domingo, 3 de febrero de 2013

La Paz del Alma.

















LA PAZ DEL ALMA. 

 “Que la paz sea con vosotros y que os una la fraternidad eternamente”, es una frase muy hermosa que suele repetir el maestro de una logia (no recuerdo cuál), a sus discípulos, al finalizar cada reunión. 

Esas pocas palabras, a veces expresadas de manera automática, tienen un alcance muy importante, tratándose realmente de un deseo profundo, más que de una despedida formalista. Constituye una invocación hacia el alma de los que escuchan, para procurar que la sienta, la busque en su ser interior profundo. 

En el corazón de todos los humanistas, resuena permanentemente la palabra paz. Pero estoy segura de que es un deseo de cualquiera que se precie de ser humano, sea hombre o mujer, sea adulto, anciano o niño; todos deseamos vivir en paz con los demás y sobre todo con nosotros mismos, todos preferimos dormir tranquilos, trabajar tranquilos, sin sobresaltos, sin miedos, aceptando que en el transcurso de la vida tenemos que pasar por experiencias desagradables, diferentes pruebas y vicisitudes. 

Comprendo que nuestro cuerpo es imperfecto, sujeto a enfermedades, dolores, desgaste, vejez y tarde que temprano partiremos hacia el más allá. Pero aún así, mirando a la vida como un regalo, con oportunidades diversas para disfrutarla aún con sus tragos amargos, tendremos paz, estaremos en paz. Nuestra alma está en paz cuando aceptamos el miedo y lo superamos, estaremos en paz cuando dejemos de buscar el “porqué” de cada cosa desagradable y sepamos encontrar un “para qué” de eso mismo. O, si no lo encontramos, saber que existe ese para qué. 

Cuando controlamos nuestros impulsos y nuestras exacerbadas emociones, motivadas por rencores, odios, ansia de poder, envidias, etc., dejándoles reposar por un tiempo, obtenemos pronto un corazón tranquilo, en paz. 

Todos tenemos un guerrero que responde de inmediato quitándonos la paz cada vez que algo sale mal, cada ocasión que no se cumplen nuestras expectativas, pero tenemos que controlarlo, hacerlo esperar antes que nos incite a decir o hacer algo que turbe nuestra paz. Aprendamos a ser sensibles a lo bonito del mundo, a la armonía de la naturaleza y de todos los seres humanos. Permitamos que el Gran Arquitecto del Universo se irradie a través de nuestra conducta diaria y encontraremos la paz. 

rvaldezp@prodigy.net.mx

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