¡La mujer sin-vergüenza!
No parece extraño para nadie, encontrar personas que tienen muy arraigados sus prejuicios y sus juicios a priori, tan desmedidos y sin ningún control, que a veces suelen molestar, lastimar, o causar daños emocionales muy profundos a otras personas inocentes, especialmente a la mujer, cuando ésta, es etiquetada de forma vulgar, prosaica, devorada sin piedad y hasta señalada como una "Sinverguenza", pero...
Es conveniente detenernos un poco (antes de avanzar leyendo sobre este tema), para verificar etimológicamente si la palabra "Sinvergüenza" es el adjetivo correcto (qué feo suena eso), para agredir groseramente a alguien que nos cae mal, le tenemos envidia, nos causa mala impresión, o simplemente tiene ese "algo" que no soportamos de esa persona. Veamos...
Según la norma general, se dice que ser un... o una sinvergüenza, es comportarse como una persona inmoral, o sin moral, irrespetuosa, descarada, o sea... demasiado desinhibida, que todo le da igual, que todo le vale un cuete y que es demasiado extrovertida, que no tiene freno, que no tiene control sobre lo que piensa, ni sobre lo que dice, ni sobre lo que siente. Y lo que es peor aún, así lo transmite espontáneamente hacia los demás, como si se tratara de su propio credo íntimo y muy individual. Sin embargo y en honor a la verdad, el término "Sinvergüenza", no se encuentra registrado en el diccionario de sinónimos ni antónimos de la Lengua Española.
Entonces, ¿Qué significa la palabra vergüenza?. Hay dos formas de interpretación, según sea la situación, persona, lugar o causa. Tener vergüenza por ejemplo, puede considerarse como un acto de conservar la dignidad, el pudor, el recato, o defender los principios formativos más elevados del individuo. Pero "vergüenza" también se podría interpretar como un sentimiento de timidez, de introversión, de falta de roce social, falta de seguridad, baja autoestima y hasta desconocimiento:
"Me da vergüenza ir a esa fiesta porque no conozco a nadie", "Me siento cohibida y no tengo don de conversación", "Qué pena siento que me hayas avergonzado frente a la gente", "Me sonrojaste con lo que me dijiste", "Me ruboriza que me vean las piernas", "Me bochorna tu conducta desleal", "La presencia de ese hombre me intimida, me encoje, me comprime, no puedo mirarlo a los ojos" etc. La vergüenza que se experimenta ante algo, o ante alguien, puede ser considerada como una modestia personal también.
Por lo tanto, no sentir vergüenza es cuestión de actitud, es algo netamente sociocultural (también podría obedecer a cuestiones genéticas), y no necesariamente incluye que la persona a fuerza tenga que ser etiquetada como descarada, irreverente o aventadamente irrespetuosa, por el contrario, hay muchas personas con una ética exquisita y una elevada calidad moral que no acostumbran a prejuzgar a nadie, ni le temen a nada ni a nadie, ni se avergüenzan ante nadie.
Y si de mujeres se trata amigas queridas, ustedes y yo sabemos que existen muchas, muchísimas, miles de mujeres en el mundo que sí son irreverentes, y qué bueno que lo sean, porque ser irreverente, también es tener el valor de atreverse a todo sin lastimar a nadie ni faltarle el respeto a nadie, por el contrario, se convierten en amazonas y guerreras dispuestas a arrojarse, a luchar por la vida, a sacar adelante a sus hijos, incluso a veces sin tener un compañero a su lado, a trabajar, a sufrir... ¡A hacerse mujeres!
Estas mujeres son unas mujeronas, tenaces y bravas para probar sus fuerzas, intentarlo todo con o sin recursos, se atreven a hacerlo porque saben perfectamente bién que nadie sabe de lo que es capaz, hasta que lo intenta, y si no lo intentan ¿Cómo saber de lo que son capaces?. Así que no os preocupéis tanto si alguien osa en llamaros "mujeres sinverguenzas". ¡Qué vergüenzas ni qué nada!... cuando los hijos y la familia tiene hambre, no hay vergüenza que valga, para salir a pedir prestado o fiado para comer, o para vestir o para adquirir medicamentos si hubiese una emergencia. ¿O será que por vergüenza nos vamos a limitar de salir a todos los campos de acción? ¿O también por el qué dirán?... ¡Naranjas! (como dirían en mi pueblo)
Y se diga lo que se diga, o pase lo que pase, suceda lo que suceda y contra lo que suceda, qué bueno que la mujer de nuestro mundo se atreva a romper con sus viejos paradigmas y sus propios prejuicios y que no le dé tanta importancia a lo que realmente no la tiene. Después de todo y a la postre, sólo se vive uno a sí mismo, y con vergüenza o sin ella, sigo creyendo en la calidad moral como único camino hacia la conquista del alma. Eso es todo.
Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.
Es conveniente detenernos un poco (antes de avanzar leyendo sobre este tema), para verificar etimológicamente si la palabra "Sinvergüenza" es el adjetivo correcto (qué feo suena eso), para agredir groseramente a alguien que nos cae mal, le tenemos envidia, nos causa mala impresión, o simplemente tiene ese "algo" que no soportamos de esa persona. Veamos...
Según la norma general, se dice que ser un... o una sinvergüenza, es comportarse como una persona inmoral, o sin moral, irrespetuosa, descarada, o sea... demasiado desinhibida, que todo le da igual, que todo le vale un cuete y que es demasiado extrovertida, que no tiene freno, que no tiene control sobre lo que piensa, ni sobre lo que dice, ni sobre lo que siente. Y lo que es peor aún, así lo transmite espontáneamente hacia los demás, como si se tratara de su propio credo íntimo y muy individual. Sin embargo y en honor a la verdad, el término "Sinvergüenza", no se encuentra registrado en el diccionario de sinónimos ni antónimos de la Lengua Española.
Entonces, ¿Qué significa la palabra vergüenza?. Hay dos formas de interpretación, según sea la situación, persona, lugar o causa. Tener vergüenza por ejemplo, puede considerarse como un acto de conservar la dignidad, el pudor, el recato, o defender los principios formativos más elevados del individuo. Pero "vergüenza" también se podría interpretar como un sentimiento de timidez, de introversión, de falta de roce social, falta de seguridad, baja autoestima y hasta desconocimiento:
"Me da vergüenza ir a esa fiesta porque no conozco a nadie", "Me siento cohibida y no tengo don de conversación", "Qué pena siento que me hayas avergonzado frente a la gente", "Me sonrojaste con lo que me dijiste", "Me ruboriza que me vean las piernas", "Me bochorna tu conducta desleal", "La presencia de ese hombre me intimida, me encoje, me comprime, no puedo mirarlo a los ojos" etc. La vergüenza que se experimenta ante algo, o ante alguien, puede ser considerada como una modestia personal también.
Por lo tanto, no sentir vergüenza es cuestión de actitud, es algo netamente sociocultural (también podría obedecer a cuestiones genéticas), y no necesariamente incluye que la persona a fuerza tenga que ser etiquetada como descarada, irreverente o aventadamente irrespetuosa, por el contrario, hay muchas personas con una ética exquisita y una elevada calidad moral que no acostumbran a prejuzgar a nadie, ni le temen a nada ni a nadie, ni se avergüenzan ante nadie.
Y si de mujeres se trata amigas queridas, ustedes y yo sabemos que existen muchas, muchísimas, miles de mujeres en el mundo que sí son irreverentes, y qué bueno que lo sean, porque ser irreverente, también es tener el valor de atreverse a todo sin lastimar a nadie ni faltarle el respeto a nadie, por el contrario, se convierten en amazonas y guerreras dispuestas a arrojarse, a luchar por la vida, a sacar adelante a sus hijos, incluso a veces sin tener un compañero a su lado, a trabajar, a sufrir... ¡A hacerse mujeres!
Estas mujeres son unas mujeronas, tenaces y bravas para probar sus fuerzas, intentarlo todo con o sin recursos, se atreven a hacerlo porque saben perfectamente bién que nadie sabe de lo que es capaz, hasta que lo intenta, y si no lo intentan ¿Cómo saber de lo que son capaces?. Así que no os preocupéis tanto si alguien osa en llamaros "mujeres sinverguenzas". ¡Qué vergüenzas ni qué nada!... cuando los hijos y la familia tiene hambre, no hay vergüenza que valga, para salir a pedir prestado o fiado para comer, o para vestir o para adquirir medicamentos si hubiese una emergencia. ¿O será que por vergüenza nos vamos a limitar de salir a todos los campos de acción? ¿O también por el qué dirán?... ¡Naranjas! (como dirían en mi pueblo)
Y se diga lo que se diga, o pase lo que pase, suceda lo que suceda y contra lo que suceda, qué bueno que la mujer de nuestro mundo se atreva a romper con sus viejos paradigmas y sus propios prejuicios y que no le dé tanta importancia a lo que realmente no la tiene. Después de todo y a la postre, sólo se vive uno a sí mismo, y con vergüenza o sin ella, sigo creyendo en la calidad moral como único camino hacia la conquista del alma. Eso es todo.
Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.
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