domingo, 22 de septiembre de 2013

¿HASTA DÓNDE SE PUEDE PERDONAR UNA INFIDELIDAD?



¿HASTA DÓNDE SE PUEDE PERDONAR LA INFIDELIDAD?

La vida es lo que hacemos de ella -dice un dicho- y es muy cierto, porque paso a paso vamos construyendo una realidad que pocas veces nos hace completamente felices. Entonces, ¿A qué se debe esto? si "se supone" que como seres humanos nacimos para ser felices, crecemos para aprender, para progresar, para estar en capacidad de lograr todos los elementos que componen eso que llamamos "bienestar". Y al hablar de bienestar, se entiende que debe ser en todas las zonas o áreas de nuestra vida: Área Familiar, Laboral, Educativa, Afectiva, Social, Económica, de Salud (física y mental), Área Psicológica, y Área Espiritual, que serían las más importantes, sin embargo:

Aquí lo difícil es el desconocimiento que casi siempre tenemos de nuestro funcionamiento en cada área o zona de vida, es decir; desconocemos los roles que a cada uno le corresponde ejercer por derecho humano y no por lo que le impone (casi a la fuerza) la sociedad o la cultura en que le tocó vivir, veamos:

La sociedad por ejemplo; suele mostrarse cruel y despiadada, pues juzga y condena sin otorgar el derecho ni de defendernos. Y la vida en esas circunstancias no es una pera en dulce, ni fácil, ni cómoda...  Ni un juego como para tomar las cosas a la ligera, porque tarde o temprano llegaría el momento de tener que tomar serias decisiones respecto a nuestras conductas desalienadas (desordenadas), o pueriles.

Las parejas que contraen matrimonio, son siempre o casi siempre, las primeras en confiar en que su vida al lado del ser amado, será toda color de rosa, y cada uno a su vez se va recargando en el otro tanto en responsabilidad como en inversión.  La mujer dice: "Pues para eso me casé, para tener a un hombre a mi lado que vea por mí, que me mantenga, que me apoye, que me ame y me proteja", y el hombre piensa: "Ella es mi mujer, está obligada a atenderme, a prepararme la comida, a lavarme y plancharme la ropa, a estar pendiente de la casa y de nuestros hijos"

Y resulta que el hombre, como es tan exageradamente amoroso y responsable, se tira a matar por conseguir los dineros para su esposa y su familia, incluso aceptando contratos de trabajo lejos de su hogar.  Entonces es allí cuando a falta de la presencia del hombre, la mujer empieza a organizar su vida "sin esa presencia" o compromiso de pareja que le obligue a permanecer bajo el techo conyugal las 24 horas del día: Ella como es tan activa y tan energética, no se conforma con sólo lavar platos y fregar pisos o llevar y traer niños al colegio, ella se busca un buen puesto laboral y al poco tiempo ya está en competencia laboral con su maridito que ha descuidado su parte de la cama donde le tocaba dormir.

Empiezan los silencios dolorosos entre ambos, las rupturas sentimentales, la frialdad afectiva, los reclamos por parte de ella que "siempre está cansada" y el abandono por parte de él, que no le queda más remedio que "aguantarse" el saber que tiene a su lado a un témpano de hielo en vez de mujer, muy eficiente ella en su trabajo sí; pero en su hogar, sólo una sombra o una "cosa" que va y viene por todos los rincones, como si pareciera que aquél hogar le picara, le diera alergia y quisiera salir corriendo a casa de sus papás o de sus amigas, o al centro comercial más Vip de la ciudad para matar el tiempo.

A tal grado, las fracturas en la relación de pareja se vuelven grietas insalvables porque ninguno de los dos se quiso dar cuenta del gran alcance y magnitud en que podría convertirse la actitud de ambos, uno por no hablar, el otro por no saber escuchar y ambos por permitir que las cosas llegaran demasiado lejos.

Obvio es que en tales circunstancias de irse cada uno por su lado, a vivir su incompatibilidad de caracteres, su inmadurez o su zonas de confort,  y sólo regresar al hogar para cubrir las apariencias, o cuidarse del qué dirán o qué pasará, la imagen de pareja se va derrumbando estrepitosamente hasta que las evidencias flagelantes de la infidelidad de uno de los dos, van a marcar un alto en el camino de manera tajante, sintiendo en el corazón el gran impacto de sentirse lastimado.

