¡El dulce néctar de las espinas!
Hay seres en el mundo que sólo nacen para dar, quizá porque no tienen ninguna necesidad de recibir en el dulce encanto de que su cáliz interno del alma, derrama su espuma de abundancia, (su estilo único de vivir), pero yo me pregunto: ¿Hasta dónde las espinas son nutrientes en el sol de la vejez?
Ella (la dama de las magnolias), aprendió a amar desde muy jovencita, perfeccionó sus maneras de entregarse siempre a los arcos fuertes del dolor, abrazada a la sublime fe y esperanza de transmutarlo en la ciencia de su propio pellejo y no del ajeno. Sabía que para dar testimonio y fe de los sentimientos, primero había que forjarlos, darles vida, sentirlos, emanarlos... sí; irradiarlos sin esperar nada a cambio, sabiendo que... ¡El deber cumplido es dulzura para el alma!
¿Encontrar el amor en este mundo?, ¡imposible!, ella misma ha sido el amor en su máxima expresión: Ternura, candor, entrega, comprensión, desvelos, cariños, pasiones y más que eso... ¡Devoción! para transformar las lágrimas en frescas gotas de rocío, la amargura en dulzura infinita, las espinas que tanto hieren, en suaves pétalos de rosas acostumbradas a perfumar los pies que la han pisoteado.
El dulce néctar de las espinas, alimento de aquellas almas que han nacido por y para amar a pesar de todas las viscisitudes, incluyendo aquellas que no tienen explicación, quizá porque no corresponde ni procede cuestionarlas, o tal vez porque no hay para ellas una respuesta. ¡La mejor respuesta la llevan en el silencio del corazón!
Esas almas escriben a veces poemas, callando al corazón porque les duelen los gritos que emocionalmente se manifiestan en el silencio... ¡El mudo lenguaje de quien ama, siente, ríe y llora porque es amor!... El amor que corre por las venas como estigma o brote de olivos con raices profundas en el alma.
El dulce néctar de las espinas que son tuyas Mujer... porque tú fuiste selecta para vivir con el alma preñada de amor y parir sonrisas... fuiste hecha por el artista más grande del universo, que te concedió el privilegio de ser su instrumento para dar vida en este mundo. ¿Quieres mejor correspondencia?
Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.
Ella (la dama de las magnolias), aprendió a amar desde muy jovencita, perfeccionó sus maneras de entregarse siempre a los arcos fuertes del dolor, abrazada a la sublime fe y esperanza de transmutarlo en la ciencia de su propio pellejo y no del ajeno. Sabía que para dar testimonio y fe de los sentimientos, primero había que forjarlos, darles vida, sentirlos, emanarlos... sí; irradiarlos sin esperar nada a cambio, sabiendo que... ¡El deber cumplido es dulzura para el alma!
¿Encontrar el amor en este mundo?, ¡imposible!, ella misma ha sido el amor en su máxima expresión: Ternura, candor, entrega, comprensión, desvelos, cariños, pasiones y más que eso... ¡Devoción! para transformar las lágrimas en frescas gotas de rocío, la amargura en dulzura infinita, las espinas que tanto hieren, en suaves pétalos de rosas acostumbradas a perfumar los pies que la han pisoteado.
El dulce néctar de las espinas, alimento de aquellas almas que han nacido por y para amar a pesar de todas las viscisitudes, incluyendo aquellas que no tienen explicación, quizá porque no corresponde ni procede cuestionarlas, o tal vez porque no hay para ellas una respuesta. ¡La mejor respuesta la llevan en el silencio del corazón!
Esas almas escriben a veces poemas, callando al corazón porque les duelen los gritos que emocionalmente se manifiestan en el silencio... ¡El mudo lenguaje de quien ama, siente, ríe y llora porque es amor!... El amor que corre por las venas como estigma o brote de olivos con raices profundas en el alma.
El dulce néctar de las espinas que son tuyas Mujer... porque tú fuiste selecta para vivir con el alma preñada de amor y parir sonrisas... fuiste hecha por el artista más grande del universo, que te concedió el privilegio de ser su instrumento para dar vida en este mundo. ¿Quieres mejor correspondencia?
Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.
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