¿Hasta dónde debo serle fiel a mi pareja?
Las leyes terrenales de nuestro mundo amigas queridas, sujetan al ser humano a normas y criterios que para mucha gente resultan caducos, tradicionalistas y demodados, si vamos a hacer una comparación con el ritmo y estilo de vida moderna, especialmente para aquellas mujeres que están viviendo su momento, que recien han adquirido compromisos de tipo sentimental.
Es obvio que para una pareja bien integrada, tanto en comunicación, entendimiento, adaptación, cariño y respeto, no sería ninguna novedad ni sacrificio alguno, que ambos, o alguno de los dos defendiera sus derechos a vivir su propia individualidad aún estando en pareja.
Existen miles de matrimonios que viven muy unidos, pero en absoluta libertad para tomar decisiones íntimas respecto a su persona, sin tener que "depender" necesariamente del permiso (autorización), o la opinión de su pareja, pero cuidando que dichas decisiones no afecten al otro por supuesto. Esas son las parejas ricas de amor y ebrias de confianza en sí mismas.
Pero desgraciadamente tambien hay millones de mujeres que viven enclaustradas dentro de su hogar, sintiéndose propiedad del marido, propiedad del amante, propiedad del novio celoso y posesivo, propiedad del patrón exigente o jefe laboral negrero y absorvente, propiedad de los hermanos mayores, tíos, abuelos y cuanto "macho" se les atraviese en el camino que se sienten con derechos a controlarles la vida y la vida cobra otro sentido para la mujer... el sentido del deber ser y vivir siempre para los demás primero y al último para sí misma, ¡Gran error!
Parejas a veces vienen a mí, pidiéndome un consejo: ¿Hasta dónde debo serle fiel a mi amado(a)?
Caray, qué difícil es saber hasta dónde llegan los límites de la fidelidad en una pareja que ni siquiera sabemos si permanece unida por conveniencia, por temor a la soledad, por obsesión, por amor o por capricho, por los hijos o por lo que sea... Nadie mejor para saberlo que cada uno de los dos. Veamos:
Desde el momento de nacer, cada persona trae en medio de su torta, una generosa rebanada de derechos bien aderezados con salsitas ricas de ilimitación. El ser humano no nació para ser condicionado, sometido, humillado, ni vendido ni comprado con una firma en un papel. El sagrado matrimonio es otra cosa. Su misma palabra lo dice bien claro: El matrimonio es un sacramento y no un compromiso obligado casi a la fuerza. Sacramento, deviene de la palabra "Sacro" o "Santo", que a su vez tiene su asociación en la divinidad y santidad, por lo tanto la fidelidad en la pareja que se casa por amor incondicional, permanece incólume ante estas cosas.
Pero lo interesante de todo ésto; es que muchas personas confunden la fidelidad con el compromiso y lo cierto es que son dos cosas distintas, se le puede ser fiel absolutamente a una persona y no tener compromiso con ella, o viceversa, se puede vivir en compromiso con ella y en la primera oportunidad serle infiel. ¿Verdad que es distinto?
Entonces, los límites de la fidelidad solamente puede marcarlos cada persona en su corazón o en su razón, incluso tiene derecho a quitar esos límites y seguir siendo fiel hasta el tuétano de los huesos si se le da la gana, o no serlo, allá cada quien con su conciencia, ¿y quiénes somos nosotros para juzgarle y hasta para condenarle?
Eres tú quien decide sobre tu vida mujer y nadie más. Si disfrutas que te usen, si te gusta sentirte "una cosa", "un mueble", "un objeto" propiedad de tu pareja, entonces no te quejes, sigue siendo fiel hasta que revientes y te canses de sufrir y te decidas a levantar tus orejas para defenderte. (perdón por decirlo así)
Fíjate en ésto: Nadie, absolutamente nadie tiene derecho de meterse dentro de ti y decidir por ti. ¡Eres tú la dueña de tu vida y de tus actos! ah, pero eso sí; recuerda que de todo lo que hagas tendrás que rendirle cuentas a Dios algún día, y no a tu marido.
Así que aquí cabe muy bién una máxima que dice: "No hagas a otros lo que no desees que te hagan a tí" y que convencidos o no, tarde o temprano todo caerá bajo su propio peso, porque todo lo que hacemos en esta vida, sea bueno o malo, regresará a buscarnos y punto.
Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.
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