Llega la separación y los trámites de divorcio, los reclamos, las sátiras palabras hirientes, el dolor, el sentimiento mortalmente herido, la humillación, las lágrimas, etc., Ella se siente desconcertada al verse descubierta, él se siente ofendido, usado y abusado, denigrado en su hombría, su honor pisoteado, su dignidad por los suelos y sus sueños rotos en mil pedacitos.

Se inician los intentos de reconstrucción, pero ninguno de los dos quiere ceder, el juzgado empieza los trámites de divorcio y se acerca el día en que deben comparecer en la corte y también los hijos. Pasan las semanas y con ellas se acumulan los mensajes de texto: "

"Tenemos que hablar, por nuestros hijos",  "¿Para qué quieres verme o qué me vas a decir que no sepa ya ti, si ya me demostraste lo mucho que valgo para ti"... "Escúchame no es lo que tú piensas"... "Ah, ¿no es lo que yo pienso? oye...¿Qué tan estúpida se me ve la cara?,  "Los niños se dieron cuenta de todo".... "No metas en esto a los niños que el problema no es con ellos" ¿Qué les vas a decir a tus hijos?, ¿Qué explicación les vas a dar?, etc...  Las noches se vuelven grises, largas, tensas, densas, cargadas de nostalgia, tristeza y soledad. Una lágrimas, dos, o más ¿qué más da cuando el corazón padece fugas?

Él ha buscado ayuda psicológica, se siente desgarrado, ofendido y al borde de la desesperación, ella no muestra ningún interés en demostrar su inocencia,  o tal vez su temor a enfrentar la más cruda de todas sus realidades la mantiene a la deriva de las circunstancias, pero con su silencio, la culpabilidad se ha hecho demasiado evidente. Él la acorrala hasta exigirle la verdad, quizá como único medio atenuador para considerar la posibilidad de un ansiado perdón, ¿Pero la negación o el silencio no son el peor infierno para vivir el resto de la vida con la duda?, ¿Tan difícil es hablar con la verdad, antes de lastimarse más con evasivas y alejamiento?

A un hombre quizá le sea más fácil aceptar la infidelidad frente a su mujer, pero a una mujer le es doblemente más difícil aceptar su culpabilidad y su arrepentimiento frente a quien siempre la tuvo en el más hermoso y elevado de todos los conceptos, ¡Casi en un altar!, ¿Cómo decirle a tu esposo: Te fallé, si te fui infiel, si es verdad que me acosté con otro mientras tú no estabas? y lo peor de todo... Tener que admitir frente a tu pareja, que también descuidaste a tus hijos por andar de arriba para abajo (como chicle bolita), con otra persona ajena, ladrona, oportunista, vividora y cínica, que lo único que buscaba era aprovecharte y saquearte?

¿Qué tanto valor y fuerza se necesita para escarmentarse voluntariamente ante al otro, abrirse plenamente con la terrible verdad de frente y admitir abiertamente ante nuestra pareja, que en su ausencia sí hemos cometidos muchos y muy graves errores, pero que también hemos tenido el coraje, el garbo y la delicadeza de aceptarlo, reconocerlo y trascenderlo con tanto dolor, lágrimas arrepentimiento?

Y aquí cabe preguntarse: ¿Quiénes somos nosotros para juzgar y hasta para condenar actos ajenos?, ¿Acaso somos Dioses para dictaminar sentencias devastadoras en el corazón humano?, y aquél pobre hombre todavía se pregunta: ¿Será que soy un tonto porque después de todo, mi corazón sí quiere perdonarla?

Obviamente que no toda la culpa es de quien culpable es o parece y que después de todo no estamos en este mundo para ser jueces de nadie, ni para buscar culpables, sino para encontrar soluciones, y menester es (eso sí), revisar detenidamente nuestros actos, ver en qué estamos fallando como individuos, en qué hemos fallado como pareja, en qué parte del camino nos desviamos, nos extraviamos y abandonamos nuestra empresa, dejando ir excelentes oportunidades de respetar y respetarnos, de amar y ser amados, de ser feliz y hacer felices a los demás a manos llenas, teniendo muy claro que de los errores también se aprende, porque "esos" solo son tropiezos de enseñanza en éste o en cualquier otro mundo de conciencia.  Entonces... ¿Quién dijo, o dónde está escrito que debamos ser seres perfectos?

