jueves, 17 de julio de 2014

LA VIDA NO SE HA ACABADO


LA VIDA NO SE HA ACABADO


¿Cuándo comienza la vejez?.  Comienzo con este pensamiento que por ahí me encontré: "Un hombre no envejece cuando se le arruga la piel, sino cuando se le arrugan los sueños y las esperanzas"

Entonces está muy claro, envejecer es un proceso gradual.  Se comienza a percibir cuando ya no conseguimos hacer lo que antes nos era fácil.  En esta parte de la vida, el cambio que vas experimentando, sea físico o en tu interior, las enfermedades, dolencias, la depresión, te pueden acompañar, pero la vida está ahí, no se ha acabado.

Hay que encontrar el lado positivo de las cosas.  Hay que descubrir nuevos valores, hay que ver la vida con alegría, que te entusiasmen las cosas, hay que aprender a estar solo, ya sea porque tu pareja se fue primero u otros muchos motivos en que te sientes desprotegido, medio abandonado, pero quita de tu mente lo que no te sirve, no te hagas el mártir.  

Hay que aceptar que estás llegando a viejo, que bueno porque si no, ya no estuviéramos aquí, disfrutando en lo que se puede de la vida.

Hay cosas que serían ridículas hacerlas, ¿verdad? no somos jóvenes, ni adolescentes, pero sí somos personas con sentimientos, con ganas de vivir, hagamos lo que podamos que no nos de flojera ir al café, al concierto, leer un libro, ver un buen programa en la televisión, aprender a manejar la computadora, la tablet, el celular, no lo vamos a hacer como los jóvenes, ya quisiéramos como los niños, pero algo es algo.

Cultivemos un "hobby", el que sea; tener una mascota si te gustan, jugar cartas, dominó, ser voluntario de alguna asociación para ayudar a otros, lo que sea, lo que te guste y tus recursos lo permitan, pero no te quedes mirando el techo sin hacer nada, porque ahí ya perdiste.

Hay que disfrutar estos años y dar gracias a Dios por ellos, y qué mejor cosa nos puede pasar.  No estés esperando que tus hijos y tus nietos te tengan que hacer felices, ellos son lo mejor que tenemos, el mayor tesoro, pero no son responsables de lo que tú y yo sintamos y de cómo actuamos.

Llegó finalmente la tercera edad, la mejor y la última, así que... a vivir la vida.  Y unos consejitos de un autor desconocido:

1.- Es hora de usar ahorros en forma debida.  Usarlos en mí, no para guardarlos.  No es época de inversiones por maravillosas que parezcan estas, sólo traerían angustias, es época de tener mucha paz y tranquilidad.

2.- Dejaré de preocuparme por la situación financiera de mis hijos y mis nietos, sin sentirme culpable de gastar el dinero en mí mismo(a). Ya les dí todo lo que me fue posible en su infancia y juventud, sobre todo una buena educación, ahora la responsabilidad es de ellos.

3.- compraré lo mejor, me daré algunos gustos y caprichos.  Después de muerto el dinero solo genera odios y rencores.

4.- Visitaré al sastre, al peluquero, al dentista, usaré buenos perfumes y cremas con moderación.  Si ya no estoy joven por lo menos andaré bien cuidado.

5.- Me mantendré bien informado leyendo libros, la buena prensa y visitando internet.  Nada de cosas fatalistas, para no andar angustiado.  Enviaré y leeré los mail de todos mis amigos.

6.- No usaré la expresión "en mi tiempo", porque este también en tu tiempo, ¿o no?

7.- No caeré en la tentación de vivir con los hijos o los nietos sise puede, aunque los visitaré por unos días de vez en cuando. 

8.- Aceptaré todas las invitaciones que me hagan, bautizos, cumpleaños, conferencias, showers, san viernes, santos, fiestitas, traguitos, nada de quedarme en casa fermentándome.

9.- Los dolores, resacas, aunque ya ni hay reflujos y molestias siempre estarán presentes, pero no hablaré de ellos para no hacerlos importantes; total los problemas son para el médico, pero lo bailado no me lo quita nadie.

