¡UN FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!
Un año más que se va de nuestras vidas, un ensayo y error en el lento aprendizaje del cotidiano existir humano, un peldaño más en la empinada escalera que es la vida, o un curso de mucho dolor que hoy termina, ¿Quién no ha sufrido en la vida? y cada año, es un nuevo inventario de tareas realizadas, un repaso de lecciones aprendidas y un observar subjetivo de tropiezos de enseñanza.
El dolor no es tan malo como parece, pues gracias al dolor, aprendemos a exigir, a tocar puertas, a abrir caminos a nuestra comprensión creadora, y cuando esta llega a nuestras vidas, nos damos cuenta que el mejor maestro fue precisamente el dolor vivido, la tristeza que conocimos, la añoranza, la fría e indolente soledad abrazadora, que caló hasta el tuétano de nuestros huesos, haciéndonos sentir tan desamparados emocionalmente y tan lejos cada vez más de alcanzar nuestros objetivos, nuestras metas y nuestros sueños. ¿Cuántas horas de amargura y lágrimas desveladas?... ¡Ese fue el precio... Nuestro precio! para ser lo que ahora somos. ¿Sabes realmente lo que tú eres ahora, con un año más en tu vida?
¡Eres ahora lo que no eras antes! observa: Venciste miedos, soledad, timidez, te abriste a lo nuevo, lo enfrentaste, lo afrontaste con valor, creció tu estima, te llenaste de valor, de fe, de voluntad, de esperanza, de seguridad, comprensión y amor. Aprendiste a ponerte en el lugar del otro, aprendiste a perdonar y a entender que los otros quizá no estuvieron haciendo lo que tú hiciste para crecer o para triunfar... ¡Porque tú no eres mediocre!, y hoy que despides el año viejo, te das cuenta que tu tiempo fue la mejor inversión que realizaste en los 365 días que acaban de terminar.
¡No... no llores; tu curso de dolor terminó! y lo aprobaste con bastante éxito, justo cuando te diste cuenta que estabas vencida por tu propio desaliento y abatida inclemente por tus propias miserias psíquicas, ¿A quién culpaste?, ¿Al destino?, ¿A tu suerte?, ¿A los otros?, ¿A Dios?, ¿A quién?... ¡Culpaste a todos, menos a ti misma mujer! y hoy lamentas tu propia ingratitud, te duele el haber lastimado a otros, te duele el haber culpado al destino, a tu suerte y el haber blasfemado contra Dios, ¡Ya tuviste tu castigo siendo como fuiste!, y en su momento, ¡Tú misma lo sufriste y lo pagaste!
Conociste las emociones de cada minuto que pasó por las manecillas del reloj los 365 días del año que hoy nos deja para siempre, y en cada momento pensaste: ¡Qué largo es el tiempo!, te parecía lento e interminable, y no comprendías que la misma naturaleza no procede nunca con apresuramientos, ¿observaste cómo se abrió la flor?, lenta y gradualmente se abrió la flor en cada amanecer para beber los rayos matutinos, y tú querías correr cada mañana para devorarte al mundo de un sólo bocado sin siquiera digerirlo, ¿lo recuerdas?, ¡Oye!, ¿Cómo no querías indigestarte?. Y lo que es peor...
Te volviste rebelde, exigente, grosera, altanera e insoportablemente intolerante al lastimar susceptibilidades, al exigir a los otros, lo que tú misma no estabas dispuesta a dar y lloraste amargamente tu propia desventura, sintiéndote limitada, anulada, desesperada gritaste, pateaste, arañaste las paredes de tu pensamiento con un grito desesperado: ¿PORQUÉ? ¿PORQUÉ?, ¿PORQUÉ YO?, y yo te pregunto ahora: ¿PORQUÉ TÚ NO?
¿Quien te has creído tú que eres para ofender a los tuyos, a los otros, al destino, a la vida, a la naturaleza y a Dios de tal manera?... ¡Arrodíllate, y dile a Él... PERDÓN Y GRACIAS!, por todos tus errores, y por este año que hoy termina.
Bueno... Ya lloraste, ya te humillaste, ya pataleaste, ya tocaste fondo, ya te denigraste y te devaluaste, pero ahora ha llegado el momento de reconstruirte, seca tus lágrimas, levántate y camina, alza tus brazos a la vida, corre a encontrarla, descubre que con ella viene un año nuevo y una vida nueva vuelve a empezar, ¡Felicítala y felicítate por haberlo logrado y ámate por ser capaz de ser y hacerte a tí misma feliz!. ¡Porque tú mereces eso y mucho más!
Con mis mejores deseos de un feliz y próspero año nuevo para ti y los tuyos, de todo corazón.
Psic. Dora Lidia Pérez Rochín (Doral)
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