratos y los comportamientos violentos o las adicciones a su esposo. En fin, la satisfacción parece ser una sombra que se le escapa con la luz de la realidad tormentosa que viven día a día tantas mujeres en el mundo.

Cuando una mujer cuenta que su sufrimiento y su insatisfacción se inició desde antes de vivir formalmente en pareja o desde antes de embarazarse, y hoy se encuentra con cinco hijos y la misma pareja; la verdad es que no hay mucho que preguntar. Por curiosidad o por lo que se quiera, preguntémosle a una mujer insatisfecha y llena de hijos y pobreza emocional: ¿Cómo es que has permitido esto? Seguramente la respuesta puede ser muy variada, la respuesta puede ser sincera, la respuesta puede ser consciente, puede ser como sea, sin embargo, ninguna respuesta corrige su historia y ninguna respuesta le cura su insatisfacción.

Vivir con una mujer insatisfecha también tiene su precio. Un precio que pagan los hijos, la pareja (si es que vive con ella), la familia y la sociedad en general. Imaginemos cuál es el trato que recibe una persona al solicitar un servicio a una mujer insatisfecha, cuál es el trato que recibe la pareja, cuál es el trato que recibe la familia y todos los que le rodean. No es nada grato vivir con una mujer amargada e insatisfecha.

Si eres una mujer de las que han estado pensando: "Yo conozco a otras mujeres que aún viviendo insatisfechas dan una buena cara y un buen trato a los demás" yo te otorgo toda la razón, ¡Sí las hay!... Hay mujeres que además de vivir frustradas e insatisfechas, aún así tienen la "fuerza" para engañarse a ellas mismas y vender la idea de que "no pasa nada y soy muy feliz", aja... sí, seguro... ¡Muy Feliz!

Para muchos, ésto puede ser una virtud, para la psicología moderna esto es un mecanismo de adaptación y defensa a una realidad que duele. Insistir en cambiar la realidad cuando ésta es producto de la propia construcción, es decir, querer que las cosas cambien cuando uno mismo las hace, es no tener conciencia o esperar milagros absurdos.

La insatisfacción de cualquier persona sólo puede superarse cuando se aplica la ley de la honestidad, ¿Honestamente esto quiero? ¿Qué hace que yo me mantenga en la zona de sufrimiento? ¿Cuánto tiempo más debo esperar para que mi pareja cambie o se dé cuenta que por su "culpa" estoy sufriendo?

Éstas y muchas preguntas más tiene que hacerse la mujer insatisfecha, pero de nada sirven si no construye una respuesta, cuya raíz se abone con la honestidad de una persona que quiere ser feliz.

Autor:
Dr. David Uriarte Gastélum
Sexólogo, Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta
E-mail: cienciasex@yahoo.com
Protegidos sus derechos de autor, por: Doral.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Amor y Pasión.





Amor y Pasión.
Un amigo me dijo un día: “Sabes, yo nunca he podido vivir amando a una sola mujer”…

Caray, la franqueza de mi amigo, marcó en mi rostro una cachetada de asombro, por tal desfachatez plagada de descaro, que no logré asimilar en el momento.

Dije: -¿Cómo es posible que se pueda amar a dos personas al mismo tiempo y con la misma intención e intensidad?

-Eso me suena a vaquetonería- … me respondí inmediatamente.

Cierto es que existen muchas formas de amar y muchas clases de amor, pero admitir abiertamente que se pueda amar a dos personas a la vez, me parece burdo y exagerado o mejor dicho “inapropiado” para alguien que siempre está hablando de moralidad y buen juicio.

¿Sano entendimiento? – pensé para mis adentros -

¡NO! -me contesté indignada de mi falta de criterio, o excesivo don a mis tradicionalismos y apegos al sentimiento de pertenencia y fidelidad absoluta.- Imposible de entenderlo y mucho menos aún de aceptarlo.

Sin embargo; al transcurrir de los días y observando que yo seguía molesta por el proceder vulgar y prosaico de mi amigo (cosa que a mi no tenía por qué afectarme). Una noche cualquiera me propuse analizar con seriedad y profundidad este aspecto importante que como factor de riesgo, pudiera convertirse en una amenaza o una mancha imborrable en la tela de juicio de todo honor, y que de paso sea dicho, se lleva “entre las patas” indecorosamente el pudor y hasta la dignidad de cualquier ser humano.

