viernes, 2 de abril de 2010

¡El dolor de una mujer!

¡El dolor de una mujer!


No cabe duda de que cuando se es madre; el corazón intuye a la distancia el peligro que corre el hijo de su carne y de su sangre; tal como sucedió en el corazón de la Virgen María, aquella noche que arrestaron a su hijo amado: ¿Por qué esta noche me parece distinta? -pensó María, sobresaltada pensando en ese momento en Jesús-

Mientras tanto, en ese momento Jesús se encontraba orando en el huerto de los olivos donde fue visitado por un espíritu del mal, incitándolo a la duda, al temor, al miedo, acechando su templanza para debilitar su fe, sin embargo, el hijo del hombre demostró su poder, trascendiendo toda tentación y elevando su más profunda oración al Padre: "En tí confío, en tí me refugio Padre, tú puedes hacer todo y si es posible, aparta de mí, este trago amargo"



Esa misma noche Jesús de Nazareth fue arrestado, fue vendido por 30 monedas y un beso de Judas. Fué trasladado ante los sacerdotes de aquella época, quienes lo inquirieron duramente, para posteriormente llevarlo ante el gobernador romano, acusándolo de perturbador, de blasfemo, de falso profeta y de que tenía pacto con el mal por curar enfermos, resucitar muertos y salvar a rameras... odiándolo porque se decía ser el Mesías, envidiándolo por enseñar a los más sabios del templo, sentenciándolo a muerte por ser el Rey de los Judios e hijo del Dios vivo.



Evidentemente el fanatismo religioso, la política, el César (Herodes y sus tributos) y la muchedumbre, fueron factores sociales incompatibles de ese tiempo, que en nada favorecieron a Jesús, a pesar de que sí hubo algunos... muy pocos que no le encontraron culpable, como Poncio Pilatos que prefirió lavarse las manos y entregar a Jesús a la Plebe.



María su madre de Jesús, presintiendo que la profesía anunciada estaba a punto de entrar en su etapa más dolorosa: La Pasión y muerte del niño que nació de su vientre para ser El Salvador del Mundo, corrió hacia su encuentro, acudió hacia donde tenían detenido a Jesús, y allí con su respiración suspendida, con su alma en un hilo, pero con su fe inquebrantable bien puesta en el Todopodoroso presenció todo, no sabía exactamente la magnitud del dolor que tenía que atravezar su propio hijo para cumplir con la misión encomendada por Jehová, pero sí estaba segura de que estaría junto a su hijo sucediera lo que sucediera, hasta el final.



Jesús fue castigado severa e injustamente, lo azotaron, lo escupieron, lo burlaron, lo patearon, lo golpearon brutalmente, para posteriormente ser crucificado. Rumbo al calvario y con su cruz a cuestas, lo seguían azotando frente a los ojos de la multitud enardecida, algunos de júbilo, otros de dolor, entre los que se encontraba su madre con el corazón destrozado al ver al hijo bañado en su sangre inocente y sacrificado sádicamente sin piedad. "Padre, Perdónalos porque no saben lo que hacen"


Allí frente al cuerpo de su amado hijo, María con el alma destrozada en mil pedazos, como el cuerpo de Jesús, abrazó a María Magdalena, sabiendo que los designios divinos habían sido cumplidos y que todo había terminado: "Padre... En tus manos encomiendo mi Espíritu". (las últimas palabras de un hombre que nació para entregar su sangre bendita, por el perdón de los pecados de la humanidad entera)


"Hijo mío"... "Carne de mi carne", "Corazón de mi corazón"... ¡Bendito Seas por siempre!

Rey de otro mundo tenías que ser, Padre Celestial, Rey del Amor, Rey del Perdón y Rey del dolor encarnado en la vida y en la muerte Señor, que has derramado hasta tu última gota de sangre por el perdón de los pecados. Que voluntariamente sacrificaste tu vida para salvar la nuestra. Que por el Poder del Padre, resucitaste al tercer día de entre los muertos, vives y reinas aquí y ahora, por los siglos de los siglos, quédate con nosotros. Amén.


Sábado de Gloria... ¡Ha resucitado el Señor! para asombro hasta de sus mismos discípulos, pero ellos saben que Jesús, sí llegó para quedarse con nosotros hasta el último aliento, hasta el último día de la humanidad. Su labor y misión voluntaria siguen siendo mantener viva su iglesia, y único camino hacia la verdad y la vida, a través del perdón y un nuevo códice: El del amor eterno e incondicional en nuestro corazón humano.

¡Jesús; confío siempre en ti!

Doral.

2 comentarios:

  1. Doral:

    El dolor que paso la madre de jesùs fue grande,como madre uno no quiere que su hijo sufra,jesùs derramo su sangre por nosotros para que en nuestras vidas haya cambios positivos,el dolor de el no se compara con ninguno a qui en la tierra,el fue 100% humano y 100% divino.
    Todo lo soporto por amor a su padre por ser un hijo obediente.
    Se parte mi corazòn en milpedeazo en saber todo lo que el tuvo que pasar,nosotros los humanos no aguantariamos ni un instante sufrir asi.
    Jesùs amor de mi vida perdoname por todo lo que sufristes,eres un ejemplo a seguir porque tu eres glorioso,eres amor y eres verdad y vida.
    Maria sufrio tanto al ver sufrir a su hijo,ella ecepto la voluntad de Dios padre y porque sabia que tanto sufrimeinto de jesùs lo llevaria de vuelta al cielo con su padre y alli goza de vida eterna.

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  2. MI QUERIDA CONCHY:

    Totalmente de acuerdo contigo, mira que esto está como reafirmar nuestro temple ahora o nunca como madres terrenales que somos. Me refiero a que si María tuvo esa gran voluntad, entereza, fuerza y serenidad para soportar su gran aflicción de ver a su hijo amado totalmente lascerado y sin poder hacer nada para evitarle tanto dolor que le llevaría de regreso al Reino del Padre donde por simepre tendrá vida eterna, yo me pregunto ¿porqué nosotras las madres del mundo no somos capaces de tener un poco más de fe en nuestros hijos?, si cuando ellos salen a divertirse, o compras, o a la escuela o al trabajo y pasan las horas y no regresan a casa, ya estamos tronándonos los 10 dedos de las manos y si se pudiera continuaríamos con los dedos de los pies, mortificadas porque el hijo no llega a casa, ¿te imaginas?

    Lo bueno de todo mi hermanita tan querida es que sabemos perfectamente quiénes son nuestros hijos y que hagan lo que hagan, sabemos perfectamente de lo que son capaces de hacer o nó, y como quiera que sea, bendito sea Dios, eso es para nosotras las madres, una gran tranquilidad.

    Gracias monísima mujer de Dios y amiga de mi corazón, por tus bellas reflexiones que nos compartes con tanto cariño, mismo que yo hago recíproco para ti, con todo mi amor.

    Siempre orgullosa de ser tu amiga y tu hermana,

    Doral.

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