jueves, 17 de marzo de 2011

¿Los apegos sentimentales duelen?



¿Los apegos sentimentales, duelen?

En esta vida todas las mujeres tenemos tendencias muy marcadas a la búsqueda de motivos especiales para cultivar los sentimientos y los sentimentalismos.

Nos volvemos unas verdaderas madonas, atrevidas y expertas en materia de afectos, no hay quien se atreva a competir con nosotras, porque anticipadamente se sabría un vencido.

Las mujeres somos expertas en refinar los detalles, las ternuras, los besos y los apapachos a nuestro ser amado, y hasta con copia al sindicato: El de las mujeres “cariñosas”, para que nadie diga que no dejamos constancia y que al amor lo vivimos sin testigos, y hasta con honor.

Algunas mujeres se desgastan emocionalmente pensando cómo verse mejor, cómo lucir mejor ante el hombre que les ha sacudido todo el tapete y se matan de hambre con tal de bajar un par de kilos previamente antes de su primer cita, aunque a la segunda o a la tercera, tengan que meterse primero que su compañero bajo las cobijas, para que éste, no les vea sus llantitas o rollitos. ¡Están tan enamoradas! Que no soportarían que sus parejas quisieran hacer el amor con la luz encendida… ¡Qué horror!, como si esto fuera el fin del mundo.

¿Por qué tantos miedos, tabúes y temores? ¿Será por vanidad u orgullo femenino? ¡A la mujer le da pavor la sola idea de desnudarse ante su ser amado cuando ella es gordita, o muy flaquita, teme decepcionarlo y perder al hombre de su vida por no poseer mucho atractivo visual!. Se aferra a su pudor y a su cobija con uñas y dientes antes de que el hombre la mire desnuda, como si ese hombre significara todo en su vida, o fuera para ella, una especie de ley de vida o muerte, o lo sintiera como su única tabla de salvación.

No hay más nada ni nadie en la vida que convenza a ese tipo de mujeres a deshacerse de tales pensamientos tan devastadores, tan angustiosos y tan preocupantes que pueden ser fácilmente evitables, si desapareciera el temor, el miedo y por supuesto el apego.

Pero… ¿Sabes mujer lo que significa el apego sentimental? Se parece mucho a la dependencia emocional, y ambos sentimientos van tomados de la mano como si uno sin el otro no pudiera existir o hiciera a la mujer extraviarse en el bosque de su vida, enajenarse o dejarse cegar voluntariamente por su propio amor, y hasta lo defiende excusándolo: “Es que yo lo quiero”, “Es que podría dejarme”, “Es que… ¿qué haría sin él?”, “Es que no soporto que me vea así”, “Es que lo adoro y quiero ser suya”, “Es que no puedo hacerlo enojar, tengo que complacerlo en todo”, etc. pero el dilema es que a la mujer: ¡Le da verguenza mostrarse físicamente ante él, tal cual ella es!

Y la verdad de las cosas, tenemos que reconocer que en ese estado tan lamentable, la mujer enamorada, cariñosa y apegada a su hombre (sea novio, esposo, amante, amigo o lo que sea), se deja arrastrar, se deja mandar, ordenar, manipular, utilizar, humillar, embarazar y descuida totalmente su individualidad, su dignidad, se le olvida cultivar el honor que se debe a ella misma como dama y mujer ¿Cómo pretende entonces ser respetada por su ser amado, si no posee la delicadeza ni siquiera de respetarse a ella misma primero?

A esas mujeres se les ha entumido la razón, no carburan, no piensan, no reflexionan, no asimilan, o de plano; ¡se les apagó totalmente el motor!, perdieron la vergüenza, la dignidad y perdieron el honor porque el tanque de reservas, también se les quedó vacío. Ahora viven de puros “puchones” o empujones, y a repelones caminan a rastras con la dignidad por los suelos, con la autoestima tocando fondo, con la tristeza a flor de piel y con la frustración comiéndoles las entrañas: “No sé qué hacer, no puedo dejarlo, me moriría sin él, lo amo demasiado, él es mi vida", "No me importa humillarme, ni rebajarme, con tal de no perderlo y por él haría lo que fuera… ¡Lo que sea! Incluso… lavarle sus pies y limpiarle sus zapatos”. ¡Se sienten morir, pero no hacen nada por soltar el látigo que las golpea!, lo besan como si se tratara de una reliquia ancestral y milenaria. O sea…

La mujer que vive en tales circunstancias está en manos del hombre, depende totalmente de todo, casi hasta para respirar, y allí se hace sólo lo que él dice porque para eso es el hombre ¿verdad? ¡Pues no señoras!… ¡Caray! ¿Qué se le puede sugerir a la mujer que piensa así, con los pies y no con la cabeza?, si nada ni nadie la hará entender, ¡Hasta que solita se golpee y lo entienda!

La dignidad humana tiene un precio que no todo mundo está dispuesto a pagar amigas queridas, ¿verdad?, pero si por amor vas a sufrir toda tu vida al lado de un hombre que no te sabe valorar, respetar ni amar, como tú lo mereces, ¡suéltalo!… ¡déjalo ir! No te aferres, porque al final de todo, tú y yo sabemos ahora, quién de los dos saldría perdiendo más. ¿De acuerdo?

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.

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