Observando con profunda sinceridad, se puede descubrir que la imagen que tenemos de sí mismos, por supuesto jamás coincidirá con la que los demás tienen de nosotros, ya que en medio de éstos dos aspectos, pulula “salerosamente” un concepto muy importante que no quiero darle nombre, porque no vale la pena etiquetar algo que no tiene cabida como soporte de algo que es muy evidente y claro:

-¿Por qué me siento un chingón (a)…. si con mis actitudes estoy demostrando ser un pobre pendejo (a)?, qué lugar ocupa la congruencia, la sinceridad en éste este planteamiento?-

A ver… vamos a ver, analicemos esto con detenimiento…. Ejemplifiquemos.

Tengo una pareja, gozo del convencimiento que se trata del amor de mi vida, estoy profundamente enamorado(a), tengo planes serios, ilusiones, alegría, sueños…cuido a mi amor, lo atiendo, lo cuido, lo amo, lo valoro y quiero conservarlo. ¿Cómo es posible …que en determinado momento, sin que yo lo espere, ni me lo proponga deliberadamente, ni lo provoque, y además….por circunstancias que desconozco, me encuentro con alguien del pasado, alguien que fue importante para mi en el ayer. Me gustaba, me atraía, me ponía los nervios de punta, me aceleraba el ritmo cardiaco, la sangre me la revolucionaba al mil por hora, me temblaban las piernas, me comía las uñas, me resultaba insoportable cruzar la mirada de frente con la suya, la piel se me erizaba, empezaba a tartamudear, me apendejaba de manera total al sentirle irresistible… en fin… me llevaba al borde de un infarto al miocardio….. casi me daba el “pata-tus” al sentirle cerca de mi… y que…puf! ….

Se constituyó en todo un RETO, y que debido a mi falta de experiencia, o quizá de madurez, no tuve en ese momento la suficiente capacidad de asimilar la situación y preferí esconder mi cabeza bajo la tierra como las avestruces, para no hacer el oso de mi vida, o mejor dicho, el mayor ridículo de toda mi adolescencia. Lo dejé ir, se encontró otro amor y ya no supe mas nada qué pasó con ese “alguien” que logró sacudirme completito el tapete de mi existencia.

Pasó el tiempo, los años…. La vida nos colocó a ambos por caminos distintos… pero… pero… pero… cupidito travieso que es tan juguetón y que no suelta nunca su arco y sus flechitas, se pone a hacerle apuestas al destino para divertirse, volviendo a unir esos caminos donde necesariamente tenemos que volver a encontrarnos.

Llegó ese día, nos tenemos frente a frente nuevamente el uno al otro; afloran uno a uno todos los recuerdos, noto nostalgia en su mirada, ternura en el eco de su voz, añoranza en nuestras manos al tocarse, siento deseos de fusionarme en un abrazo eterno…quizá sin preguntarle nada, sin hablar…. ¿para qué?... no hace falta….Los poros de nuestra piel ya se lo han dicho todo al roce y complicidad de nuestra chispeante mirada llena de preguntas sin respuestas… Un deseo ardiente… un cerrar de ojos al unísono… un revolotear de maripositas sedientas en medio del vientre delirante, un invisible y poderoso imán devorando inclemente la geografía de nuestros cuerpos… y de pronto:

-¡OH NO! …. ¿Qué estás haciendo estúpida?

Un golpe sordo en el centro de la conciencia, me hace detenerme en seco, me para, me mutila de golpe toda la inspiración, transmutándola en un dolor que como muro aprisiona mi garganta…quiero gritar, quiero llorar, la impotencia me desgarra el entendimiento, pero quiero sentir, tengo derecho, que no es pecaminoso lo que estoy haciendo y deseando.

Pero… - ¿Cómo jijos no va a ser malo? - -Estoy poniéndole los cuernos a mi pareja-
- I N S E N S A T A, ¿Que no te das cuenta? - ¡NO! – No le veo nada de malo echarme un taco de ojo de vez en cuando –me digo- Pero esto no se trata de un simple “taquito de ojo con chile piquín”, se trata de que quiero devorarme todo el banquete de un solo bocado…

En ese momento siento que mi “Amor” se vuelve ciego , como en los tiempos de la adolescencia, se vuelve ciego y egoísta, no pienso en las consecuencias, no pienso en el pobre “cachudo”, y “mandilón” que me espera en casa.

