lunes, 21 de febrero de 2011

Cuando sientes que se te acaban las fuerzas




Cuando sientes que se te acaban las fuerzas.


Pareciera una burla del destino cuando las calamidades se te vienen encima una atrás de la otra, metiéndote en un callejón que parece no tener salida en verdad, te sientes acorralada, suspendida entre el cielo y el infierno, sin nada ni nadie de donde sujetarse, arañando todas las paredes de tu alma para conservar la calma, pero tu sangre hierve como volcán a punto de hacer erupción dentro de tus venas corriendo al mil por hora. Buscas y sigues buscando una salida y no la ves por ningún lado, te atrapa la incertidumbre, crece la desesperanza dentro de ti, te atrapa la tristeza, la impotencia, el dolor, la rabia… y el juicio a punto de extraviarse en el bosque de tu vida, martillea tu mente:

¡Hey… no pasa nada, tranquila!, sólo son tropiezos de enseñanza que te fortalecerán doble, no pierdas la calma… pasará, ¡También esto pasará! contrólate, observa tus emociones, mira cómo te tienen, al borde de la histeria, ¿De qué te sirve la experiencia si no sabes manejarla a tu favor? ¡Aplica lo aprendido en tu vida!, si no lo haces hoy, ¿Entonces hasta cuándo? ¿Si no quieres forjar la voluntad en ti, entonces quién quieres que lo haga por tí? Y bueno… no lo hagas si finalmente no quieres hacerlo, pero de cierto te digo, que las emociones seguirán manejándote como a un títere inconsciente y dormido… ¡Y qué fácil es manejar a un ser dormido! Y más cuando ni cuenta se da éste, de que lo está realmente, ni lo sabe, ni lo ve, pero lo expresa en sus actitudes.

Cabe señalar aquí, una máxima muy hermosa por reza por allí; dice que: “El viento y las olas siempre van en favor de quien sabe navegar” y cabe preguntarse: ¿Pero realmente las mujeres estamos preparadas para navegar incluso contra corriente sin darnos por vencidas cuando la marea está muy alta? ¿Hasta dónde estamos preparadas emocionalmente las mujeres, para soportar las situaciones inesperadas que se convierten en patadas directas al hígado?

La toma de conciencia de lo emocional, es toda una empresa que requiere de algunos pequeños sacrificios que debemos emplear como peldaños para lograr los grados de crecimiento interior que queramos. No esperemos que los milagros nos lleguen solos del cielo como si tanto nos lo mereciéramos. Reconozcamos que como seres humanos que somos, tenemos defectos psicológicos que hay que corregir, me refiero a la ira, a la pereza, a la envidia, a la gula, y tantos otros agregados psíquicos que nos vampirizan las energías en el momento en que menos nos lo esperamos.

Si creemos que somos mujeres capaces de mantener todo bajo control, demostrémoslo primero hacia nosotras mismas, aprendamos a no repeler las agresiones de otros, ni a permitirles sus influencias nefastas, porque quien permite que le animen a aceptar cosas tóxicas, actitudes malintencionadas o hasta agresiones verbales, tarde o temprano, terminará regresando la agresión y de paso comportándose como lo hace el agresor y tampoco es sano mantener actitudes defensivas, es horrible estarse cuidando siempre de los demás y estar refunfuñando entre dientes las devoluciones verbales.

Una técnica para evitar este tipo de situaciones tan bochornosas y de expresiones vulgares, bajas y por demás corrientes, consiste en que en vez de estarle dando tanta importancia a las agresiones verbales, aprendamos a desviarlas, ¿Pero cómo se desvía una agresión?, veamos:

A medida que el agresor descubre que alguien puede escucharle y atenderle cuando expresa sus majaderías (perdón, cuando expresa sus sentimientos), pueden suceder dos cosas:

1.- poco a poco se podría tornar capaz de escucharse a sí mismo o,
2.- de plano ni cuenta darse, de cuánto la está regando, cuando ha llegado al grado de la necedad más absurda, soez, vulgar y hasta prosaica.

Sin embargo, alguien que está en alerta percepción o alerta novedad con sus actitudes, podría sucederle que a medida que abre su entendimiento a lo que sucede en ciertas situaciones de su entorno, adquiere la capacidad de percibir sentimientos que siempre había guardado, o negado. Al expresar sus aspectos antes ocultos, descubre que por fin está conociendo sus capacidades de asimilación, entonces surge el respeto hacia la persona misma, un respeto positivo e incondicional que surge glorioso del interior entendiendo el porqué siente dolor cuando es agredido, el porqué reacciona siempre como los demás, y por consiguiente, asume otra actitud diferente aún en medio del dolor, y se acepta tal como es, sin tomar en cuenta lo que digan, o hagan o dejen de hacer los demás agresores… ¡La persona ha empezado a conocerse a sí misma! Y eso es glorioso.

¿Te gustaría experimentarlo?, ¡adelante!, obsérvate y corrígete, porque nadie hará por ti, lo que tú misma no seas capaz de hacer por ti misma primero. Eso es todo.

Con mis respetos y cariño siempre,

Doral.

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