10.- Reiré mucho y con muchas ganas, pues he sido un suertudo; he tenido una larga vida con mucha salud y mucho amor.  Si alguien me dice que ahora no haga nada de importancia, le diré que lo más importante ya lo hice...  Mi vida, buena o mala, ya la viví.

Finalmente como dijo Mario Benedetti: "No te rindas, no cedas aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento.  Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y es el mejor momento y a mis años estoy en la plenitud de mi vida.


Dra. Margot Dow
margot_dow@hotmail.com

martes, 15 de julio de 2014

EL CEREBRO Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL



EL CEREBRO Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

En estos tiempos de tantos avances de la ciencia y la tecnología, se nos abren grandes oportunidades para comprender mejor muchos de los procesos que vivimos.

Particularmente, los avances de las neurociencias encargadas del estudio del cerebro, han arrojado mucha luz al desarrollo del ser humano y a la formación de su sana personalidad, de su salud mental.

De manera muy general, hay que saber que el cerebro tiene a su cargo todo lo que se relaciona con nosotros, desde el movimiento voluntario de las partes de nuestro cuerpo y las funciones automáticas como el latir de nuestro corazón y la circulación de la sangre, hasta nuestras reacciones emocionales y las funciones de alto nivel, como el pensamiento, la memoria y el aprendizaje, entre muchas otras.

Esto significa que nuestro cerebro tiene secciones particulares desde donde se regulan y se generan las funciones que nos mantienen vivos, y que nos permiten participar en la vida, tanto de manera personal como interpersonal.

Algunas de estas funciones están relacionadas con el desarrollo del ser humano desde el momento de nacer y en adelante. Ya se sabe y se ha dicho en mucha de la literatura conocida, sobre el desarrollo de los niños, que los primeros tres años de vida son fundamentales.  Y todo esto se ha podido establecer de muchas maneras, como a través de estudios del comportamiento, haciendo hipótesis y comprobándolas, tomando la información que se tiene del proceso de crecimiento y evolución del niño, y con la información científica que se tiene del cerebro, como órgano central y responsable que alberga la mente de la persona.

No obstante, ahora que la tecnología permite "ver" al cerebro, tomarle fotografías de alto nivel que revelan no solamente su anatomía, sino su actividad a través de sus células (llamadas neuronas), los hallazgos son sorprendentes.

Se sabe que el cerebro de un niño al nacer, apenas tiene un 25 por ciento de madurez.  Aún cuando ya está formado, le falta madurar.  Ahora es posible ver un cerebro de un niño atendido de manera consistente por su madre, y compararlo con el de un niño en condiciones de abandono o de abuso; y puede observarse las áreas y regiones del cerebro donde se puede ocasionar un "daño", en términos de una falta de maduración.

De esta manera podemos comprobar que los padres, a través de nuestros cuidados para el niño, podemos colaborar a la maduración de su cerebro, y un cerebro maduro garantiza la probabilidad de un elevado nivel de inteligencia emocional.  Por ejemplo no pueden esperarse reacciones moderadas de un niño con un cerebro inmaduro. 

¿Cómo podemos ayudar a madurar  el cerebro de nuestros hijos?

Aún cuando este tema puede abordarse de manera más extensa y minuciosa, intento compartir algo de lo que resulta más importante: Comunicación, Atención a las necesidades y límites.  

La comunicación deberá ser oportuna, clara y honesta.  Si un bebé se despierta llorando porque escuchó un ruido, habrá de decírsele la verdad en ese momento "te asustaste".  

Si un niño nos ve enojados y nos pregunta si lo estamos, habremos de decirle: "Sí, estoy enojada".  de acuerdo a la edad, el niño siempre tiene derecho a la verdad.  En el cerebro se localizan las áreas donde se comprende lo que se dice, pero también lo que no se dice; y si el niño no escucha la verdad, su cerebro guardará un caos dentro de sí, que no ayudará a su adecuada maduración.

