lunes, 7 de junio de 2010

¿Por qué culpar a otros de nuestros errores?



¿Por qué culpar a otros de nuestros errores?

Hablar de las tácticas indiscutibles que toda mujer procesa en su pensamiento antes de hablar, es incursionar en un océano de supuestos que no existen y observar incluso, que su mente contempla posibilidades en cuestión de segundos, con una agilidad y una seguridad increíble.. Quizá por ello habemos algunas mujeres (me incluyo), que siempre creemos tener la razón, sin siquiera dejar hablar a los otros… no damos oportunidad ni siquiera a que se defiendan los pobres y nos los devoramos vivos. Tal es el caso de nuestra invitada de hoy, que nos dice en su carta:

“Yo era feliz con mi esposo, teníamos 14 años de casados y dos hijos adolescentes hermosos. Nuestra situación económica no era envidiable pero no nos faltaba nada, y hasta podíamos darnos algunos lujos tales como: Tener a nuestros hijos en un colegio particular y esas cosas. Al morir mi cuñada, su único hijo (sobrino de mi marido), se vino a vivir con nosotros, éramos una familia unida, muy integrada, comunicativa y “aparentemente” muy feliz, hasta aquella tarde en que apareció entre las ropas de mi marido un mensaje escrito en una servilleta: “Te espero a las 8 de la noche, en el lugar de siempre”. Sentí que todo mi mundo se vino abajo, me sentí enajenada de dolor, de rabia, de tristeza, de sentimiento, de impotencia y desesperación.

¿Cómo era posible que mi amado esposo me hiciera esto?, jamás me dio motivos para dudar de su amor, ni de su integridad, ni cuando éramos novios, mucho menos después de casados que se volvió más cariñoso, responsable, buen compañero y un excelentísimo padre con nuestros hijos.

No sabía que hacer ni cómo reaccionar, estuve todo ese día pensando cómo abordar el asunto que para mí era tan bochornoso, tan aplastante y tan injusto, no me salían las palabras y tampoco quería hacerle una escenita de celos. Estuve tan triste, tan apagada y tan deprimida que creo que no lo pude ocultar y fue él quien a los dos días me preguntó qué me pasaba y le dije que nada, que me sentía un poco indispuesta pero que se me pasaría.

Con aquella duda que me carcomía el alma, dejé pasar una semana, esperando el momento preciso para vomitar sobre su presencia todas mis indigestiones, pero no pude hacerlo porque para mi doble desconcierto y desconsuelo, encontré nuevamente un segundo comunicado amoroso, pero esta vez por debajo de la puerta: “Gracias por los hermosos momentos que pasamos juntos, te espero hoy, donde siempre. Soy tuya y te amo”. Ya no pude más, agarré a mis hijos y sin darle ninguna explicación, me fui al pueblo a recogerme con mis padres, llevaba mi dignidad de mujer, hecha pedazos, mi alma ausente y mi corazón destrozado, no podía llorar, pero sentía que algo muy grande había muerto dentro de mí.

Pasaron muchos días sombríos, la vida del campo, mi familia y ver a mis hijos contentos al lado de sus abuelos, hicieron que mi pena fuera menos pesada mientras esperaba que “Aquél hombre bígamo” apareciera y fuera a buscarme, pero no fue así. Al mes de haber abandonado yo mi hogar sintiéndome la mujer más miserable de este mundo, llegó hasta el pueblo la triste noticia de que a mi esposo lo había asesinado una mujer de procedencia “dudosa” que había involucrado al sobrinito (menor de edad) en el mundo de la prostitución y las drogas. Sentí que el mundo me aplastaba…No entendía lo que había pasado ¿Qué tenía que hacer el sobrino involucrado con una mujer mucho mayor que él, y en esa vida que yo jamás me imaginé? ¿Y porqué mi esposo nunca me dijo nada? ¿Cuál era el triángulo misterioso que yo ignoraba? ¿Qué pasó? ¡Me estaba volviendo loca!

