jueves, 21 de octubre de 2010

¡Buscaba la salud de mi corazón!



¡Buscaba la salud de mi corazón!

Indudablemente que cuando alguien tiene un propósito definido y busca la coordinación de esfuerzos, siempre necesitará de la ayuda de alguien más en la vida. La labor de equipo (en la mayoría de los casos), no siempre resulta tan eficiente como suele esperarse. Algunos se esfuerzan más, otros menos, otros nada, pero algunos otros negligentes, torpes, descuidados y deshonestos, hasta entorpecen la labor, o lo echan a perder todo, con su falta de responsabilidad, su nula ética profesional y de paso, se especializan en quemar las oportunidades de quienes llegan a caer en sus manos criminales, incapaces de sentir el dolor ajeno, demostrando así que, mucho menos estarán preparados para ejercer la medicina, que es universal.

Una víctima más en los brazos del infortunio inesperado, nuestro amigo Rafael, un chico de 24 años que apenas se empezaba a abrir paso por la vida. Sus anhelos de llegar a ser un buen deportista, lo llevaron a escoger escenarios donde el peso de las exigencias y la calidad en la salud física y mental son requisitos indispensables y óptimos para lograr el éxito tan esperado. Sin embargo, a veces son las mismas personas a quienes se acude en busca de ayuda, las encargadas de mutilar hasta la última de las esperanzas de algunos seres humanos, ¡Qué ironía tener que decirlo así!, pero no hay remedio, tenemos que decirlo así.

Rafael nos dice en su carta:

"Estoy pasando por una mala situación Doral, y quisiera que me permitieras expresarme a través de tu blog, mira yo padecía de una insuficiencia aórtica y aorta dilatada, y aparentemente podía llevar una vida "normal" (así entre comillas), pero al ingresar al gym y empezar mi rutina de levantamiento de pesas, sentía que me faltaba el aire. Entonces me fui al médico y éste me sugirió que había que operarme para poder reparar mi corazón y darle mejor salud.

Era una cirugía mayor, riesgosa y muy seria por cierto, pero no urgente, podía esperar algunos años más, si mi vida hubiera continuado sin mucho esfuerzo físico, pero mi apuro era hacer deporte, y en el estado lamentable en el que se encontraba mi corazón, no podía hacerlo, entonces yo quería ya estar bien a como diera lugar, y decidí operarme este año para cumplir mi sueño de seguir en lo de las pesas y no tener que abandonar el gym por más tiempo.

Yo estaba muy ilusionado porque el cirujano me dijo que después de la operación, iba a estar todo bien y yo podría ejercer mi derecho pleno al deporte, de manera libre, sana, sin ningún problema. Pero cuál sería mi sorpresa que cuando salí de la anestesia, me informaron que tuvieron que ponerme un marcapasos porque durante la operación, tocaron un nervio. (me dijeron que eso es una cosa normal, que cuando operan del corazón, se prevee que se pueda necesitar el marcapasos y no es ninguna limitación) ¿Pero cómo no?

Estube a punto de morir en la misma sala de operaciones, me tuvieron que reanimar por un derrame en el pericardio que nadie esperaba, me dejaron pues, tres semanas en coma y otras tres semanas en la unidad de terapia intensiva, sin ver a nadie de mi familia, ni a mis padres siquiera, ni a ningún ser querido, la verdad lo pase fatal, la peor vivencia de toda mi vida.

Poco a poco me he ido recuperando, pero ahora mismo me siento inútil, estoy peor que antes de operarme, puedo caminar (por que tuve que aprender de nuevo a caminar, ya que estuve mucho tiempo en cama), y hacer mis cosas, etc., pero sigo sin hacer deporte y todos mis sueños se han roto en mil pedacitos.

Ahora tengo extrasistoles (que son contracciones ventriculares, o trastornos del ritmo cardíaco, son latidos adelantados de la frecuencia cardiaca), y me temo una mala conducción sanguínea, por alguna lesión en el músculo cardiaco, no sé... cosa que antes ni tenia.

Todas mis ilusiones por las que decidí operarme se han ido al traste, me siento fatal, en vez de arreglar mi problema lo he empeorado, todo esto me ha dejado anulado mentalmente, no puedo hacer nada ahora, ni estudiar, ni trabajar ni nada, mi mente esta anulada, no esta nada lúcida para desempeñar ninguna tarea"

Con tales antecedentes y bajo tales circunstancias, y además, cuando todo se junta, es obvio que cualquier persona se sienta anulada, sin importar su edad o su género, identidad, raza, credo o nacionalidad. No es para menos sentirse inútil (por ahora), cuando se sabe que aún queda un largo camino por recorrer para reconstruirse nuevamente con mucha paciencia y volver a ganar todo lo perdido (porque no todo está perdido), y darse cuenta por supuesto de que lo más importante es la inversión que se ha hecho, y ésta ha sido fuerte en valor, en esperanza, en confianza, en voluntad, pero sobre todo en fe.

Y estamos seguros de que la fe de Rafael, lo levantará, porque los milagros existen y la magia de la fe reconstruye, no sólo músculos cardíacos atrofiados, sino músculos del alma a punto de dejarse vencer por el propio desaliento y los ríos de lágrimas carcinados por la incertidumbre que ahora siente, serán las fuentes de agua nueva, pura y cristalina del mañana. Agua de vida, agua de luz, agua de fuerza, agua de esperanza, pero sobre todo: El agua de juventud que quitará la sed a un hijo que es de Dios y que por gracia del Padre, volverá al gymnasio muy pronto, y no sólo levantará pesas de muchos kilos, sino también nuevos ánimos, grandes bríos y un maravilloso amor que no tiene precio, porque su propio peso, ya lo pagó con dolor. ¡Ánimo Pegasso, tú puedes!

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.

p.d. Caso de la vida real. Los nombres y datos de los protagonistas han sido cambiados para proteger los derechos a su privacidad, cualquier semejanza es mera coincidencia.

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