El hombre y la mujer están capacitados para amar, pero en esa misma proporción en que se ama, (ni un gramo más), también estamos todos preparados para saber perdonar a quien nos ofende. La decisión es tuya, te pertenece, y lo que piensen, hagan o digan los demás... ¡Que te valga un soberano cacahuate!, Eso es todo.

Con mis respetos y cariño siempre.

Psic. Doral.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

"MADRES Y ESPOSAS QUE NO TIENEN NOVIO"




                    "MADRES Y ESPOSAS QUE NO TIENEN NOVIO..."


Hace días leí una anécdota muy buena que quisiera compartirles para sensibilizarles un poco respecto al "paso del tiempo", al "desgaste de las relaciones", al "envejecimiento del amor" a la "flojera de la conquista" y el "perdido arte de la seducción", que muchas veces se da en las parejas que cumplen muchos años de casados... o solamente un par, pero la pérdida es la misma.

Quisiera que lo leyeran esposas, esposos, viejitos, viejitas, novios, novias y se dieran cuenta que como se sintieron aquellas primeras veces, en esas primeras citas, con la emoción de las primeras llamadas, mensajes, flores, sonrisas... así se deberían de sentir al menos un día a la semana acompañados de su pareja de toda la vida, no solamente voltear al pasado con nostalgia y recordar que "un día así comenzó la romántica historia..." y ahora ya después de vivir juntos pelearse por quien sube o baja la tapa, quejarse de la comida, gritarse, eructar frente al otro y olerse hasta las "flatulencias" sabaneadas.

El encanto se ha perdido ¿verdad?... ¡¡Pues no señores!! hay que recuperarlo, si vida sólo hay una y es tan corta...  Por eso lean con atención la siguiente historia: 

De visita en casa de mi tío, me divierte ver a mi prima grande prepararse cuando espera a su novio; toda contenta se peina, perfuma y pinta los labios, se viste muy guapa y corre de un lado a otro de la casa, arreglando todo con detalle para que su... "mi amor" no encuentre defecto alguno en el entorno.  Entonces llega el novio oliendo a mucha loción y cuando se miran... ¡uff!, parece que flotan en el aire, se abrazan con ternura y ella le ofrece algo de tomar junto con las galletas que le preparó durante la tarde. Además, él celebra todo lo que ella le prepara para cenar con esmero, aunque se vea medio malo.

Luego se sientan a platicar tontería y media por horas, ven la tele, pero como que no la ven, sólo se coquetean, se agarran las manos, y después de lograr que los niños desaparezcamos de la sala, hasta se atreven a exhalar un suspiro mirándose a los ojos y se escuchan el uno al otro platicando cosas más serias, cursis sin perder detalle ni soltarse sus manos, y cuando la zona se siente a salvo, darse besos en silencio hasta que al susodicho no le queda más remedio que despedirse cuando mi tío empieza a rondar con la almohada bajo el brazo.

Al día siguiente le pregunto a mi mamá: "Oye mamá, ¿Quién es tu novio?", y me responde muy sonriente que su novio es mi papá. Le digo: No mami, en serio...  pero ella insiste que su novio es mi papá y yo le contesto: Pero oye, ¿Cómo va a ser mi papá tu novio?, en primera él nunca llega con un ramo de flores ni chocolates.  Reconozco que sí le da un regalo a mamá en su cumpleaños y navidad, pero lo compra el mismo día, y siempre es algo que a mi mamá ni le gusta.   Nunca he visto que el novio de mi prima se presente con una licuadora o dinero para que se compre algo.  Además mamá no pone cara de Blanca Nieves cuando papá llega del trabajo, ni él sonríe como Principe Azul  cuando la mira.  Mamá no corre a arreglarse el peinado, ni a pintarse los labios cuando suena el timbre de la puerta, y apenas voltea a verlo para decir: "Hola"...  porque siempre está ayudándonos con las tareas, o está hablando en su celular,, o haciendo la cena o viendo la tele.