Dos días después supe que nunca existió tal triángulo; y fue mi propio sobrino quien arrepentido y bañado en lágrimas me comentó todo; aquellos mensajes que misteriosamente mi esposo guardaba en su bolsa no eran para él, sino para mi propio sobrino, y que tal vez mi amado esposo en su momento, y en el afán de no preocuparme me lo ocultó, sabiendo que nuestro sobrino andaba en “malos pasos”, prefirió enfrentarlo él sólo y le costó la vida. Ahora el muchacho purga sus culpas en un Tutelar para Menores, y allí permanecerá hasta que sea mayor de edad o hasta que se reivindique totalmente.

Han pasado ahora cuatro años y no puedo olvidar que por orgullo, por cobardía, por callarme o por mis celos estúpidos compliqué más las cosas y que si yo hubiera tenido más confianza en mí misma y en mi marido, mis hijos no se hubieran quedado sin padre. Comparto mi historia en tu página para todas aquellas mujeres que como yo, tergiversamos las cosas cuando creemos tener la razón y vemos lo que no es, agregamos supuestos que no existen y que muchas veces son tan graves y tan injustos que tenemos que pagarlos con dolor, lágrimas, soledad y luto en el alma. Mis hijos preguntan por su padre, creo que el tiempo se encargará de darme valor para hablarles algún día con la verdad. Tu amiga la viuda arrepentida.”

Agradezco sinceramente el valor que ha tenido esta noble mujer para compartirnos su historia, su cartita está al aire y como es su deseo, mi respuesta inmediata en su correo personal.

A mis amigas lectoras: Si desean comentar esta carta, vuestras aportaciones serán valiosas y bienvenidas a ésta… vuestra casita virtual.

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.

2 comentarios:

  1. Doral:

    Muy cierto que no hay que culpar a otros por nuestros errores ya que somos las unicas que debemos responder por ellos,de los errores aprendemos,eso si no hay que dejar que el orgullo nos gane porque despues puede ser demasiado tarde.
    Que triste historia dejeme decirte que la senti tan dentro de todo mi ser y logro sacar mis lagrimas,a esa persona que escribio la carta le digo que se perdone para que pueda vivir tranquila,es de humano cometer errores y hay errores que duelen demasiado,que le diga a nuestro padre celestial Dios que le restaure su corazòn y su vida y que aprenda a vivir sin elamor de su vida,que luche para salir adelante,el tiempo cura las heridas y Dios restaurara su corazòn.
    Te digo algo doral nosotras las mujeres somos bendecidas por tener la oportunidad de conocerte aunque sea por internet,al tener tu blog,ya que tu nos da la oportunidad de expresar todo lo que hay dentro de nuestro ser.
    E varias ocasiones te e dicho tantas cosas que no recuerdo si ya te edicho que tu para mi eres como mi psiquiatra a la distancia,eres mi guia espiritual y eres una amiga que sellego a ganar mi corazòn,eres increible,no es barba,ja,ja,ja,es lo que siento.
    Felicicidades mi cariñosa hermanita y amiga,claro que dejas huellas de tus pasos por la vida y es una huella que jamas se olvidara-
    Tienes unos sentimientos increibles y tienes un alma blanca y buena.

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  2. MI CONCHY TAN QUERIDA:

    Hey, hey, heyyyy mamaíta querida, no le pongas tanta crema a los tacos que me voy a indigestar, jajaja y me las voy a creer, jajajaja (puf... Dios me libre).

    Y pues si Conchy, tienes razón en lo que le dice a la protagonista de esta historia tan triste, nadie mejor que nosotras mismas para reconocer nuestros errores y no sólo reconocer sino tener el valor de trascenderlos, perdonandonos primero, hay dolores que se añejan en el alma, se vuelven patológicos, difíciles de erradicar, y mejor es preveer que tener que curar las heridas.

    Por la gracia de Dios esta noble mujer tiene dos hermosos motivos para vivir, sus hijos, y yo estoy segura que esa fuerza que hay en su corazón, será el motor que vivifique su existencia y que su amado esposo desde el cielo, como un ángel protector, seguirá amándola y cuidando de ella y de sus hijos, tal como lo hizo en vida. ¿Verdad Conchy? o tú qué opinas hermanita.

    Te quiero mucho, y muchas gracias por escribirle a la señora hermosa que nos hizo favor de enviarnos esta carta.

    Cariños Conchy,

    Doral.

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Trate de no escribir en mayúsculas por favor, a parte de ser de muy mal gusto, da la impresión de estar gritando. ¡Gracias por su comprensión!


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