Pero.. ¡no!..¡no!..¡no!... yo tengo derecho a pensar… a sentir.. a ser libre…a vivir mi vida como yo quiero vivirla. –A él lo amo-…. –El es mi hombre-… Esto es eventual (quizá), transitorio y pasajero, y mi pareja no tiene por qué enterarse, total no me perderá…seguiré amándolo, seguiré viviendo con él… nada pasará.. nada malo pasará.

- ¿Pero cómo no va a suceder nada malo mujer?, Si estás deseando que otro hombre que no es tu marido, te bese, te abrace te estruje y te haga suya, le estás otorgando todo ese derecho en charola de plata…- ¿no te sientes mal contigo misma?...¿No te remuerde la conciencia con esa doblez?... ¿Dónde quedó el Amor, la Sinceridad, la Fidelidad que dijiste tenerle a quien juraste AMOR ETERNO, y a quien realmente amas y quieres conservar para toda la vida? -

- Sí; es verdad… a mi marido lo amo, lo adoro, lo idolatro porque me es muy útil como pareja, en la casa, en la cama, en mi vida… Pero, últimamente ronca mucho por las noches y me hace la vida imposible con sus celos estúpidos y su posesividad, me ahoga, me asfixia con sus celos y su vigilancia constante. No tengo privacidad, no tengo individualidad, no me tiene confianza… me harta vivir así. Quiero respirar otro ambiente grrrr-

- Me daré una “escapadita” para retomar mi aliento… si.. si.. si..eso es…no pasará nada malo, yo a EL lo amo, yo sé que lo amo.. y solo es eso… estoy cansada, la oficina, la casa, el centro comercial, la cocina, el lavadero, la plancha, es agotante, puf…. Pero sé que lo amo y no lo cambiaría por nada ni por nadie.-

- El no tiene derecho de celarme, ni de enclaustrarme en la casa como si fuera un un mueble decorativo, un objeto de su propiedad, no le falto al respeto si salgo a platicar, o a tomar una charla al aire libre de la plazuela, distraerme o relajarme de vez en cuando. –Lo amo y no sería capaz de faltarle -


- ¿No serías capaz de faltarle?,…Por Dios Mujer….¿quién te entiende?....

He ahí la trama, de un dilema completo de muchas mujeres que a través del tiempo y todos los tiempos hemos tenido que enfrentar, y con todo el dolor de nuestra dignidad y de nuestro corazón (somos imbéciles, pero fieles), reconocemos que preferimos muchas veces sacrificar hasta nuestras propias emociones, lacerando nuestra razón atormentada por amar y dormir con un hombre y pensar en otro, pero llega el momento en que decididamente nos gritamos a si mismas:

- ¡YA BASTA! – YA ESTUVO SUAVE DE HACER EL RIDICULO. HASTA HOY HE SIDO UNA MUJER DEBASTADA POR MI PROPIO DESALIENTO, CAUTIVA DE MIS EMOCIONES Y MIS INSTINTOS, AGOBIADA POR LA ANGUSTIA Y EL CARIÑO QUE HE DADO A RAUDALES… SOY UNA MUJER CON UN PROPÒSITO DEFINIDO, EN EL QUE NO QUIERO INCLUIR YA….. LA INFLUENCIA DE NINGUNA TENTACION NEFASTA… NO ESTOY DISPUESTA A PERDER LO MEJOR POR LO PEOR.-
- ME VOLVI LOCA CON MOMENTOS DE DEBILIDAD, NO SOY PERFECTA, PERO POSEO LA FUERZA Y EL CARÁCTER PARA NO CEDER, PARA NO CAER EN ESAS TENTACIONES…. PERDI MIS PROPIOS LIMITES, ESTUVE A PUNTO DE TRAICIONAR A MI FAMILIA, A MIS PADRES, A MIS HERMANOS, A MI ETICA, A MI DIGNIDAD Y SOBRE TODO…. ESTUVE A PUNTO DE FALLARME A MI MISMA Y DE FALLARLE A MI MAS GRANDE AMOR.

