¡Aprende a ser feliz!

¡Aprende a ser feliz!

Parecería un sueño de niña ingenuamente pretenciosa el querer conseguir la felicidad a manos llenas como si fueramos a tomarla así nomás tan fácil como se toma el agua del océano ¡Vaya, qué chasco nos llevaríamos al ver que el agua se escurriría enseguida!, ¿verdad?, o quizá algunas mujeres piensan que obtener la felicidad sólo es cuestión de esperar con los brazos cruzados a que nuestra bendita suerte nos traiga hasta la puerta de la casa, al príncipe azul forrado de dinero, que viene a rescatarnos de la pobreza, o de la tumba casera llamada: "Soledad".

Esperar a que la suerte nos sonría por si sola, que el amor llegue en abundancia, que todo sea color de rosa sin hacer el menor esfuerzo por enseñarnos a forjar, construir, a abrir caminos hacia nuestro ser interior profundo, también me parece que sería tan iluso como querer volar a la luna en una avioneta de corto vuelo, peor aún que pretender tomar con las manos, toda el agua del océano ¡sería algo ilógico! ¿verdad?

Pero es prudente darnos cuenta de que la pobreza y la soledad son dos elementos que se atraen poderosamente, son comadres "aliadas" para vencer en desaliento a cualquier persona, sin importar género, raza, nacionalidad, credo o bandera, y sin embargo: Hay dos clases de pobreza, la interna y la externa... (pobreza espiritual y pobreza económica). Dualidad que tambien existe en la soledad. Se puede sentir una muy sola estando acompañada o viceversa; se puede estar muy sola, porque no hay nadie alrrededor. Son dos extremos que se tocan y que inexorablemente, sirven de paliativos a las(os) futuras(os) candidatas(os) a la fuente depresiva.

Construir caminos propios hacia la fuente de la felicidad, no es cosa de devorarse tomos completos de libros o manuales sobre cómo ser feliz o ir a la escuela para que los maestros te enseñen a sonreir o a ponerte máscaradas ante los eventos exteriores para que éstos no te golpeen. Forjar circunstancias y construir caminos propios hacia la verdadera felicidad implica un cambio de actitud y punto, no hay más, no le demos más vueltas al asunto por favor.

Por ejemplo: Supongamos que una mujer está muy entusiasmada, contenta, activa y feliz preparando una fiesta en casa. Empezó con las compras desde hace semanas y aún no termina porque su alegría y su ilusión por la dichosa fiesta, le produce una energía increíble y su mente vuela al mil por hora realizando proyectos de cómo va a decorar, qué vá a cocinar, qué ropa va a lucir, cómo se va arreglar, cómo piensa impresionar a sus invitados, etc. Todo vá de lo mejor, se acuesta tarde y se levanta temprano, no hay nada que la detenga porque se siente llena de vitalidad preparando hasta el último detalle para su fiesta que tiene visos de ser la mejor que se ha llevado a cabo en su casa. Pero, ¿Qué pasa cuando llega el día tan esperado?

Obviamente que para cuando llega el día tan esperado para la fiesta, la pobre mujer ya no tiene ánimos ni de meterse a la ducha, ni de planchar el lindo vestido que tiene semanas acariciando con la vista, cocina de mala gana y ya hasta se le olvidó a cuánta gente invitó previamente. Su rostro luce cansado, sus manos temblorosas, le duele la espalda, las rodillas, ya no quiere saber nada de meterse en las lindas zapatillas de piel que había comprado para la fiesta, lo único que desea es meterse en las chanclas más anchas que encuentre en su cuarto porque ya anda arrastrando los pies de tanto caminar... ¡Le duele todo y se ha puesto histérica! puf... ¡Con cuánta razón! Se quiso devorar el mundo de un sólo bocado y sin digerirlo.

¿Dónde quedó la felicidad tan esperada para ese día?, se le quedó en el camino, ¡Y ni cuenta se dió!. No quiso darse cuenta de que la felicidad no es una meta ni un destino, sino un camino, un proceso, un constante sonreir de alegría aquí y ahora pase lo que pase, una actitud, un estado mental positivo para vivirse de momento en momento, de instante en instante.

¿Por qué esperó esa pobre mujer tantas semanas para ser feliz cuando pudo haberlo sido en el trayecto de sus compras, de sus preparativos, de sus planes, de sus ajetreos diarios que fueron para vivirlos intensamente con pasión, con entrega, con entusiasmo feliz pero conciente ¡Esa es la verdadera felicidad!, la que no se pre-fabrica por un tiempo, sino la que se vive justo en el momento en que vamos transitando por la vida y punto.

Aprender a ser feliz, es la materia más fácil que nos regala gratuitamente la universidad de la vida; no hay registros, no hay cuotas, no hay costos, no hay examenes de admisión, no hay nada, sólo vivir, sonreir y ser felices gratuitamente con todo lo que Dios nos dá, sea mucho o poco, sea color de rosa o morado, ¿qué más dá? si para ser feliz sólo se necesita querer serlo y ya, eso es todo.

Y ya para terminar, tengo una pregunta para tí, amiga lectora: ¿Cuánto te cuesta comprar una sonrisa, o regalarla? ¡Sé que tú tienes la respuesta!

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.