lunes, 5 de mayo de 2014

AL COMPAS DE LOS RECUERDOS



AL COMPAS DE LOS RECUERDOS


Dicen que revivir es volver a vivir,  y es verdad: ¿Cuántas veces nos emocionamos, incluso al grado de las lágrimas, cuando llega a nuestra mente la imagen de una persona, de una casa, de una situación o de alguna "cosa" del pasado?

Emociones que arrancan lágrimas del alma sí; pero algunas no son de dolor sino de alegría.   Es muy agradable recordar cosas hermosas del ayer: La niñez,  la adolescencia, el olor a sopa caliente en casa de la abuela, aquella vieja canción que tanto nos gustaba escuchar, aquella calle que nos vio pasar, aquella persona que fue tan especial, aquél lugar que nos vio crecer, aquél ambiente que nos hizo tan felices en su momento.

Quien recuerda algo o a alguien con dolor, siempre estará evidenciado que algo dejó pendiente en su pasado, un círculo no cerrado, una relación no terminada, un momento pospuesto o  una etapa no vivida como debió ser.  

Recordar con dolor es un indicador infalible de que algo quedó pendiente de concretarse, alguna situación o persona que quizá no se enfrentó en su momento, algo o a alguien que evadimos, que pospusimos, por temor, por vergüenza o por lo que sea, algo que definitivamente no arreglamos en su momento.

Cuando se omiten situaciones de manera evasiva (aunque no sean deliberadas), no indica que hayamos solucionado. El huir, esconderse o evadir o hacerse el occiso, no es la mejor manera para enfrentar y trascender situaciones, personas o cosas.  Pensamos que ya hemos arreglado los problemas cuando lo único que estamos logrando es imitar a las avestruces cuando tienen miedo: "Meter la cabeza bajo la tierra".

Entonces, evadir significa posponer, y cuando se posponen las cosas, generamos estrés, cansancio, ansiedad depresiva... que se va acumulando con otros grados de estrés crónico que ya veníamos arrastrando.

De manera tal que, situaciones o conflictos no resueltos desde la niñez, seguro van a parar a las fauces del inconsciente (no desaparece como creemos), allí permanecen todos los recuerdos, los que nos hacen reír y los que nos hacen llorar, a diferencia que de los buenos recuerdos el corazón se nutre.

Te invito a educar tu mente, aprenderás a seleccionar tus recuerdos para que tus emociones no te manejen y seas tú, quien maneje tus propias emociones., ya es hora de dejar de ser un triste "títere", que al son que le tocan suele bailar.  Eso es todo. 

Cariños,
Doral.

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