jueves, 18 de diciembre de 2014

MEMORIAS


MEMORIAS

No puedo dormir, -es inútil- el sueño no quiere llegar. Hay demasiado ruido en mi interior, se agolpan los recuerdos haciendo inventarios de lo que fue y de lo que pudo haber sido y no fue. ¿Cuánto tiempo ha pasado?... ¡Demasiado! -reclama la razón-

Esta noche de vísperas de navidad, volveré a escribir mis memorias en la oscuridad sedante de mi cuarto, ya nada es igual, ya nada es como ayer -lo sé- ya no escribo montada en las nubes de humo mentolado en mi habitación, ni hay vestigios de una cafetera encendida toda la noche, dispuesta a ser mi compañera en esta soledad abrazadora. Ya no hay reclamos del corazón, ni lágrimas quemando mi dolor... ¡Ya no hay dolor!... ¡Hay ascensión!.

Ya no soy la misma mujer, ni la misma alma en pena limitada por la ignorancia, manchada por la incertidumbre, o devastada por mi propio desaliento cuando pretendía volar hacia la luna en una avioneta de corto vuelo, o cuando soñaba en tomar todo el agua del océano con mis manos, ¡Qué ingenua o ilusa debí haber parecido en ese ayer!

En esta noche oscura, vestida de quietud y  de silencios, estoy hilando uno a uno mis recuerdos, tejiendo un recuento de todos los momentos que en vida me hicieron morir de alguna forma para poder nacer a lo nuevo. Había tantos motivos para ser feliz, pero nadie escarmienta en cabeza ajena y a veces es necesario aprender primero a valorar esos trocitos de vida, que son precisamente los que van dejando sus huellas en la experiencia del cotidiano vivir.

¿Pero qué es la experiencia?, porque seguro no es lo que vivimos, sino lo que hacemos con lo que vivimos, y al mismo tiempo aún me asombra (gracias a Dios no he perdido esa capacidad), ¡Vaya Pregunta!... Si el ser humano es una construcción constante, ahora soy lo que quiero ser, lo que siempre quise ser, pero el pasado no tiene porqué determinar mis actos del hoy... ni siquiera las consecuencias. ¿Qué voy a hacer ahora?... ¡Seguir construyendo la realidad que quiero vivir aquí y ahora, porque no me gusta la que tuve ayer!

Un buen comienzo para este nuevo momento (por ejemplo), es volver a intentar dormir, vuelvo a la cama a poner observación al pensamiento y dejarlo ser, no luchar contra él, ya se cansará de pensar o se cansará de ser observado y soltará una a una las células de mi cuerpo para que serenas desfilen hacia el mundo hermoso y relajante de mis sueños (como si fueran borreguitos), que me conducirán al verdadero descanso de mi cuerpo, de mi alma y de mi espíritu. Eso es todo.

¡Buenas noches!, mañana será otro día.

Doral.
18 Diciembre de 2014
12:26 a.m.

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