¡Una Carta en Navidad!
Mi querido amor:
Sé que no bastan las palabras, ni mil suspiros plasmados en el blanco cuerpo de un papel, para expresarte con la tinta de mi corazón, ¡Cuánto te extraño esta navidad y cuánto desearía estar a tu lado!, mirarme en ti, iluminarme con la luz de tus ojos, respirar tu aliento, beberlo junto al mío emocionado, tomar en mis manos el sonido heraldo de tu corazón al tocar la suave corteza de tu fresca piel, y oir tu mundo interior recostada en tu pecho. ¡Me abrazo aún de los recuerdos como pretendiendo hacer un pacto con mi propio sentir, o quizá ingenuamente retener el tiempo!, pero el tiempo se ha ido corazón, y con él, las ilusiones que se marchitaron en la espera de verte llegar.
¿Donde están las huellas que dejaron tus pasos? -me pregunto- y te pido perdón por no haber podido guardarlas en el baúl donde guardo tus cartas, ¡Tantas cartas de amor que me escribiste en momentos de suprema adoración y gloria!, pero sabiendo que es el viento quien las conserva, al viento le suplico en mi pensamiento... ¡No me alejes de sus caminos!... ¡Déjame respirarlo aunque sea en el aliento, o dintel de los recuerdos de aquel cáliz de amor, donde juntos bebimos!
¿Dónde está el eco de tu voz perfumada a magnolio, que como fuente cantarina se va disfuminando en mis ocultos sentidos, adormeciéndome felizmente? ¿A dónde se han ido las tardes de verano y los días de otoño, que entre risas y confidencias secretas, contabamos juntos los minutos, atesorándolos con cada una de tus verdes hojas de esperanzas, y embriagada en la sutil aroma de mi blanca flor de magnolia en los labios, embelezada exclamaba con palabra ingenua.. ¡Te amo! y al unísono tus labios de sol (y mirando al cielo), me respondían ¡Yo tambien te amo a tí!
Voces de la inocencia en algarabía de principio y fin de estación ¡El destino acechaba nuestras vidas!, pero el canto ruiseñor de la alborada, nos despertaba en la Aurora con su Luz Inmortal, ¡No llores, me decías! ¿Se puede intuir cuando se acerca el final? ¡Nunca más volvimos a vernos! Y no sé qué me duele más: Si saberte dormido en la dulce sensación que dejan las sábanas celestiales que nunca podré doblar, o saberme fraccionada en las estrellas que tú nunca podrás contar.
Pero a pesar de todo... ¡Sé que estás!... En algún lugar del universo, fusionado al Galeaxi Cosmos Infinito, evocando quizá los mismos poemas que solíamos leer, o acariciando las alas angelicales del silencio en un suspiro estandarte, que te hará inmortal, y yo aquí... Naturaleza muerta, suspendida en los ropajes transparentes de las letras, con mi palabra ostra que nuevamente en esta otra navidad, se vestirá de blanco para asistir sacrosanta a recibir a Jesús, vínculo supremo de amor y arte, por siempre adorado en mi corazón.
Vive; vive siempre en la fe de esta carta, que con tinta de sangre, te firmo fiel, en vísperas de navidad, donde pongo también por testigo, al aire perfumado de tierra, mar y cielo... ¡Tu cielo tan azul a donde has ido! a las frescas margaritas silvestres, a las esporas del campo, al canto del cenzontle, al aroma de una flor abriéndose ilusionada para beber los rayos matutinos. Vive; y sé feliz como el canto del grillo; como la oculta emanación de fuerza en la oración, vive y sigue viviendo en la dulce melodía desencadenada... ¡Mi dulce sombra del amor!
¡Feliz navidad en mi recuerdo siempre!
Doral.
ME ENCANTA TU PAGINA DORAL, QUE SENTIDA CARTA LA QUE HAS ESCRITO Y NOS COMPARTES ARRIBA ESE ANIMO SIEMPRE NOS ESTAS ALENTANDO NO ESTES TRSITE QUIERO VERTE SIEMPRE COMO TU ERES TAN LINDA COMO SIEMRPE SEÑORA.
ResponderEliminarTU AMIGA ARMIDA