miércoles, 6 de julio de 2011

¡Buscando la respuesta!





¡Buscando una respuesta!



"Voy de fracaso en fracaso,
como hoja a la deriva del viento,
cual pétalo sin vida ni tiempo,
arrastrada hacia el ocaso,
jardín de mi pensamiento"
(autor: Doral)


Un fragmento con el cual muchas mujeres del mundo quizá se identificarán, sobre todo cuando se atraviesa por momentos de muchos problemas (que requieren de atención), y grandes crisis emocionales, provocadas por el estrés, el cansancio, el agotamiento físico y mental, o también por la depresión provocada tal vez por todas las cosas que se van acumulando sin resolución... ¡Todo junto enajena a cualquiera!.

La mujer también se cansa de ser fuerte, y no se trata de una lucha marathónica por demostrarse a sí misma, cuánto se es capaz de soportar... ¡Para nada!, sino que es justo saber reconocer valores pero también limitaciones, hay que ser conscientes que como seres humanos, todos estamos sujetos a límites y que cuando se rebasan esos límites, se está en riesgo de perder el control y extraviarse en el bosque de la vida.

Hay muchísimas mujeres profesionistas que por orgullo, por vanidad, por autosuficiencia, por verguenza o simplemente por el temor de ser pre-juzgadas, jamás aceptarían la idea de buscar apoyo psicológico, o una terapia (por lo menos) alternativa: "Yo soy maestra, nací para enseñar, para guiar, para instruir, no para ser instruida por nadie", "Yo soy abogada, a mí nadie me tiene que decir lo que tengo que hacer, o lo que es justo para mí", "Yo soy enfermera, no está bién que todos sepan que me enfermo muy seguido", "Yo soy doctora, ¿cómo me voy a dar el lujo de enfermarme, qué dirían mis pacientes?, o lo que es peor: "Yo soy psicóloga, cómo me atrevo a brindar ayuda a otros si yo no encuentro la solución ni siquiera para mis propios problemas?

Es común escuchar muy seguido a algunas mujeres, hablar sobre este tipo de situaciones; temen ser juzgadas, temen perder terreno ante los demás, temen perder su imagen, temen mostrar su debilidad y poner en tela de juicio su integridad profesional o su prestigio personal y aquí... "el qué dirán" se convierte en un factor que toma una importancia desproporcionada para la mujer que por sus miedos hace más grande el problema de lo que realmente es o parece ser. A ver...

Aquí cabe hacerse una pregunta, e invitamos a reflexionar profundamente en ella: ¿El título académico garantiza la perfección de una persona?, es decir... La maestra por ejemplo, por ser una maestra titulada ¿lo sabe todo?, o la abogada (otro ejemplo), por tener un título profesional en leyes ¿conoce realmente lo que significa la palabra justicia en todos los planos de la conciencia humana?, o la pondremos mejor... La mujer de profesión enfermera o doctora ¿Nunca se enferman porque tienen títulos en medicina y anatomía humana?, o bién... aquí viene lo más interesante:

Un profesional de la salud mental, sea psicólogo general, o psicólogo clínico, o psicólogo social, laboral, educativo o psicoterapeuta o psiquiatra o lo que sea, ¿Estudió las ciencias de la mente humana para arreglar al mundo?... Hey... no nos confundamos por favor: Ni el psicólogo ni el psiquiatra acreditaron un título profesional, una maestría o un doctorado para convertirse payasos baratos de nadie, ni en los super-héroes salvadores que están para arreglar al mundo, como si se tratara de un juego del hombre araña, los tres chiflados o la mujer maravilla, que todo lo arreglan mágicamente. Los profesionales de la salud mental son facilitadores que ayudan, orientan, guían a las personas que acuden a pedir apoyo psicológico. A la persona se le escucha, se le evalúa, se le diagnostica y se le interviene mediante técnicas terapéuticas. Se le brinda ayuda a la persona que realmente le interesa organizar y arreglar su valiosa vida y punto.

Pero además, aquí cabe señalar algo muy importante: Nadie, absolutamente nadie puede arreglar tu vida, excepto tú. ¿Qué podría hacer un maestro, un abogado, una enfermera, un doctor, un psicólogo, un psiquiatra o cualquier otra persona por tí, si tú misma no deseas ni quieres hacer ningún cambio en tu vida? aunque te quejas de que no eres feliz, de que algo te pasa y no sabes qué es, de que todo te sale mal, de que te sientes utilizada, manipulada, excluída o hasta exiliada de la sociedad. Pues mira, déjame decirte que no todo está perdido, que si no crees en la gente, ni en tus amigos, ni en tus vecinos, ni en tus conocidos, ni ningún facultativo laboral, educativo, social o clínico, todavía tienes una última oportunidad y aquí te la comparto:

Esa última oportunidad se trata de que entiendas que todo tiene solución en esta vida, menos una cosa: LA MUERTE. Y que si has buscado ayuda o compañía de algo o de alguien, y no te ha servido, o que ya no confias en nada ni en nadie y ya no quieres ir a ningún lugar, ni deseas confiar en ninguna otra persona, tienes la última opción de tu vida que siempre estuvo allí y nunca quisiste verla, nunca quisiste acudir a ella, nunca quisiste tomarla en cuenta de manera seria ni formal en tu vida, ni un preámbulo siquiera antes de tomar decisiones, ahora te estoy dando a conocer esa premisa: SE LLAMA JESUS, y la gente le llama EL CRISTO y te diré porqué si es que aún no lo entiendes ni lo comprendes, mira:

Voltea, y lee atentamente por favor:
Cuando un aparato eléctrico de tu hogar se descompone, ¿a dónde lo llevas a arreglar?, al técnico electrónico o al proveedor o hacedor ¿verdad?. Igual sucede con un mueble que se ha roto, ¿a dónde lo llevas a arreglar? pues ante quien lo hizo ¿verdad?, jamás se te ocurrirá llevar a arreglar tu mueble de madera a donde está el técnico electrónico ¿cierto? o viceversa, jamás llevarías a arreglar tu plancha o tu licuadora o tu televisor, ante un carpintero ¿verdad?.- Ah, pues de igual manera amiga querida, cuando tu cuerpo se enferma, hay que llevarlo al médico ¿cierto?, o mejor... cuando tu alma, tu corazón o tu mente se descompone ¿Ante quien vas a acudir para arreglarlo?... ¡Ahora ya sabes la respuesta! y va de gratis, porque yo a tí, ¡No te cobro absolutamente nada! ¿Aceptas la propuesta?

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.

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