EL ULTIMO TREN DE MI DESTINO.
Hoy he subido al último tren de mi destino, fosa común de mi existencia. Se han borrado los pasos que tras de mí, pudieran convertirse en amenaza. Cometí muchos y muy graves errores en el trayecto de mi vida -lo sé- pero también tuve el valor y el coraje de reconocerlos y trascenderlos. Hoy no tengo más nada que ocultar, nada de qué avergonzarme y nada de qué arrepentirme, ¡Mi alma está en paz!
Hoy que he subido al último tren de mi destino, puedo observar todo el abanico de posibilidades que abracé a lo largo de mi vida, momentos tristes, momentos alegres, trocitos de vida que regalé a mi paso, ensayo y error de actitudes, tropiezos de enseñanza que no puedo considerarlos un fracaso, porque aprendí. Aprendí que también del mismo dolor se aprende, porque gracias al dolor aprendí a buscar, a inquirir, a exigir, a tocar puertas, a abrir caminos a mi entendimiento.
Hoy que he subido al último tren de mi destino, regalo una mirada al horizonte, una última mirada que quizá siembre añoranzas, o tal vez coseche las huellas de todo lo que pudo haber sido y no fue. ¡Estoy en paz!, mi tiempo ha terminado, se cobija la mirada en una sábana de ausencia... ¡Me he ido de mí!
Hoy que he subido al último tren de mi destino, concluyen ciclos de mi vida apasionada, amé, sentí, deseé, creí, reí, pero también lloré y sufrí para darle sentido a mi existencia y no puedo decir que mi tiempo se ha perdido porque llevo en las alforjas de mi ser la luz, suspendida como lámpara en el cielo de mi soledad oscura.
Y en esta oscuridad sedante de mi cuarto, abrazo mi destino como un viaje que quizá desconocido reclama mi presencia, un extraño amanecer de aurora que fusiona su partir a la esperanza... ¡Ya no tengo más nada que hacer aquí!... ¡Es hora de partir!
Hoy que he subido al mi último tren de mi destino, pienso en el rumbo al que me lleva el viento que respiro, sin patria, sin bandera, sin dueño y sin cobijo. Honor, familia, credo... ¿Qué es eso cuando el mismo corazón supura en fugas? ¿No es acaso en el trayecto donde se construyen metas? ¿Y qué es una meta sino vivirse a sí mismo en el camino?...
Ssshtt, no digas más mujer de nadie... ¡Estás en la paz del corazón de Dios!... que finalmente es ése... ¡El último tren de tu hermoso destino!
Doral.
Sept. 03 de 2013
Florido lenguaje, alma que escribe lo que siente. Mi enhorabuena por esa prosa. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias José Luis, atentos saludos es usted muy amable.
EliminarDoral.