miércoles, 21 de octubre de 2009

¿Darías la vida por el hombre que amas?



¿Darías la vida por el hombre que amas?

Antes que nada amigas, es bueno reconocer que el amor es la causa, motivo, sentido o razón más maravillosa que un ser humano puede tener para vivir.

Sin una ilusión que revolucione todos los sentidos internos, la vida no sabe igual. Necesitamos (nos guste o no), un detonante que nos haga latir fuerte el corazón, que nos sacuda todito el tapete de la existencia (como se estila decir), y sea capaz de encender todas las luces dentro de alma.

No es extraño que todas las mujeres busquemos ese sentido que nos haga vibrar intensamente con la bella sintonía llamada: “Vida”, y si esa vida está pintada de tul ilusión, con matices de dulces sueños y sonrisas íntimamente secretas, pues más profundo es el sentir que nos revitaliza y nos energetiza vigorosamente, devolviendo la lozanía a cada poro de la piel y encendiendo cada fibra íntima de todo nuestro ser.

Amar… ¡Cuán hermoso es amar!

Pero cuando ese amor no es legal ante los ojos de la sociedad, cuando sabías que estabas usurpando derechos ajenos, cuando secretamente cultivaste una ilusión prohibida, forjaste un mundo propio al lado de una persona de “propiedad ajena”, que no es tu esposo y permitiste que esa relación creciera en el anonimato a pesar de todo. Creció con ella tu alegría interna, bajo la complicidad del amasiato oscuro, es verdad, pero también aumentaron las presiones dentro de tu hogar y el dulce caos más grande dentro de tu corazón.

Los problemas pequeños que antes tenías, ahora los ves gigantescos, si antes atendías con tedio y desgano al padre de tus hijos, ahora deseas que se vaya, que reviente o que se muera, lo mismo te da, si tú lo único que desearías es ser libre para no tener que esconder tu amor ante nadie.

Pero en el fondo de tu alma sabes que no puedes engañarte a tí misma ni puedes darte el lujo de ser una mujer tan ruin y cobarde como para desearle la muerte a tu propio compañero de vida y padre de tus hijos que ha sido noble, pero ya no lo amas, sientes compasión por él, te da lástima y no quieres hacerle daño, ¿Pero qué hacer? si allí está el señor “Remordimiento” convertido en el juez implacable de tu corazón, que todo lo observa en silencio y te lo reclama: “Cambia, por favor cambia tu estilo de vivir”… “Qué vas a hacer con tu hogar, con tu esposo y tus hijos”. Son los tuyos mujer, y es todo lo que tienes y lo único que sabes que en verdad te pertenece. ¿vas a tirar todo por la ventana de tu vida a cambio de unos momentos de placer?

Allí justo en ese momento es cuando los sentimientos de la mujer se tambalean, se confunden, se enajenan y la cabeza empieza a dar vueltas como pirinola, buscando una salida o una solución desesperada. Por una parte no está dispuesta a dejar de prescindir de su ilusión secreta, aunque aquél hombre de sus sueños sea casado, y no pueda ofrecerle nada serio ni formal porque también tiene su familia que no está dispuesto a dejar. Por otra parte tampoco esa mujer estará muy segura de querer dejar todo por aquél intruso que vino a robarle el corazón.

Las fricciones y las presiones van en aumento dentro del hogar, la mujer se vuelve una zombie, anda tensa, nerviosa, angustiada, mirando el reloj cada dos o tres minutos, anda sinceramente pisando las nubes de su existencia, y sueña sobre sus propias alforjas donde carga escondido su prohibido amor. ¿Eso es vida?

Vivir entre dos mundos equivale a no vivir en ninguno. Quién quiera servir a la luz y a la oscuridad al mismo tiempo, no servirá bien a ninguna, porque no podrá ser feliz, ni podrá hacer feliz a nadie viviendo a medias. Y si una mujer vive a medias, siempre será una mujer a medias y yo me pregunto: ¿En ese estado miserable y lamentable, la mujer será capaz de dar la vida por el hombre que ama?

Salud y saludos amigas lectoras.
Doral.

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