¿Se puede amar a dos hombres a la vez?

¿Se puede amar a dos hombres a la vez?

Mis caras amigas, hoy vamos a abordar un tema bastante espinoso, pero digno de ser consignado, en virtud de que se ha suscitado esta situación complicada y por demás desesperante al grado de la más cruel incertidumbre en algunas damas.

Mujeres capacitadas para amar de mil maneras. Mujeres que han hecho un perfeccionismo del amor humano, una gran obsesión enfermiza, una terrible confusión, un tremendo dilema y un verdadero callejón sin salida en sus vidas, y sin embargo; no siempre el hombre que les dilata su pupila, reúne todo el perfil que requiere a gritos el corazón.

Veamos esto con detenimiento: Todas las mujeres son hermosas por supuesto, saben y sienten que ellas son muy especiales en todo sentido y que se merecen desde luego, al mejor hombre del mundo, de preferencia que las atienda y les demuestre con hechos, el amor tan esperado de todo su ser, y se enamoran sí; y no mienten, sí se sienten enamoradas de verdad, sea éstas: Solteras, casadas, divorciadas, separadas, viudas, abandonadas o simplemente admiradoras y enamoradas.

La mujer consigue su propósito de atraer al galán de sus sueños, quizá de ojos hermosos, tierna mirada, palabras dulces, seductor, guapo, atento, con una sonrisa de ensueño, honrado, trabajador y… ¡Ay mi Dios!, aquella mujer se tira de cabeza por él: No duerme, no come, no sueña más que con estar a su lado, pertenecerle y hasta apoderarse de él, en cuerpo, alma, sentimiento y razón.

El afortunado en cuestión, por supuesto se siente un soberano pavorreal, un adonis, un Mel Gibson, un Arnold Schwarzenegger, un Brad Prit, un rey atendido en todas sus solicitudes y obviamente la mujer se siente satisfecha, una triunfadora, una ganadora capaz de llevar y elevar hasta el cielo a aquel hombre, con su bien aplicado, marcado y profundo interés, sus atenciones, su ternura, sus más dulces palabras y sus más delicadas y exquisitas caricias de mujer.

Empiezan ambos a entablar la hermosa relación tan anhelada por ella o por él. Los primeros días son de adaptación, de conocimiento, de reciprocidad, de intercambio de detalles y la búsqueda de identificarse con ese rico calorcito que les haga sentir seguras, amadas y respetadas en cada momento y en cada lugar las 24 horas del día y los 365 años del año.

Se sienten soñadas esas mujeres, privilegiadas de tener consigo al hombre que dicen sentir que “sólo es suyo”, y de nadie más. No lo dudo que así sea los primeros días o meses… pero: Al transcurrir el tiempo, empiezan a verse ambos los defectos: “Pensé que era más cariñoso”, “creí que era más atento”, “no usa pañuelo”, “no me gusta como come” “no me dice que hoy me veo bonita con mi vestido nuevo”, “no me dió las gracias por el regalo que le compré”, “no le importa que yo me sacrifique por él” y encima, “me hostiga con sus celos tontos” “no le gusta que salga sin él”, “no le gusta lo que a mí me gusta hacer”, “somos incompatibles”, etc.

Ya ahí está la pobre mujer arrepintiéndose de haber puesto sus ojos en ése “guapo” que no ejercita ni siquiera las más elementales normas de urbanidad, pero teme perderlo por no quedarse sola otra vez y decide aguantarle sus patanerías y continuar esa relación porque está segura que lo ama y que lo necesita a pesar de todo.

Pero el día menos pensado de su vida, vé pasar a su lado, a otro hombre de recia personalidad, bién vestido, elegante, refinado, culto, con una voz viril, amable, cortés y hasta con un toque bastante seductor.

O bién; conoce a alguien por la internet, que habla y escribe cosas preciosas, le llama poderosamente la atención su exquisitez de hombre cariñoso, amoroso, respetuoso, protector, único e irrepetible.

