viernes, 16 de diciembre de 2011

El Hombre de los Sueños, (De la serie: Cuentos de Navidad)





El hombre de los sueños


Aquella era una mañana llena de sol, los pájaros cantaban alegres sobre las ramas de los árboles, el grupo de amigos(as) tenía que visitar el museo de arte para tomar notas sobre los cuadros y pinturas allí expuestas. Se trataba de una tarea para elaborar un ensayo en clase.

Las horas discurrieron de prisa, no alcanzaba el tiempo para revisar la inmensa galería de pinturas rústicas algunas y otras bien elaboradas al óleo y algunos bocetos preciosos que me parecieron sacados de un viejo sueño, sobre todo uno que me llamó la atención. Era el boceto más amarillo de todos, parecía que seguramente tenía algún tiempo guardado, pero era el que mejor dejaba apreciar su contenido lleno de misterio y al mismo tiempo de adoración.

Era el bosquejo de un rostro conocido, muy conocido, era él… el hombre de los sueños. Pero al mirarlo fijamente para admirarle, la imagen parecía disfuminarse lentamente ante la insistencia de mi mirada. ¿Qué está pasando aquí?, ¿Porqué no puedo verle bién?. Me acercaba más, quería tocarlo y la imagen parecía retroceder ante mi presencia ¿Porqué no me dejas verte? –pregunté un tanto desilusionada- porque estoy hecho de un pixelaje muy especial –me repondió apenado-

¡No temas, puedes acercarte a mí!... ¡me agrada tu compañía, yo también quiero conocerte! –parecía expresarme desde el fondo del viejo retrato que más que otra cosa parecía haber sido elaborado de pinceladas en una tercera dimensión… ¡Eso lo hacía más excitante y a la vez misterioso!, estimulando aún más mi curiosidad o mi imaginación.

Alguien le llamó desde el interior de los pixeles: ¡NOEL, ES HORA YA DE REGRESAR!.¿Quién es Noel?... Aquel grito parecía venir del fondo de un lago muy sereno y tranquilo del mismo boceto, un remanso de armonía y paz fluía por todo el contorno de su presencia inesperada. Él tenía que irse, era inevitable, yo tenía que dejarlo ir, pero en un último intento de hacer contacto con él, me acerqué desesperada y le pregunté: ¿Cuándo puedo volver a verle?, y me respondió muy amable y pausado: ¡Al rato, cuando me desocupe, yo le busco, tenemos que hablar!

Todos mis compañeros del grupo se retiraron, yo me quedé allí, fuera del museo esperando, y de pronto me ví sola, mirando hacia una tienda donde se podía observar un tumulto, ¿qué pasará allí?, me dirigí hacia allá y descubrí que se trataba de un lugar donde vendían cosas de oriente, rarezas como: Joyas, estolas, sombreros, abanicos muy elegantes y …. ¡Oh sorpresa!... en una especie de diván de terciopelo color tinto, estaba él… El hombre de los sueños, el hombre del retrato. Estaba allí tendido en el diván, con los ojos cerrados y sus manos cruzadas en el vientre. Se veía majestuoso, como un pegaso dormido, supremamente elegante, relajado y muy señorial con su camisa manga larga color azul impecable, bañada en matices de plata y una corbata azul marino preciosa de la que emanaba una luz radiante, similar a la que centellean las estrellas en las noches de luna… ¡Son luceros! –me dijo alguien que seguramente había escuchado mis pensamientos-

¿Pero cómo es posible esto? –me pregunté intrigada- ¿Qué hace Noel aquí?, ¿Noel?, ¿Pero quién es Noel?, y quedó muy formalmente conmigo que vendría cuando se desocupara, no sabe que lo estoy esperando (qué locura) debe estar muy cansado, por eso vino a este lugar a relajarse un par de horas, ¡qué tonta soy! ¿Quién soy yo para distraerlo?, me quedé asombrada admirándole extasiada, toda la geografía de su cuerpo musculoso, adonis y guerrero que parecía un ejemplar de hombre sacado de los confines del universo mismo, o quizá de otra galaxia… ¡No era un hombre común!, pues hasta su misma forma de respirar inspiraba una ternura seductora, ¡Oh Dios! ¿Qué me está pasando? -me castigaba en la osadía ingenua y cegadora de mi necia fantasía-

Pero algo me decía en el fondo de mi alma, que todo aquello que yo estaba sintiendo en ese momento, no podía dañarlo, ni lastimarme a mí misma, porque si bien era cierto que se trataba de una idolatría sin precedentes, también estaba segura que aquello no podía ser real. Era demasiado hermoso para ser real. Algo tenía que estar sucediendo y yo tenía que investigarlo antes de que la obsesión hiciera nido en los arcos fuertes de mi razón atormentada.

¡Hablaré con él!, Le preguntaré… no me quedaré con la duda, sabré quién es, de dónde viene y para dónde va, ¿Porqué me conoce? y ¿Porqué me parece que lo conozco desde siempre?. ¿O lo habré soñado?, Si; eso debe ser, un sueño del que debo despertar aquí y ahora… ¡UN SUEÑO!... ESO ES… pronto será navidad, mi regalo es un sueño. Un sueño de niña ingenuamente pretenciosa, pero un sueño al fin, y el mejor regalo anticipado que nunca recibí jamás.

¡Feliz Navidad, al hombre de los sueños, donde quiera que se encuentre!
Gracias por hacerme tan feliz.

Doral.
Dic/2011

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