El saludo de mi papá en vez de "hola mi vida" es: "Qué onda... ¡Qué día!, Maldito calor" y de inmediato se pone en las peores fachas para estar cómodo, en lugar de decir: "¿Qué se te antoja cenar?", mi mamá le pregunta temerosa "¿Qué vas a querer cenar?" (Con ganas de que le diga que nada para seguir haciendo lo suyo), y cuando creo que papá le va a decir: "Qué bonita te ves hoy", le pregunta: "¿Oye no viste dónde quedó el control de la televisión?"

Los novios se dicen cosas románticas y bonitas tales como: "Cuánto te amo", en vez de "¿Fuiste al banco?". Mi prima y su novio no pueden dejar  de mirarse, en cambio cuando mamá pasa delante de papá, él inclina la cabeza para no perder detalle de lo que hay en la televisión.  A veces papá le da un abrazo sorpresa a mamá, pero ella tiene que zafarse porque siempre está a las carreras y cree  que es para molestarla.  Además, mis papás sólo se dan la mano cuando en la Misa el padre dice: "Dense fraternalmente la paz".  Yo creo que ella me dice que son novios para que no me entere de que "cortaron" cuando se casaron.  La verdad es que mi mamá no tiene novio y mi papá no tiene novia. ¡Qué aburrido!... ¡SÓLO SON ESPOSOS!.

Autor de este Artículo.
Dra. Beatriz Acevedo Tachna
Twitter@ BeAcevedoTachna.

martes, 3 de septiembre de 2013

EL ÚLTIMO TREN DE MI DESTINO


EL ULTIMO TREN DE MI DESTINO.

Hoy he subido al último tren de mi destino, fosa común de mi existencia. Se han borrado los pasos que tras de mí, pudieran convertirse en amenaza. Cometí muchos y muy graves errores en el trayecto de mi vida -lo sé- pero también tuve el valor y el coraje de reconocerlos y trascenderlos. Hoy no tengo más nada que ocultar, nada de qué avergonzarme y nada de qué arrepentirme, ¡Mi alma está en paz!

Hoy que he subido al último tren de mi destino, puedo observar todo el abanico de posibilidades que abracé a lo largo de mi vida, momentos tristes, momentos alegres, trocitos de vida que regalé a mi paso, ensayo y error de actitudes, tropiezos de enseñanza que no puedo considerarlos un fracaso, porque aprendí.  Aprendí que también del mismo dolor se aprende, porque gracias al dolor aprendí a buscar, a inquirir, a exigir, a tocar puertas, a abrir caminos a mi entendimiento.

Hoy que he subido al último tren de mi destino, regalo una mirada al horizonte,  una última mirada que quizá siembre  añoranzas, o tal vez coseche las huellas de todo lo que pudo haber sido y no fue. ¡Estoy en paz!, mi tiempo ha terminado, se cobija la mirada en una sábana de ausencia... ¡Me he ido de mí!

Hoy que he subido al último tren de mi destino, concluyen ciclos de mi vida apasionada, amé, sentí, deseé, creí, reí, pero también lloré y sufrí para darle sentido a mi existencia y no puedo decir que mi tiempo se ha perdido porque llevo en las alforjas de mi ser la luz, suspendida como lámpara en el cielo de mi soledad oscura.

Y en esta oscuridad sedante de mi cuarto, abrazo mi destino como un viaje que quizá desconocido reclama mi presencia, un extraño amanecer de aurora que fusiona su partir a la esperanza... ¡Ya no tengo más nada que hacer aquí!... ¡Es hora de partir!

Hoy que he subido al mi último tren de mi destino, pienso en el rumbo al que me lleva el viento que respiro, sin patria, sin bandera, sin dueño y sin cobijo. Honor, familia, credo... ¿Qué es eso cuando el mismo corazón supura en fugas? ¿No es acaso en el trayecto donde se construyen metas? ¿Y qué es una meta sino vivirse a sí mismo en el camino?... 

Ssshtt, no digas más mujer de nadie... ¡Estás en la paz del corazón de Dios!... que finalmente es ése... ¡El último tren de tu hermoso destino!


Doral.
Sept. 03 de 2013

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