Mujeres enamoradas y abandonadas
Qué hermosa se ve siempre una mujer enamorada ¿verdad?, y esto obedece a que el impulso que da el amor y los sentimientos femeninos, siempre generarán en su organismo, algunas sustancias químicas producidas por su cerebro, conocidas con el nombre de oxitocina, dopamina, fenilananina y betoendorfinas en cantidades estratosféricas que son los detonantes de la alegría, de la ternura, del entusiasmo, de la sonrisa a flor de piel y en general, de las “ansias de ser” en todo su esplendor hormonal, que por supuesto le ayuda a la mujer, a ser más creativa cada día.
En honor a la verdad, hemos de consignar aquí y ahora sin temor a equivocarnos, que la mujer en todo su esplendor, y bajo los efectos de dichas sensaciones tan agradables ¡Se clava en cuerpo, alma, sentimiento y razón!, y con más razón si el hombre de sus sueños es un guapo, un hombre apuesto, un adonis de ojos verdes, azules, o negros o morados o como sea, lo que menos importa es el color de sus ojos, ¿Pero la mirada?, ¡Ay, Dios mío; esas miradas que matan!... ¡Qué hermosa mirada viril la que poseen algunos señores que ni ellos mismos se percatan de todo lo que generan en el vientre de la mujer enamorada!... ¡Maripositas revoloteando con gran furor!
Obviamente que algunas mujeres en tales circunstancias, muestras tendencias hacia el enamoramiento inmediato, sin meterle mente al asunto siquiera, ¡ella siente y punto!, se deja llevar por sus pensamientos, por sus sentimientos, por sus impulsos, por sus ilusiones, por sus idealismos y caray… La adrenalina corriéndole por sus venas al mil por hora, ya que, después de todo ¿Qué mujer no está dispuesta a hacerle caso a lo que le dicta su corazón? ¡Por supuesto que le hace caso, y así ella cura sus tempestades y sus obstáculos!
El este marco, lo más fácil es que la mujer ceda por amor, o por enamoramiento, sin importar las circunstancias que rodean a su relación con el hombre de sus sueños, sea que se trate de un hombre lejano, un hombre casado, viudo, divorciado, separado, arrejuntado (¿o cómo se dice?), un hombre viviendo en unión libre, un hombre prohibido, un hombre mayor, o menor de edad, o simplemente, cualquier hombre del mundo sin características especiales, total que al amor, no se le conoce por un rostro humano ¿cierto?
Sin embargo, cuando los vacíos emocionales que la mujer solitaria padece, son más grandes y profundos que su propia “osadía” de permitirse amar, o darse el lujo de sentir amor sin ataduras psicológicas de ninguna especie, la mujer se siente a la deriva de las circunstancias, suspendida entre el cielo y el infierno. Espera que llegue su día a día para ponerse hermosa y salir al mundo a esperar que se realice su gran ilusión, se siente desamparada y abandonada a su suerte de cierta manera y con justa razón, termina abrazada a su ilusión.
Entonces, es noble reconocer, que este tipo de energías a las que nos referimos, son la fuente de luz (el tanque de reservas), que toda mujer posee en su interior, y que es la misma mujer, quien debe aprender a manejar sus emociones a través de la observación directa de lo que siente y le pide su cuerpo a gritos, con el objeto no sólo de “dejarse llevar por lo que siente”, o “sentirse como una veleta” a la deriva de las circunstancias o lo que es peor, sentirse suspendida entre el cielo y el infierno que por supuesto la limitarán para tomar las decisiones más correctas para su vida, sino para trascenderse a sí misma, saber que posee en su interior un arsenal de armas y herramientas para construir lazos afectivos y emocionales nutrientes y para largo plazo, y de paso defenderse de cualquier mal sentimiento o pensamiento que pudiera alterar su armonía íntima, personal, espiritual, o desviar su estilo de vivir. Eso es todo.
Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.
En honor a la verdad, hemos de consignar aquí y ahora sin temor a equivocarnos, que la mujer en todo su esplendor, y bajo los efectos de dichas sensaciones tan agradables ¡Se clava en cuerpo, alma, sentimiento y razón!, y con más razón si el hombre de sus sueños es un guapo, un hombre apuesto, un adonis de ojos verdes, azules, o negros o morados o como sea, lo que menos importa es el color de sus ojos, ¿Pero la mirada?, ¡Ay, Dios mío; esas miradas que matan!... ¡Qué hermosa mirada viril la que poseen algunos señores que ni ellos mismos se percatan de todo lo que generan en el vientre de la mujer enamorada!... ¡Maripositas revoloteando con gran furor!
Obviamente que algunas mujeres en tales circunstancias, muestras tendencias hacia el enamoramiento inmediato, sin meterle mente al asunto siquiera, ¡ella siente y punto!, se deja llevar por sus pensamientos, por sus sentimientos, por sus impulsos, por sus ilusiones, por sus idealismos y caray… La adrenalina corriéndole por sus venas al mil por hora, ya que, después de todo ¿Qué mujer no está dispuesta a hacerle caso a lo que le dicta su corazón? ¡Por supuesto que le hace caso, y así ella cura sus tempestades y sus obstáculos!
El este marco, lo más fácil es que la mujer ceda por amor, o por enamoramiento, sin importar las circunstancias que rodean a su relación con el hombre de sus sueños, sea que se trate de un hombre lejano, un hombre casado, viudo, divorciado, separado, arrejuntado (¿o cómo se dice?), un hombre viviendo en unión libre, un hombre prohibido, un hombre mayor, o menor de edad, o simplemente, cualquier hombre del mundo sin características especiales, total que al amor, no se le conoce por un rostro humano ¿cierto?
Sin embargo, cuando los vacíos emocionales que la mujer solitaria padece, son más grandes y profundos que su propia “osadía” de permitirse amar, o darse el lujo de sentir amor sin ataduras psicológicas de ninguna especie, la mujer se siente a la deriva de las circunstancias, suspendida entre el cielo y el infierno. Espera que llegue su día a día para ponerse hermosa y salir al mundo a esperar que se realice su gran ilusión, se siente desamparada y abandonada a su suerte de cierta manera y con justa razón, termina abrazada a su ilusión.
Entonces, es noble reconocer, que este tipo de energías a las que nos referimos, son la fuente de luz (el tanque de reservas), que toda mujer posee en su interior, y que es la misma mujer, quien debe aprender a manejar sus emociones a través de la observación directa de lo que siente y le pide su cuerpo a gritos, con el objeto no sólo de “dejarse llevar por lo que siente”, o “sentirse como una veleta” a la deriva de las circunstancias o lo que es peor, sentirse suspendida entre el cielo y el infierno que por supuesto la limitarán para tomar las decisiones más correctas para su vida, sino para trascenderse a sí misma, saber que posee en su interior un arsenal de armas y herramientas para construir lazos afectivos y emocionales nutrientes y para largo plazo, y de paso defenderse de cualquier mal sentimiento o pensamiento que pudiera alterar su armonía íntima, personal, espiritual, o desviar su estilo de vivir. Eso es todo.
Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.
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