martes, 7 de junio de 2011

Palabras de un corazón: "No me digas"



Palabras de un corazón: "No me digas"

"Cuando yo llegue a la casa, no me digas, porque el amor no es para siempre, mejor dime mi cielo por que ahí estaremos eternamente" (Autor: Eduardo Díaz Saucedo, 10 años)

Ni duda cabe que los niños siempre aprenden de todo lo que ven, y su percepción se basa en los esquemas formativos a través del lenguaje y la imitación de los patrones de conducta que viven en su hogar, en su familia y en su entorno. Un niño es, lo que es su vida, el aspecto sociocultural se manifiesta de lleno, los niños son transparentes como una gota de cristal, son como unas esponjitas que absorben todo el conocimiento y son (a su vez), el reflejo de lo que son sus padres: Educación, salud, alimentación, formación, cultura, principios, normas, etc. se manifiestan en la expresión de la ternura de su alma y de su corazón infantil, su talento y su inspiración.

Pero a veces resulta que se trata de una expresión dolorosa, que manifiesta algo más que palabras; indicadores de que allí hay algo más que un pensamiento o un poema, como en el caso de nuestro autor invitado el día de hoy: Un grito desesperado que como un muro, aprisiona la garganta ahogando la voz en un suspiro infantil y las letras de un niño, se vuelven magnas, sonoras, heróicas, majestuosas, bajo el hidalgo sentir que se plasma en el dintel de una suave manita morena, que se niega a renunciar a la esperanza, aferrándose a la blancura del papel... "No me digas", "No quiero saber", "Me duele enterarme", "Me lastima lo que está pasando"... Por favor mamá; cuando yo llegue a la casa, no me digas, por que el amor no es para siempre.

Evidente realidad que para la mente infantil resulta aplastante, destructiva y desesperanzadora, sobre todo en la edad de la pubertad, cuando nuestros hijos están entrando a la etapa más difícil de toda su vida, y cuando la búsqueda de su propia identidad se hace casi imposible en tales circunstancias: Papá y mamá en vísperas de un divorcio que suena tan injusto, tan cruel y tan doloroso que quedará grabado como un capítulo fatal en el inconciente de los niños.

¿Qué es lo que más quisieran ellos?. Los niños lo primero que pedirían es tener juntos por siempre a sus padres, amándose con todo el corazón, respetándose y saber que siempre estarán allí, protectores y amorosos en el calor del hogar, donde todos los días hay un plato de sopa caliente en la mesa, risas, charlas, bromas y uno que otro almohadazo o hasta un zapatazo del hermano o la hermana menor, que incluso... a veces saben a gloria: "Pero me las vas a pagar", "Te voy a esconder tu gorra", "Te voy a rayar tus libros" "Te voy a tirar el calcetín por la ventana" etc. ¿Cierto?

Sin embargo; es justo reconocer que las palabras verbales o escritas de un niño, a veces tambien llevan un doble sentido, se pueden interpretar de varias maneras; puede ser por dolor debido a la separación de sus padres, o por sentirse culpables de esa separación, o porque piensan que también se divorciarán de ellos, pero en ese caso es menester hablar con nuestros hijos previamente e informarles que, de ninguna manera ellos son los responsables del divorcio, y que podrán seguir viendo a papá y a mamá cuando ellos lo quieran, e incluso vivir un tiempo con cada uno, pero que siempre su papá será su padre y su madre nunca dejará de amarlos.

Es imposible pues, evitar que la mayoría de los chiquitos se sientan culpables por el divorcio de sus padres y la mayoría de las veces se preguntan: ¿Yo qué hice?, ¿Será porque no me porté bién?, ¿Será porque no hago mis tareas?, ¿Será porque no me lavo los dientes?, etc. Y de ninguna manera procede ni corresponde dejar que los niños abriguen esos conceptos erróneos y estos casos, es mejor hablarles con la verdad pues de que la separación es mejor que continuar siempre discutiendo por todo.

El niño no sabe realmente lo que está pasando ni lo que la madre o el padre sienten, quieren o piensan hacer, y muchas veces echan a volar su gran imaginación:

"Yo no sé lo que tienes, yo no sé lo que piensas, yo solo sé que me enamoraste eternamente" (Autor: Eduardo Díaz Saucedo, 10 años"

¿Cómo imaginar lo que está pasando? ¿Cómo saber o adivinar lo que está pasando por la mente de los padres? Los niños no son tontos, ellos ven, sienten, intuyen... ¡Los niños quieren saber! y es urgente hablarles con sabiduría, con madurés, pero también con responsabilidad y prudencia, en su momento, en el lugar más adecuado y con una explicación que vaya de acuerdo con su edad para no lastimarles sus sentimientos, recordemos que un niño está en proceso de formación física y mental, el niño es como un pedazo de barro que hay que saber moldear con mucha ternura, respeto y muchísimo amor.

El niño ama a su madre, la niña ama a su padre y es muy evidente que ambos; niño y niña sentirán molestos, resentidos y sentirán que todo su mundo se derrumbó, que ya no hay esperanza, ni motivos, ni sentido de vivir, los niños pierden su brújula y su rumbo cuando se sienten desamparados emocionalmente, se llenan de tristeza, de melancolía, de añoranza, pero tambien de miedos a la vida... de miedo a enfrentar solos su nueva toma de decisiones y su cotidiano nuevo existir. Sin embargo el tiempo en este caso, irá marcando la pauta:

Poco a poco el tiempo irá poniendo vendas de amor y las cosas tomarán solas su propio cauce, como todo toma su propio rumbo a través de la vida: "Te gustan las rosas, te gusta el amor, te gustan mis ojos y a mí, tu corazón" (Autor: Eduardo Díaz Saucedo, 10 años)

Aquellas primeras palabras que escuchamos de un corazón: "No me digas", con el tiempo se convertirán en: "Quiero saber", "Quiero experimentar", "Quiero entender y comprender", precisamente porque no se trata de repetir la misma historia. Nuestros hijos no tienen por qué pagar nuestros errores, ni tienen porqué repetir los mismos patrones que vivieron en su niñez, nuestros hijos tienen que decidir cómo vivir su propia vida, pero sin el fantasma ni los recuerdos dolorosos de su infancia, y he allí donde todavía no concluye nuestra labor como padres.

Por lo tanto y ya para concluir, si has pensado divorciarte de tu esposo(a), o si ya estás en proceso o en trámites de un próximo divorcio, por favor no olvides que primero debes dejar las cosas muy claras en casa y recordar que tus hijos no pidieron venir a este mundo y que por lo tanto con tus hijos está tu primera responsabilidad antes de firmar el acta final que te deslinda de tu compromiso (o mejor dicho de tu contrato) con tu pareja, ¡Haslo si a ese acuerdo has llegado con tu pareja!, pero que tu decisión no afecte a otros y de ninguna manera te exime de haber aportado más y mejor de lo mejor de tí como persona, a esos pedacitos de mar y cielo que quizá seguirán escribiendo sentidos, profundos, inocentes y muy hermosos poemas de amor, de desamor y bellos pensamientos con preguntas: ¿Porqué?, ¿Porqué?, ¿Porqué?... ¡Mejor, no me lo digas mamá, que de todos modos yo lo sabré cuando sea grande!: "Yo quisiera ser tu almohada, para saber lo que piensas, yo quisiera ser chocolate para derretirme en tu boca, yo quisiera ser un niño para enamorar tu corazón" (Autor: Eduardo Díaz Saucedo, 10 años)

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.

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