miércoles, 14 de abril de 2010

¡El lenguaje oculto del corazón humano!

¡El lenguaje oculto del corazón humano!


Una de las cosas más hermosas para muchos seres humanos (esencialmente para la mujer), es tener la facultad excelsa de saber cómo expresar sus más profundos sentimientos, y saber tocar las fibras más íntimas, las más sensibles del corazón de sus seres queridos. Sin embargo; no todas las personas pueden, ni saben externar lo que sienten, o no pueden, o no quieren hacerlo. Para esas almas intimistas, ermitañas, solitarias, desconfiadas y de cierta forma “hurañas” e “inexpresivas”, significa un reto muy grande, muy difícil abrir los arcos fuertes de sus sentimientos para poder decir: ¡Te quiero!, tal pareciera que temen decirlo.

Y es que la verdad no es nada fácil decir: “Te quiero” en tales circunstancias, ni en ninguna otra circunstancia, a menos que se trate de personas muy enamoradas(os), o que haya una relación muy estrecha, muy afectuosa y de muchísima confianza con el ser amado. En el caso de los novios por ejemplo, es el hombre quien más repite verbalmente esos “Te quiero”, la mujer lo expresa con sus caricias, con sus miradas, con sus atenciones y sobre todo; con su forma tan absoluta que posee ella para entregarse en cuerpo, alma, sentimiento y razón.

Podría decirse que no hay forma mejor ni más grande de amar, que entregarse de tal manera: Con hechos, más que con simples palabras, aunque éstas sean muy hermosas, sin embargo; entre una forma y la otra, siempre hará falta un ingrediente principal, la quinta esencia de la vida, que es “El Amor”

Hay muchas formas de decir “te quiero”, pero ninguna sería suficiente si no lleva impreso el candor exquisito de una mirada, la subyugante caricia de una sonrisa de complicidad, el eco sublime que emana la voz amada directo al oído, y el roce sereno, amoroso de las manos, buscando con avidez el contorno de los labios más deseados.

Es elevado ver florecer esa magia divina, esa corriente magnética que se da entre dos seres humanos, que tocan los dinteles del cielo con su amor que los diviniza, al escuchar incluso, campanas en su corazón, cuando se dicen: ¡Te quiero!... o “Te amo” sentir que son amados(as), aceptado(as), respetado(as) y valorado(as) en todo sentido.

El problema que a veces se presenta, es que las mujeres a veces esperamos más de lo que el hombre puede darnos y sufrimos terribles tormentos, grandes crisis emocionales, dudas, decepciones y frustraciones y hasta fricciones por ello. Hay señores de naturaleza tan pasiva, que se les tiene que sacar las palabras con tirabuzón, casi no les gusta hablar, pero eso no indica que sean indolentes ¡Claro que también sienten! Y que no lo expresen como lo hacemos las mujeres, tampoco indica que carecen de sentimientos. ¡Aprendamos a reconocer la diferencia!

Es muy hermoso saber decir: “Te quiero”, pero más hermoso es demostrarlo a tiempo y con hechos.¿De qué servirían las palabras si no hay congruencia con las conductas humanas?. Se le puede decir a un niño y a un perro “te quiero” y puede que ni el niño ni el perro lo entiendan si no acompañamos a esas dos palabritas con un gesto de cariño, de atención, de interés, de respeto y por supuesto de amor en cada detalle.

Pero también hay seres sin escrúpulos, que para obtener algún tipo de beneficios propios, utilizan mucho este término de “te quiero”, lo gastan con mentiras, engaños, chantajes y falsedades, devaluando su autenticidad y demostrándolo con ello hasta la saciedad en sus necedades.

Por lo tanto, el saber decir de corazón: “Te quiero”, es un acto heroico de almas muy nobles, muy sublimes y muy elevadas, implica una buena dosis de amor angelical en el corazón, un instinto protector a flor de piel y una extensa gama de sentimientos hermosos, siempre dispuestos a darlo todo, sin tener la necesidad de recibir nada a cambio ¿Para qué esperar algo a cambio, si en la alegría de dar radica la mayor correspondencia?

Finalmente algunas veces, sólo basta recibir un par de rosas. “Blancas y puras como lo que siento por ti”, para darnos cuenta de que el amor, también tiene su lenguaje oculto en el corazón humano.



Con mis respetos y cariño siempre.
Doral.

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