La atención a las necesidades implica que los padres estén enterados de cuáles son, estar disponibles para cubrirlas y saber que el cerebro registra dicha satisfacción y lo ayuda a madurar.  y los límites, que representan un "seguro de vida" para el futuro del niño, y que ayudan a que el área frontal del cerebro madure, área que favorece la voluntad, la autorregulación y la toma de decisiones.

Criar y formar a un niño, es un reto que casi todos los padres deseamos poder acometer con el mayor de los éxitos, y en la actualidad ya podemos contar con mayores recursos.  La tarea es abrirnos a lo nuevo, estar informados, dispuestos y disponibles, eso es todo.


Autor: Dra. Norma Campos
campos@alianzacye.com

miércoles, 9 de julio de 2014

¡BASTA!


¡BASTA!

A, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k. ¡Basta!...

Había una vez un ingenioso juego llamado ¡Basta!, todos debían anotar un hombre propio, un apellido, una ciudad o país, un animal, una fruta y un objeto que iniciara con la letra marcada, y es ahí donde ahora, al ver cómo tantas palabras son víctimas de la suplantación de la letra c, y de la q. por la k, cuando me pregunto, ¿Dónde estaba la k cuando más se le necesitaba?

Había una vez en que los días lluviosos eran especialmente propicios para reunirse con uno o más amigos, tomar los cuadernos a los que se les habían quedado páginas útiles... ¡Y a jugar se ha dicho!, no se necesitaría más que lápiz y papel para hacer torneos de gato; conocer quién podía lograr más cuadritos en el timbiriche; ver quien tenía más  pericia para unir pares de números sin tocar las líneas de los ya unidos; descubrir quién poseía la destreza de pasar un trazo por laberintos dibujados por los contrincantes, sin tocar raya alguna; o saber quién era capaz de ganar en el Basta.

Como comentamos en un inicio, el juego de Basta, consistía en decir el abecedario, ya fuera lento o de corridito, y al momento en que un jugador indicaba "¡Basta!", a toda velocidad y con la letra más legible posible (para poder salvar escrutinios posteriores), había que escribir en cada tema la palabra que iniciaran con la letra exigida.  El primero en terminar gritaba "¡Basta!", y los demás debían soltar el lápiz, hubieran terminado o no.

A cada tema se le asignaba un determinado número de puntos, que se repartía entre quienes hubieran coincidido en la palabra.  Ganaba quien lograba más puntos y sobre decirle que sí el abecedario se detenía en la letra K, W, X -o- y todos los jugadores estábamos en problemas.

Cuando tocaba la "k", en la fila de fruta invariablemente iba: Kiwi.  Gracias a las enseñanzas de la clase de geografía, o a las del juego del turista, lográbamos salvar ciudad o país escribiendo Kenia.  Arbitrariamente convertíamos Kilo y Kilómetro de medidas en objetos, por tal de no dejar vacío el espacio.

Pero era el apuntar nombre propio, apellido y el nombre de algún animal, cuando se hacían unas batallas que ni en la real Academia de la Lengua Española.  No faltaba el que aseguraba tener una prima llamada: Karmen.  Los que juraban en nombre del Pequeño Larousse que así como Koala comienza con "k", canguro también, y el que destruía estirpes asegurando tener un amigo de apellido Kázares, justificando "es que sus abuelos eran griegos".

Si ya no había ganas de debatir, se aceptaba el argumento bajo un dudoso "Será por eso".  Hoy, que sólo con ver algunos mensajes de texto se comprueba cómo cada vez más palabras están siendo mutiladas por quienes suplen la "q" y la "c" por la k,  me pregunto: ¿Dónde estaba la "k" cuando más se le necesitaba?.

Cuán fácil hubiera sido anotar Karmen, Kintero, Kuliacán, kanguro, kakahuate, komedor y decir "¡Basta!". Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena.

Autor:
Dra. Marisa Pineda
E-Mail:  adosdetres@hotmail.com

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