Claro es que no es fácil agarrar al toro por los cuernos, enfrentar y trascender nuestras pruebas de fuego.- Sin embargo cabe recordar que precisamente es por el fuego, a través del fuego como se miden y se prueban todos los metales. Y bien vale la pena el sacrificio de “atar, amarrar nuestros instintos carnales” que son hasta cierto punto, normales en la piel de toda mujer normal, que vive, que sueña, que siente, que desea, que ama, pero que también reconoce que tiene el derecho de ser plenamente respetada en la misma proporción por su pareja… y que no es justo que se nos tome como “objetos de supermercado” que pueden obtenerse con el poder de una firma, y muchas veces hasta sin ella.

Pero vale la pena… claro que vale la pena hacer un alto en el camino para elaborarle un nudito al corazón, cerrarle el paso a las tentaciones en pos de valores y sentimientos de alto y refinado protocolo, amores y formas de amar mucho mas elevados que un simple momento de “calentura” … fiebre o “pasión de un rato” … llamarada de petate, como diría mi abuelo. (hay que saberle robar el fuego al diablo)

En esto de “robarle el fuego al diablo”, existe un peligro más común y en el que casi todos hemos caído, es el de "jugar con fuego" con el corazón, con los sentimientos. Ese fuego tremendo que quema por una mirada, por el leve roce de una mano amada pero indebidamente deseada: desgraciadamente este peligro se vive constantemente ya que no es raro el caso de la esposa o esposo solitario, que se dicen incomprendidos o que por circunstancias especiales hay ausencias; en un momento surge una amistad, se entienden maravillosamente, vibran ambos con un atardecer, descubren bellezas escondidas en las personas, circunstancias o cosas, gozan con el mismo tipo de música, disfrutan el murmullo del mar, admiran las olas de la playa que llegan como escarolas de organdí, a besar la arena aunque vengan cansadas de viajar. Naturalmente que el trato continuado y la atracción les hacen llegar a "jugar con fuego", porque no pueden vivir plenamente unidos, tienen ya otros lazos que les atan, los momentos fugaces de alegría sirven de alimento para continuar adelante, pero con frecuencia crean vacío o remordimientos.

Vivir esto, es muy peligroso por delicioso que sea, no olvidemos que es "fuego y quema", destruye y mata. Parece cosa de niños, probablemente no le demos importancia pero a la larga nos lleva a perder la PAZ. No debemos olvidar que Dios nos perdona siempre, los hombres algunas veces, pero la naturaleza ¡nunca!. Si las cosas que hacemos nos alteran, nos quitan la paz y no nos llevan a la unión con Dios.. . .¡no valen la pena! nos debemos de alejar a tiempo, pidiéndole fuerzas a nuestro Padre Dios para no caer mas en tentación. Solo lo que nos lleva a EL da verdadera plenitud y paz en el corazón.

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.

miércoles, 3 de febrero de 2010

¿Hasta dónde debo serle fiel a mi pareja?




¿Hasta dónde debo serle fiel a mi pareja?


Las leyes terrenales de nuestro mundo amigas queridas, sujetan al ser humano a normas y criterios que para mucha gente resultan caducos, tradicionalistas y demodados, si vamos a hacer una comparación con el ritmo y estilo de vida moderna, especialmente para aquellas mujeres que están viviendo su momento, que recien han adquirido compromisos de tipo sentimental.

Es obvio que para una pareja bien integrada, tanto en comunicación, entendimiento, adaptación, cariño y respeto, no sería ninguna novedad ni sacrificio alguno, que ambos, o alguno de los dos defendiera sus derechos a vivir su propia individualidad aún estando en pareja.

Existen miles de matrimonios que viven muy unidos, pero en absoluta libertad para tomar decisiones íntimas respecto a su persona, sin tener que "depender" necesariamente del permiso (autorización), o la opinión de su pareja, pero cuidando que dichas decisiones no afecten al otro por supuesto. Esas son las parejas ricas de amor y ebrias de confianza en sí mismas.

Pero desgraciadamente tambien hay millones de mujeres que viven enclaustradas dentro de su hogar, sintiéndose propiedad del marido, propiedad del amante, propiedad del novio celoso y posesivo, propiedad del patrón exigente o jefe laboral negrero y absorvente, propiedad de los hermanos mayores, tíos, abuelos y cuanto "macho" se les atraviese en el camino que se sienten con derechos a controlarles la vida y la vida cobra otro sentido para la mujer... el sentido del deber ser y vivir siempre para los demás primero y al último para sí misma, ¡Gran error!

Parejas a veces vienen a mí, pidiéndome un consejo: ¿Hasta dónde debo serle fiel a mi amado(a)?