¡Alto!… ¡Quietas ahí! ¿Qué pasó?

Empieza la guerra consigo mismas, quiere saber de él: Dónde vive, a qué se dedica, con quién vive, cómo es o ha sido su vida, quiere escucharlo, verlo o leerlo, se emociona, le nacen nuevos bríos, nuevos sueños, nuevas esperanzas y por defaúl, se siente enajenadamente atraída por él.

Ya no le importa tanto que el compañero que tiene a su lado, se ponga a sorber escandalosamente los caldos en la mesa, ni mastique descuidadamente los alimentos, ni que al estornudar no tenga pañuelo a la mano para limpiarse, ni que al dormir tenga que roncar, ya no le importan tanto esas cosas, porque su mente ya la ocupa toda, otra nueva ilusión en su vida.

A la primera noche le siguen dos, tres o más semanas de insomnio, piensa y piensa dándole vueltas al asuntito que le absorve toditas sus energías:

¿Y ahora qué voy a hacer?, ¿Por cuál de los dos me decido? “a mi pareja lo amo sinceramente, pero a éste otro lo adoro y no lo quiero perder” ¿Lo adora? ¿Cómo es eso de que lo adora si apenas lo acaba de conocer?

Empiezan las excusas y pretextos para estar siempre ausentes del hogar, y se las ingenia de las mil maravillas para encontrarse a como dé lugar con el segundo de abordo, pues éste ya le ha mostrado bastante interés, y la cosa se pone interesante, o mejor dicho: ¡Candente!

Se llega a la etapa de una verdadera confusión, angustia, impotencia, y llanto con el corazón partido en dos, por tener que regresar a la casa donde está guardada su máxima seguridad, pero no está dispuesta a soltar los amoríos que le otorgan tantas ricas y nuevas emociones.

Luego llega a casa a fregar los platos o a tender las camas y sigue su rutina mental acosante e incesante de secreto monólogo constante y repetido: "¿Qué hago? –Me estoy volviendo loca, no puedo más, ésto no puede seguir así"

Al primero siente amarlo porque lo necesita, al segundo lo necesita porque siente amarlo y no quiere perder a ninguno de los dos... ¡Pero no puede vivir con los dos!

Es lamentablemente triste amigas queridas, vernos envueltas en una situación semejante, un verdadero callejón sin salida, una lucha desigual entre la razón atormentada y el corazón roto en mil pedazos.

Por su pobre pareja llega a sentir hasta lástima, compasión… y por el otro un verdadero torbellino de pasiones desmedidas cual si fueran las de una colegiala enamorada del amor.

¿No será que en el fondo, lo único que busca la mujer en tales circunstancias, es idealizar al amor en dos o más hombres?

Lo que no tiene uno, lo tiene de sobra el otro, y lo que vemos en el otro, no lo tiene nuestra pareja. Entonces tratamos de dividirnos para tener en dos (o más), al hombre perfecto de nuestros sueños, aunque la conciencia nos traiga marcando el paso.

Entonces, ¿Qué está pasando ahí?

Les invito por favor a reflexionar profundamente en ésto: Nunca busques afuera, lo que puedes encontrar dentro de ti, porque si te habrás dado cuenta mujer, tú que has estado buscando el amor en dos hombres a la vez, lo que hoy te parece un sacrificio, si lo razonas con madurez, prudencia y cordura, va a terminar siendo el mayor logro de toda tu vida, poniendo las cosas en su lugar, sin mezclar sentimientos.

No pienses más en lo que hoy eres, sino en lo que puedes llegar a ser, convirtiéndote en una digna esposa, madre y mujer, dueña y señora de ti misma y por ende de tu propio hogar. Si así lo hicieres, que “DIOS” te lo premie, y si nó; que “EL” te lo demande. Eso es todo.

Que Dios me las bendiga mucho,
Doral.