martes, 12 de julio de 2011

¿Pueden cambiar los hombres?



¿Pueden cambiar los hombres?

La pregunta de muchas mujeres es si los hombres pueden cambiar. La pregunta de muchos hombres es la misma: ¿Pueden cambiar las mujeres? La esencia humana nunca cambia. La naturaleza del hombre y la naturaleza de la mujer será su fiel compañera hasta la muerte. Hay especies de insectos que cambian su naturaleza en cuatro o cinco generaciones, sin embargo, la naturaleza del ser humano no se ha modificado en miles de años y en miles de generaciones.

Las diferencias entre los hombres y mujeres se marcan desde la fecundación. Desde el segundo trimestre de embarazo, un hombre y una mujer tienen diferencias significativas. Esas diferencias se harán evidentes y serán el centro de los problemas de la pareja, de la familia y de la sociedad. Es increíble que las hormonas de alguna manera escriban el destino de una persona y marque el éxito o el fracaso de una pareja.

La hormona masculina o testosterona, es la responsable del impulso sexual del hombre y de su violencia también. Un niño o un adolescente con niveles bajos de testosterona será un buen chico, obediente, tranquilo, apacible, amable y estable emocionalmente. Un niño adolescente, joven o adulto con niveles altos de testosterona será protagonista de inestabilidad, confrontación, oposición, violencia, competencia, agresión e inestabilidad emocional.

Los hombres son competentes por naturaleza. Es la testosterona el combustible que alimenta el ímpetu de la competencia y la sexualidad en su manifestación erótica. Está demostrado científicamente que la inestabilidad emocional de muchos hombres de distintas edades, se debe a las fluctuaciones en los niveles sanguíneos de testosterona. De hecho desde 2006, se ha acuñado el término de “Síndrome del hombre irritable” debido al gran número de hombres que experimentan irritabilidad secundaria a los vaivenes de su testosterona.

A diferencia de las mujeres que llegada la menopausia, dejan de producir estrógenos, la hormona femenina por naturaleza. Los hombres nunca dejan de producir testosterona. De hecho no existe la andropausia como tal, lo que existe es el “Síndrome de testosterona baja que consiste en una reducción paulatina de la testosterona en el hombre a partir de los cuarenta años de edad”

Debe quedar claro y preciso, que no se puede hablar de destino del hombre por el componente biológico, es decir, el hombre no está condenado a ser un animal irracional, por el sólo hecho de tener niveles altos de testosterona. El aprendizaje social es tan importante como el componente biológico de las hormonas. Un hombre puede experimentar niveles altos de testosterona y esto no significa de ninguna manera que no pueda controlar sus impulsos violentos y de agresión.

Si un hombre aprende en el seno de su familia a ser respetuoso y tolerante con las diferencias, puede ser un hombre funcional con su pareja, con su familia y con la sociedad. En el rubro de la enseñanza de los buenos modales, la tolerancia y el respeto, juega un papel definitivo la madre. Es la madre la primera figura de autoridad que conoce el hombre. Es la madre la primera figura de contención emocional y física del hombre desde su nacimiento hasta la niñez por lo menos.

La tarea de la madre en la educación del hijo es importantísima. Es la madre quien puede ejercer en un primer momento el control de la conducta y el impulso del hijo. Si ella no ejerce su autoridad y no comparte esta delicada tarea con el padre, entonces el riesgo de crecer sin control de impulsos y sin conocer límites, orden y disciplina es alto y peligroso. Hoy se sabe que más del 90% de los delincuentes son hombres, que más de la mitad de las mujeres son violentadas por sus parejas ya sea en el terreno emocional, físico, económico o sexual.

Creer que los hombres van a cambiar con súplicas, lágrimas, corajes, gritos o divorcios, es una muestra evidente de la ignorancia que prevalece en la sociedad en general y en las parejas en particular. Hoy existen evidencias científicas de que si a un hombre no se le enseñó en la niñez a controlar sus impulsos violentos a través del respeto y los límites, lo único que le queda se llama: Terapia. El miedo, la culpa, la vergüenza, la enfermedad y la edad, hacen que los hombres cambien temporalmente. El único cambio definitivo siempre estará en un proceso terapéutico basado en la conciencia y en la honestidad.

Autor:
Dr. David Uriarte Gastélum
Sexólogo, Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta.
Ramón Corona No. 377 Nte.
Entre Juárez e Hidalgo, Culiacán, Sinaloa.
Tel. (52) 667 – 716-51-92

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