¡Vestida y alborotada!

¡Vestida y Alborotada!

Tal parece que nuestro mundo, ya de por sí herido de muerte y en bancarrota de todos los valores, se prepara para el flagelo de una tercera guerra mundial... No, no, no.. ¡Por Dios!, no me refiero a lo que ustedes piensan mis queridas amigas, qué terrible suena tener que decirlo así, ¿Pero de qué otra forma podemos consignar el hecho tremendo de que la gente se prepare siempre para lo peor y no siempre para lo mejor de sus vidas?

Me refiero enfáticamente al acto de engañar, de hacer fraude de sentimientos, de darle forma y hábito a las confianzas traicioneras y actitudes dobles que por demás, sale sobrando darle más adjetivos calificativos, cuando de frente tenemos la actitud deshonesta de la persona que se ha devaluado con ese tipo de conductas indeseables. ¡Qué fea costumbre la de engañar a la gente!! ¿verdad?.

En el caso de las mujeres por ejemplo, que confían plenamente su ser amado, que viven sumisas, apartadas, dependientes de su hombre para todo, pendientes siempre de atender hasda la menor de todas sus solicitudes, que siempre dispuestas esperan a que el hombre le conceda opiniones, permisos y valores que ya por derecho humano le pertenecen desde siempre a ella, con él o sin él. ¿Pero cómo hacerle entender a la mujer de nuestro mundo, que no todo es como parece?

Qué tristeza es tener que reconocer que por más noble que sea el corazón de la mujer, jamás será valorado justamente por el hombre de algunas latitudes del mundo, principalmente donde todavía predomina de manera dominante, la cultura del machismo y la desocupación social. ¡Qué triste! porque en la mayoría de los casos, es la mujer quien trabaja para llevar a casa el sustento para su hombre mismo y también para sus hijos, y ni por eso merece una sola de sus consideraciones.

Tal es el caso de nuestra invitada de hoy: ¿Leemos su cartita?
"Hola, esta carta la escribo llorando a mares, me siento terrible en este momento, y me han de perdonar si no escribo con orden ni metodología, por favor necesito ayuda, soy una mujer de 31 años, tengo tres hijos, siempre he trabajado para ellos, mi esposo poco colabora en el gasto familiar. Le dieron un trabajo en otra ciudad y yo tuve que dejar el mío por seguirlo, se me hacía feo que nuestra familia vivira separada, mi suegra se molestó porque dejé mi trabajo, me empezó a decir que yo era una mantenida y una floja, y más tarde le aseguró a mi marido, que yo trataba mal a mis hijos.

El trabajo de mi marido en esa ciudad, sólo duró unos meses, los mismos que mi suegra se dedicó a calentarle la cabeza a su hijo y ponerlo en mi contra, e incluso él hizo una grabación donde mis pequeños aseguraban que yo no era una buena mamá y que les limitaba de muchas cosas y que hasta les pegaba y los encerraba. Esa grabación resultó ser una atenuante fuerte en mi contra ante las leyes mexicanas cuando tuve que acudir a un citatorio que me hiciera la procuraduría de la defensa del menor y la familia, allí no pude comprobar todo lo contrario, pues mi esposo puso en contra mía a los niños, mi suegra puso en mi contra a todos los vecinos, yo no tenía testigos que estuvieran dispuestos a apoyarme, todo se puso en mi contra.

Para esos días yo caí enferma, no tenía trabajo, me sentía traicionada en lo más hondo, defraudada, abandonada, desconsolada y de pilón, hasta la patria potestad de mis hijos me quitaron. Ya no podía ni verlos sin el permiso de él, ni podía recogerlos en la escuela, ni acercarme a la casa de mi suegra siquiera para saber cómo estaban o si necesitaban algo de mí. Tuve que actuar por mi cuenta, para no volverme loca, me presenté en la escuela de mis hijos y hablé con sus maestros pero me encontré con la sorpresa de que mis hijos no estaban ni siquiera inscritos, no me explico cómo los aceptaban así en esa institución.

Nunca debí haberme atrevido a hacer eso, porque mi marido se enteró y me fue peor, me dijo que no me metiera donde no me llamaban y que él sabía su cuento, que él hacía con los niños lo que le daba la gana, que para eso era su padre y que no me necesitaban para nada. Empecé a temblar como un animalito atrapado en un corral, le lloré, le supliqué que por favor teníamos que hablar, que no era posible que todo eso estuviera pasando, que teníamos que arreglar de alguna manera esa situación, que si no quería ya nada conmigo, yo lo entendía, pero no que me quitara a mis hijos de esa manera y mucho menos que me prohibiera verlos.

Estoy en proceso de divorcio, pero necesito recuperar a mis hijos, me siento morir sin ellos, he perdido el sueño, el apetito y hasta las ganas de vivir. Me aconsejan que agarre a un buen abogado pero no tengo dinero, el abogado de oficio es lento y me sugiere meter una contrademanda por tantos abusos de que soy víctima. Se hizo esa contrademanda y la firmé y la metimos hace una semana, mi esposo se asustó me llamó y me dijo que estaba dispuesto a rectificar, que la había pensado bién y que los niños necesitaban a su madre y él tambien me necesitaba a mi. Esa noche me arreglé lo mejor que pude para recibirlo, estrené un hermoso vestido y unos bonitos zapatos, ibamos a salir para arreglar lo nuestro, me sentía aliviada, reconfortada con aquél inesperado cambio de él, pero me hacía bien pensar que lo que hice no estuvo mal pues había logrado conmover su corazón.

Aquella noche yo lucía radiante por dentro y por fuera, estaba lista para en el momento en que tocaran la puerta, salir inmediatamente a recibirlo, pero pasó la hora de nuestra cita y pasaron varias horas más y nunca llegó ni me llamó para avisarme que no vendría y que posiblemente nunca pensó en presentarme, y me quedé como novia de rancho... ¡Vestida, ilusionada y alborotada!, pero me sentí terriblemente traicionada con su cochino engaño, ¿porqué me hace esto?, y para colmo, ahora no sé dónde buscar a mis hijos, se los llevó a vivir a otra ciudad, mi suegra se fue con ellos, ya no sé qué hacer, me estoy muriendo de dolor"

¿Hay algo más terrible que le pueda pasar a una mujer?

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.