Caray, qué difícil es saber hasta dónde llegan los límites de la fidelidad en una pareja que ni siquiera sabemos si permanece unida por conveniencia, por temor a la soledad, por obsesión, por amor o por capricho, por los hijos o por lo que sea... Nadie mejor para saberlo que cada uno de los dos. Veamos:

Desde el momento de nacer, cada persona trae en medio de su torta, una generosa rebanada de derechos bien aderezados con salsitas ricas de ilimitación. El ser humano no nació para ser condicionado, sometido, humillado, ni vendido ni comprado con una firma en un papel. El sagrado matrimonio es otra cosa. Su misma palabra lo dice bien claro: El matrimonio es un sacramento y no un compromiso obligado casi a la fuerza. Sacramento, deviene de la palabra "Sacro" o "Santo", que a su vez tiene su asociación en la divinidad y santidad, por lo tanto la fidelidad en la pareja que se casa por amor incondicional, permanece incólume ante estas cosas.

Pero lo interesante de todo ésto; es que muchas personas confunden la fidelidad con el compromiso y lo cierto es que son dos cosas distintas, se le puede ser fiel absolutamente a una persona y no tener compromiso con ella, o viceversa, se puede vivir en compromiso con ella y en la primera oportunidad serle infiel. ¿Verdad que es distinto?

Entonces, los límites de la fidelidad solamente puede marcarlos cada persona en su corazón o en su razón, incluso tiene derecho a quitar esos límites y seguir siendo fiel hasta el tuétano de los huesos si se le da la gana, o no serlo, allá cada quien con su conciencia, ¿y quiénes somos nosotros para juzgarle y hasta para condenarle?

Eres tú quien decide sobre tu vida mujer y nadie más. Si disfrutas que te usen, si te gusta sentirte "una cosa", "un mueble", "un objeto" propiedad de tu pareja, entonces no te quejes, sigue siendo fiel hasta que revientes y te canses de sufrir y te decidas a levantar tus orejas para defenderte. (perdón por decirlo así)

Fíjate en ésto: Nadie, absolutamente nadie tiene derecho de meterse dentro de ti y decidir por ti. ¡Eres tú la dueña de tu vida y de tus actos! ah, pero eso sí; recuerda que de todo lo que hagas tendrás que rendirle cuentas a Dios algún día, y no a tu marido.

Así que aquí cabe muy bién una máxima que dice: "No hagas a otros lo que no desees que te hagan a tí" y que convencidos o no, tarde o temprano todo caerá bajo su propio peso, porque todo lo que hacemos en esta vida, sea bueno o malo, regresará a buscarnos y punto.

Con mis respetos y cariño siempre,

Doral.

jueves, 29 de octubre de 2009

Esposa y amante, ¿al mismo tiempo?



Esposa y amante, ¿al mismo tiempo?



A mi correo personal ha llegado una carta amigas queridas, que me conmovió profundamente por su contenido. La carta corrobora lo que yo siempre he sostenido en todos mis escritos, y esto es, asegurar solemnemente que la mujer está preparada para amar de mil maneras, pero también para sufrir de muchas formas porque ella quiere.

Veamos el caso de Diana:

“Doral, le escribo esta carta para que me ayude por favor, mi vida es un infierno y no sé cómo salir de él. Estoy hecha un manojo de nervios constantemente, vivo en una diaria y repetida angustia, tristeza, decepciones y frustración, no sé qué me pasa Doral, siento que vivo en un infierno sin puertas de salida para mí, ayúdeme por favor.

Hace algún tiempo, un día cualquiera de mi vida, se me ocurrió meterme a un Chat, sin ninguna mala intención, más que distraerme un poco y me encontré con un chico con el que crucé apenas unas cuántas palabras: “Hola, de dónde eres”, y como vivíamos relativamente cerca me pidió el número telefónico, le di el número de mi oficina, porque pensé que nunca me llamaría, pero a los 5 minutos mi teléfono ya estaba sonando, y a partir de ese momento, empezamos a tratarnos de una manera muy especial.

Dos meses después vino a conocerme personalmente, estuvimos un fin de semana juntos y desde luego que todo fue “encantador”. Siento que esto hubiera sido perfecto si ambos fuésemos solteros, pero he allí el problema Doral, que los dos somos casados, y “supuestamente” tampoco ninguno de los dos andábamos buscando pareja, ni nada por el estilo.

