miércoles, 16 de marzo de 2011

El arte de saber esperar




El arte de saber esperar


La impaciencia es una palabrita que suele presentarse acompañada de un gesto de desagrado, y un dejo de angustia. Decir que alguien no tiene control sobre su forma de esperar algo o a alguien, es pensar en una persona que padece de ansiedad, nerviosismo e impulsividad que puede ir al grado de la convulsión, el desgaste emocional, físico o emocional y de allí, directo al estrés. Una persona impaciente se llena de tics nerviosos: Se truena los dedos, no guarda la calma, no sabe estarse quieta, serena ni en paz. Se moja o se muerde los labios constantemente, se come las uñas, voltea a ver el reloj 20 veces en medio minuto y algo más, quisiera meterse adentro de las manecillas para hacerlas girar con más rapidez si fuera posible.

La aceleración que produce un organismo desesperado, puede forzar a la máquina humana a trabajar con tanta rapidez que hasta corre el riesgo de sufrir una embolia cerebral o un paro cardiorespiratorio, ya que las corrientes sanguíneas golpean tan fuerte la base del cerebro, que bombea con tremenda fuerza la sangre al corazón, y éste brinca, palpita con agresividad que hasta parece que se va a salir del pecho. Este proceso de aceleramiento tal, puede llegar a romper las vías conductuales de la sangre que son las ramificaciones más pequeñitas de venas y arterias.

¿Se han dado cuenta cuán rojos se ponen los ojos de una persona iracunda, molesta o enojada?, o bien, ¿Han observado alguna vez cómo se rasca la piel, el pelo, la cara, los brazos y a veces todo el cuerpo, una persona que está casi desquiciada por la angustia, debido a tanto esperar algo o a alguien que no llega? ¡Casi grita con los ojos desorbitados!... ¡Y hasta patea el suelo, chupándose los dientes!: “¿Por qué no llegabas, dónde carajos andabas?”, “¿Qué te crees tú, que yo tengo tu tiempo?”, “¿Sabes cuánto tiempo tengo aquí parada como idiota esperándote?”, está tan francamente agitada que hasta… ¡Quisiera cachetearlo, o golpearlo!: “Me choca que me tengas aquí de tu pend…iente, espere y espere y no te dignas ni llamarme, ¿Pues quién te has creído que eres tú para hacerme esperar tanto?”, etc.

Cuando una persona pierde “los estribos” de tal manera, no razona (no carbura), no entiende de más razones que las propias, no sabe de normas de urbanidad, ni está dispuesta a ponerse en el lugar del otro, ¡Y ni le deja hablar! ¿Qué está pasando por la mente de la persona que es impaciente y desesperada?, están pasando mil cosas y hasta quisiera devorarse el mundo de un solo bocado sin digerirlo, ella piensa que todo mundo es como ella, con la misma magnitud y alcance para querer lograr todo en un tronar de dedos y eso no procede ni corresponde, hay que tener cordura, prudencia, buenas maneras, respeto… ¡Que es índice de sana tolerancia!

El arte de saber esperar, sólo pueden ejercerlo las personas que están preparadas para el entendimiento y la comprensión y dispuestas a respetarse a sí mismas primero, ¿Porqué violentar la naturaleza humana, nomás porque algo se salió fuera de control, o porque las cosas no salieron cuándo, donde y cómo ella lo esperaba?, ¿Porqué atropellar los derechos que otros tienen a ser respetados en su forma de ser, pensar, sentir y actuar? ¿Porqué o con qué derecho se atreven a forzar situaciones que no van de acuerdo con el momento, el contexto, la circunstancia sociocultural o la otra persona?, ¡Es necesario ponerse en el lugar del otro para poder entender sus motivos o razones! Y qué hermoso sería que existiera ese respeto y compresión mutua entre todos los seres humanos ¿verdad?

A todos nos gusta que nos esperen siempre, que nos tengan consideración, que no nos estén apurando, ni presionando, ni exigiendo nada, ¿cierto?, ah; pero a nosotros sí nos encanta hacer esperar siempre a los demás, no nos preocupa en absoluto hacer esperar a quien sea, ¿Porqué entonces (como seres humanos) no nos gusta o no queremos reconocer ese punto importante que marca de la enorme diferencia?

Lo mismo pasa cuando miles de mujeres ponen su esperanza en el ideal de hombre que no ven llegar por ningún lado y los años ya se le están yendo de paso… ¡Se desesperan! sufren, lloran, hacen promesas y hasta ponen a todos los santos de cabeza con tal de aferrarse o abrazarse a la ilusión que vuelve a esfumárseles una y otra y muchas veces más… ¡Se impacientan!, y algunas terminan involucrándose con el hombre menos adecuado, casado, viudo, separado, más viejo o más joven que ella, etc. ¡tienen tanta prisa por casarse!, se casan y antes del año de casadas, ya están solicitando su divorcio.

El arte de saber esperar, no es otra cosa más que saber ponerse en el lugar del otro, saber que si se está tardando más de lo debido, sus motivos tendrá para hacerlo, sean cual sean esos motivos ¿Qué importa eso?. Aprovechemos la oportunidad para hacer conciencia de lo que el otro estará pasando en esos momentos y entender que el otro tiene un proceso de crecimiento interior, que quizá no sea igual al nuestro, y que si aquél no entiende o no comprende lo mucho que nos afecta el que nos tenga allí espere y espere, pues bueno…eso ya no es problema nuestro. ¿Y que nos va a doler que no lo entienda? ¡Claro que sí, nos dolerá y nos impacientará! Pero… Hey…¡Calma…calma, no pasa nada!, en verdad que no pasa nada. ¿Quieres intentarlo?.... ¡Aprende a ser diferente, no reacciones como lo hacen los demás!... Inténtalo al menos y ya me contarás.

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.

1 comentario:

  1. gracias por estas palabras la verdad me han alientado mucho porque llevo un mes esperando a una chica que me ha pedido tiempo con ella, y la verdad ya lo es estado manejando bien

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Trate de no escribir en mayúsculas por favor, a parte de ser de muy mal gusto, da la impresión de estar gritando. ¡Gracias por su comprensión!


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