lunes, 15 de marzo de 2010

¡La Carta!



¡La Carta!

Algunas cartas llegan... qué tristeza decirlo así...
¡Cuando ya todos se han ido!, o cuando ya es demasiado tarde.

Esta es una de ellas...

Mujer:

"Tu ausencia me enferma el corazón, el no saber nada de ti, ni dónde, ni cómo estás, mi pedazo de cielo, mi ángel...¡Mi amor! la esperanza se disemina, ¿dónde te puedo encontrar? Me pierdo cada día, la esperanza me abandona lentamente, la luz es cada vez más tenue, los años pasan y pasan, y van dejando una implacable marca de soledad, tu recuerdo de noche, me lascera aquí en la mente, los meses y los años inclementes me rebasan, sufro, lloro, me debasta la razón, por no poderte olvidar.

Miro la lluvia a través de mi ventana, observo el amanacer y el atardecer, miro mi cama, me percato que no hay nadie en ella, tan sólo el recuerdo de tu piel losana, a través de un retrato, gastado de tanto ver, tu mirada en esa efigue, el eco de tu voz tan bella. Pero no tengo recuerdos de haber vivido una noche, apasionada contigo, y aunque así hubiese sido, hoy el cielo me lo reclamaría en mi almohada, por no valorarte, ni mirarte valorada, ni saber rescatar a tiempo, lo que yo tanto amaba, pero te sigo amando mujer adorada, y ocultartelo ya no podría.

Me pregunto miles de veces: ¿No supe dejarme encontrar?, te pido me perdones y si aún es tiempo, te des a mi cuidado, ha pasado mucho tiempo, he probado el sabor de la soledad, una canción acompaña mi carta, sé que la habrás escuchado, es aquella que alguna vez nos dolió y que no olvidaremos jamás. ¿Sabes mujer? ésta canción... aún acelera mi corazón, hace vibrar mis manos, y mis ojos se humedecen, recordando tus letras, siempre llenas de amor, que con tristeza, todos mis recuerdos hoy estremecen.

Hoy aquí en mi soledad, vuelven a sonar tus risas, tu voz, tu llanto porque aún viven en mi existir, y tus manos, tus letras, hacen crecer mi amor nuevamente, me desespero, sufro y lloro mujer...¡Por no saber más de ti! y haces que mi adoración, en mi corazón se acreciente, ¡Perdoname, perdóname porque sé que te herí! Mi ángel...¿Dónde te podré encontrar? ¿en ésta vida o en la otra, donde no existan las distancias?

¡Eres mi vida!...
¡Tú me invitaste a tu cielo celestial!
He regresado mujer,
¡Ayúdame a calmar mis ansias!

¿Algún día tu corazón me podrá perdonar? Sé que me merezco tu silencio y tu desdén, ¡Pero te amo!...¡No me mates por favor! no me quites los anhelos de volverte a merecer, no destruyas la ilusión, que le dá vida a mi corazón. Por lo que más quieras, contéstame por piedad, no destruyas mi esperanza de volverme a levantar, no me mates la intención, de volverte a enamorar. Contesta mi carta por favor...¡porque ya no puedo más!"

Esta carta llegó del tiempo, y al tiempo la dejo ir... ¡Sin respuesta!

Doral.

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