Mi esposo se fue de viaje, y un año después es que yo conocí a esta persona, aunque él nunca me prometió nada, yo me enamoré demasiado, aunque posteriormente tuve que irme a vivir al lugar donde se encontraba trabajando mi esposo y desde entonces no he podido retomar el control de mi vida, caí en una depresión muy fuerte, he estado tomando terapias psicológicas. Alejandro (así se llama mi amante), y yo no nos vemos desde aquella vez, pero hablamos todos los días por teléfono, y cuando le pregunto porqué acepta que yo le llame, me dice que porque lo hago sentir muy bien, que me extraña, pero nunca me promete dejar a su mujer y a mi tampoco me gustaría dejar a mi esposo, aunque ya no lo amo, él y yo ahora somos dos amigos que viven y se divierten juntos, pero no hacemos el amor más que una o dos veces al mes… no puedo, cuando él me toca se me contraen los músculos y no logro ni siquiera excitarme o lubricarme.

Cuando estaba en depresión muy fuerte, él me hacía el amor aunque yo le decía que no quería y creo que eso me traumó porque me sentía violada y sentía que traicionaba a Alejandro. Sé que eso suena tonto y ridículo, pero así me siento.

Estoy saliendo de mi depresión y me estoy adaptando de nuevo a la sociedad, pero sexualmente no he podido lograrlo, no se que hacer estoy desesperada, pasa el tiempo y no logro trascender esto tan feo que siento.

Cuando yo conocí a Alejandro tenia sólo 3 años de casada y actualmente llevo 10, o sea que he vivido en un infierno por 7 años. El haber cambiado mi residencia a otro país y todo este problema, han ido retrasando la idea de decidirme a tener un hijo, que creo me ayudaría mucho para salir de mi estado anímico.

Mil veces me he propuesto que ya no le llamaré, que ya no le escribiré y termino haciéndolo, todo eso me produce coraje, mismo que me induce a imponerme castigos muy fuertes por ser una mujer tan débil. Alejandro dice que a veces está muy confundido, debe ser porque soy diez años menor que él, en cambio mi esposo es 18 años mayor que yo.

Ayúdeme por favor Doral, ya ve que hay quienes piensan que “ser la otra” es muy fácil, aquí les dejo una muestra de que no lo es tanto. ¿Qué debo hacer para sacar a este amor de mi mente y cuerpo?. Gracias. tu amiga, Diana”.

Concluye esta carta enviada por: “Tomy” (Playita Encantada), pidiéndome sea publicada como un testimonio de que vivir una doble vida no lleva a la mujer a nada bueno, y que todas aquellas mujeres que están atravesando por el mismo caso, deben hacer un esfuerzo supremo por soltar esos apegos tóxicos y destructivos en beneficio de su vida y de su propia familia.

Saludos afectuosos con mis respetos y cariño siempre,

Doral.

martes, 22 de septiembre de 2009

¡Yo no quiero, ni acepto ser tu amiga!




¡Yo no quiero, ni acepto ser tu amiga!


Qué difícil e increíble nos parece a veces, tener que entender que las cosas pasan en la vida por una poderosa razón de Dios, y no sólo por un capricho de nuestra naturaleza interior y humana de mujer. Que todo en la vida tiene una razón de ser, que no existe la casualidad sino la causalidad, y que ni una sola hoja de un árbol se mueve en este mundo sin la voluntad de Dios, y que para Él no existe la palabra: "Imposibilidad" mientras que para nosotros los seres humanos hay miles de imposibilidades porque a todo le ponemos límites.

La mente humana no está capacitada para viajar al valle de lo ilimitado, lo desconocido, o a lo que va más allá de lo establecido por una sociedad tradicionalista que nos juzga y nos condena, sin darnos ni el tiempo ni el derecho ni siquiera de defendernos, especialmente a las mujeres que nos enamoramos a veces de la persona menos indicada.

Entonces, en ese estado tan lamentable, no es difícil adivinar la suerte que le espera a toda mujer que vive colgada de esas limitaciones y que cuando rebasamos esos límites, nos hacemos candidatas gratuitas al desequilibrio, a la confusión, a la desesperación, a la frustración y por lógica terminamos batiéndonos en el charco de la autocompasión y la depresión.

