miércoles, 28 de octubre de 2009

Si pudieras cambiar algo de ti misma, ¿Qué sería?



Si puedieras cambiar algo de ti misma, ¿Qué sería?


Empezaremos este tema tan interesante, amigas queridas, recordando aquello que dicen que todos al nacer traemos una “torta bajo el brazo”…¡Qué afortunados somos!, pero conforme vamos creciendo, no vemos la famosa “torta” por ningún lado, y en cambio vamos descubriéndonos muchos defectos físicos y psicológicos que cambiaríamos al tiro, si pudiéramos hacerlo.

A ver: Veamos ésto detenidamente:

Hay mujeres que no están conformes con su cuerpo físico (el estuche que guarda a nuestro Ser), algunas porque son gorditas, otras porque se sienten muy flaquitas, otras porque no caminan como una modelo profesional, y otras no quieren salirse del pantalón porque están traumadas de sus piernas.

Hay mujeres que desde los 16 años ya están pensando en el implante de senos porque quisieran tener bubis exuberantes y sexys para verse esculturales, así se conviertan en “mujeres de plástico”, o en el peor de los casos, se arriesgan a cualquier cirugía plástica para reducir las famosas “chaparreras”, o los molestos “rollitos y llantitas” en el vientre. Otras se hacen inyectar silicón en los labios para tenerlos sensuales, etc.

¿Y qué decir de aquellas que viven probándose pantalones y más pantalones, y no se encuentran las pompas por ningún lado, ¡jo! –qué ironía decirlo así- pero amigas, hay quienes que hasta se atreven a ponerse un short bajo el pantalón para verse más exóticas. Pero con otras, sucede todo lo contrario al probarse pantalones, que tan pronto se meten en un pantalón y al mirarse en el espejo… ¡Dios mío!, hasta se espantan de verse tan “petaconas”.

¿Quién nos entiende a las mujeres?

Otras mujeres viven inconformes con sus ojos porque no son del color que quisieran tener y lo solucionan de volada cubriéndolos con lentes de contacto de todos colores y sabores y maquillándolos con bastantes sombras compactas, delineadores y rimel.

El pelo lo disfrazan con extensiones largas o cortas, o aplicándole tintes del color y marca que más les gusta, aunque tengan que pagar la marca.

Y las manos… ¡Ay, las manos! que quieren lucirlas “como si fueran las de una artista” y se van a donde la amiga estilista a que les coloquen uñas postizas de acrílico o de cristal y hasta decoradas con figuritas de colores y pedrería, aunque al llegar a casa... ¡Dios mio! batallan hasta para usar el papel higiénico allá...¡En la colita!

Todo este show, circo, maroma y teatro, por mencionar algo; trae a algunas mujeres de cabeza, sin dormir y a la cacería de cualquier producto nuevo que les recomienden en la primer farmacia de la esquina, y yo me pregunto: ¿Pero qué nos pasa amigas?

Otras mujeres más prudentes en el mundo, se preocupan más por su personalidad y su carácter: Unas son introvertidas, que quisieran ser más sociables y no se atreven, y otras más sociables que darían la vida por pasar inadvertidas para el mundo

Y mujeres hay muchas que ya parecen “discos rayados” con sus quejas, eternos lamentos y cancioncitas repetidas: “Es que soy pobre, es que soy muy fea, es que estoy enferma, es que soy muy torpe, es que no tengo suerte” ¿Por qué no nací bonita? ¿Por qué no soy más rica? ¿Por qué soy tan delicada y enfermiza? ¿Por qué ella tiene más suerte que yo?…

Caray; y hasta reniegan de su propia existencia, darían cualquier cosa por ser mujeres diferentes, y hasta hubieran deseado haber nacido “siendo hombres”…”Los hombres no sufren tanto como las mujeres” –Dicen- y lueguito encuentran su chivo expiatorio culpando al destino o preguntándose: ¿Por qué Dios me hizo mujer?

Vemos muchas veces que algunas mujeres lo tienen todo y nosotras no tenemos nada ¿y qué?, posiblemente esas amigas desearían mil veces ser como nosotras ¿se han puesto a pensar de esa manera? Cuántas mujeres en el mundo se atreven a decir: ¿Por qué Dios no me dio fuerza, carácter y decisión en vez de ser bonita y tenerlo todo?

Amigas queridas; recapacitemos seriamente en todo ésto; ¿Por qué no aceptarnos tal cual somos? ¿Por qué no conformarnos con lo que Dios nos ha regalado a cada cual?.

Aprendamos a responder con seguridad cuando alguien nos pregunte: ¿Cómo estás? -¡Bien, gracias… pero ni modo!-


Saludos afectuosos con mis respetos y cariño siempre,

Doral.

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