Me refiero enfáticamente a todas aquellas mujeres que un día cualquiera empezaron una amistad sana con un hombre que ni remotamente imaginaron cuánto llegaría a significar en sus vidas: Algunas lo conocieron en su trabajo, otras en el bus, otras en una fiesta, otras en una tienda, otras en casa de una amiga, etc.

En un principio todo iba muy bien, todo parecía tan normal, el intercambio de palabras, el roce social, la interrelación fluida en la que para nada se asomaba la intención de una relación amorosa seria, sino de una franca, abierta y sincera amistad, pero…

El trato constante con el paso de los días, los detalles, el acercamiento, el hacerse parte integrante de algunos intereses en común, ha hecho que aquella amistad se convierta en algo más que eso: Las miradas profundas, las sonrisas de complicidad, el roce de manos, las maripositas en el estómago y la sangre corriendo al mil por hora en sus venas, ya ha empezado a manifestarse de manera peligrosa y aunque el hombre sea casado, a la mujer no le importa o viceversa.

¿Por qué? pues porque ella lo conoció libre, espléndido, divertido, amable, tierno, protector y hasta un poquito seductor ¿porqué no conocerlo un poco más y hasta aceptar de pronto salir con él?


¡Hey Mujer… mucho cuidado, alto allí!

¿Estás casada y tienes un hogar, hijos y una familia que te espera en casa? ¡Con más razón… detente allí donde estás! ¿A quién quieres engañar enganchándote en una relación amorosa que no tiene ningún futuro para ti, ni para ese hombre, ni para nadie más? Y que quieras correr el riesgo o la aventura de vivir y sentir cómo fluye la adrenalina por tus venas, no te da a ti ningún derecho de colocarte en un lugar que en el fondo tú sabes (o por lo menos lo intuyes), que sólo es para denigrarte y devaluarte como mujer! ¿O crees que tus hijos(as) se sentirían muy orgullosos(as) de ver que tienen a una madre aventurera que le gusta acostarse con cualquiera? Perdón por decirlo así; pero no hay remedio, tenemos que consignarlo así)

Pero las cosas no terminan allí; lo peor de todo es que las causas dentro del hogar se ponen tensas, la mujer ya no quiere saber nada del pobre marido cuernudo (cachudo), que reclama constantemente su presencia, ahora todo su mundo lo constituye su amor clandestino y esas salidas secretas continuas, que según ella la llenan de energía, de alegría, de esperanza, de optimismo y regocijo.

Pero llega el momento en que hasta se siente con derechos de exigirle un lugar en su vida, al amante, una posición social, formal en su vida, ya no quiere ser “la otra”, ya se cansó de ser “la querida”, “La cuchara de segunda mano”, y el hombre con justa razón se defiende y se retracta de las promesas: “Yo no puedo casarme contigo, cuando te conocí tú sabías que yo era casado”, “Mi mujer nunca me dará el divorcio”, “No puedo dejar a mis hijos”, “sigamos así, nada más como amigos, si tú sabes que nomás a ti te quiero”

Aja, sí… ¡Seguro! ¿nomás a ella la quiere y por eso la tiene a escondidas y como a una mujer cualquiera? ¿O será que no sabía el señor ese tan cínico, que ella también es casada y que desde un principio también le merecía respeto? ¿De qué sirven los reclamos y los pleitos a esas alturas, cuando ya están ambos súper enredados en una relación oscura que más que hacerlos felices ya les está causando demasiados problemas, dolores, sufrimientos y lágrimas?

¡Yo ya no quiero, ni acepto ser tu amiga! -le grita ella muy lastimada- y él le responde más fuerte: ¡Si no te gusta, aquí le acabamos y asunto arreglado! ¿Se fijan mujeres amigas qué fácil arreglan los problemas algunos hombres? Es evidente que allí en esa relación jamás hubo ni hay ni habrá seriedad, respeto, compromiso y mucho menos amor.

Pues si ambos, hombre y mujer no fueron capaces de detenerse a tiempo, de pensar que todos los errores tienen sus consecuencias, ¿ahora de qué se quejan?

Si ese es tu caso amiga querida, comparte con nosotras tu historia y con mucho gusto aquí la podemos platicar ampliamente y compartir contigo nuestras opiniones con todo el cariño y el respeto que tú como mujer nos mereces.

Mi potente abrazo fraternal,

Doral.

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