jueves, 7 de octubre de 2010

¿Cómo puedo cambiar mis viejos hábitos?




¿Cómo puedo cambiar mis viejos hábitos?


No cabe de que el pensar positivamente, atrae buenas vibras, aún cuando se vive en medio de grandes crisis emocionales, derivadas del alto costo de la vida, contaminación, desamparo, enfermedad, soledad, incertidumbre ante todas las circunstancias que nos rodean, pero sobre todo, por la carga enorme de responsabilidades que cumplir de manera ineludible.

Cambiar estilos de vida, requiere de mucha constancia, perseverancia, continuidad de propósitos, fe en sí mismas, valor, voluntad y una lucha aparejada contra nuestras costumbres y hábitos de vida comunes. El hacer cambios en nuestra vida, no es fácil para muchas personas, porque cambiar, a veces cuesta dolor y mucho sacrificio, pero yo me pregunto: ¿Acaso no es más estéril seguir sufriendo por algo que no nos es útil para nada? y que encima nos mantiene manipuladas, condicionadas, nos succiona pedacitos de vida, nos vampiriza las energías, y de pilón, nos pone preocupaciones extras en la mente... Un show mental cada día, y... ¡Todo un caos psicológico!

Para quienes sí están dispuestas a cambiar sus costumbres y hábitos de vida, hay una receta mágica amigas, que resulta infalible cuando se quiere: ¡Sí se puede!, y esa receta mágica consiste precisamente en darse cuenta de que tenemos un problema grave que resolver urgentemente, pero ¿Cuál es es problema tan grave?, ese problema es que, tenemos que hacer hoy, todo lo que no hicimos en el pasado (sin esperar a nada ni a nadie), y dejar de repetir siempre las mismas cosas, los mismos eventos o acontecimientos, los mismos pasos, la misma rutina cotidiana, e incluso dejar de reincidir en los mismos errores, hacer hoy lo que debimos haber hecho ayer y no lo hicimos, ejemplos:

Supongamos que todos los días te duchas a la misma hora: ¿Aja?, siempre es el mismo caminito: despertarte, estirarte, pensarla para levantartarte, pero finalmente te decides y allá vas con mucha pereza y toda despatolada hacia el baño, lo único que en ese momento desearías, es seguir durmiendo con las cortinas de tu cuarto cerradas y que nadie te moleste, pero el tiempo apremia, debes darte prisa o llegarás tarde a tu trabajo o a cumplir tus compromisos, pero...

Lo que no te has dado cuenta es que, durante el trayecto de tu recámara a tu baño, tus ojos se fueron rebelando, como diciendo: "No, todavía no quiero, aún tengo sueño" y como sabes que no puedes perder más tiempo, te metes bajo la ducha y tus ojos siguen cerrados. El agua moja tu pelo, tu espalda, tus piernas, todo tu cuerpo y así con los ojos cerrados tomas el shampoo, lo aplicas en tu cabellera, lo vuelves a su lugar y sigues bañándote casi dormida.

Enseguida estiras el brazo y tomas la barrita de jabón perfumado y mecánicamente envuelves tu cuerpo en una deliciosa espuma jabonada que no logra levantarte el ánimo, la retiras con el chorro de agua continuado y... ¡sigues casi dormida!. Termina el ritual de la ducha, cierras la llave del agua y vuelves a estirar el brazo, pero para el otro lado, tu mano alcanza la toalla, te envuelves en ella y sales de la tina, puf, al fin... ya apenas te quieres despertar.

¿Te fijaste cómo todo lo hiciste mecánicamente?, no tuviste ningún problema en localizar todo lo que necesitaste para ducharte, todo estaba en el lugar de siempre, al alcance de tus manos donde sólo tenías que estirar el brazo y tomarlo, pero... ¿Qué pasaría si todo lo cambias de lugar?. Supongamos que las llaves del agua estén más arriba o más abajo de lo que habitualmente están localizables, la jabonera está del lado opuesto, o sea donde normalmente siempre encuentras la toalla y viceversa, e incluso tu cortina de baño quedó más larga y tienes que tener cuidado para no resbalarte con ella. ¿Te imaginas qué pasaría?

Lo que pasaría es que todo cambió de lugar, y ahora te cuesta más trabajo acostumbrarte y eso es lo que te empieza a molestar, a doler, porque tienes que abrir los ojos para hacer las cosas que no estabas haciendo, allí hay una labor importante, y por supuesto que de pronto no te será cómodo ni grato, pero te dará satisfacciones si aceptas tu nuevo reto porque habrás despertado de lo mecánico y aburridor que te tenía esclavizada al repetir siempre lo mismo.

De igual manera puedes darte cuenta de que siempre repites otros hábitos; tomas el mismo autobús, o tu coche a la misma hora y te vas por el mismo camino, ¿Porqué no tomas otro? ¿Porqué tiene que ser siempre el mismo? ¿porque se te hace tarde? ¡Pues levántate más temprano, pero logra tu cambio!. ¿Te has dado cuenta de que a veces vas tan de prisa que hasta te pasaste el semáforo en rojo, y de todas maneras se te hizo más tarde por tu descuido?

¿Y qué pasa cuando estás con el acostumbrado grupo de amigas en el radiopasillo de tu oficina, hablando de los mismos chismes de siempre?, "Que si la fulanita viene maquillada en exceso hoy", "Que si los zapatos me aprietan", "Que si me quedó bien este tinte que traigo puesto", "Que si no vas a ir a la fiesta de la Delfinita", "Que si el jefe tronó con su amante en turno", "Que si ésto", "Que si lo otro", puf... ¡Pura basura mecánica de todos los días!, la rutina cansa amigas, y cansa más cuando no te satisface todo lo que vives, dices o haces por pura costumbre o por seguirle el rollo a los demás, ¿Porqué no cambiar viejos esquemas mentales, hábitos y costumbres de vida?

Otro tema son las dependencias emocionales, pero íntimamente ligado al cambio de actitudes, que a su vez tenemos que asociar forzosamente con el cambio de viejos hábitos y costumbres, sin embargo; es lógico que depender de algo o de alguien para vivir, nos hace ser como marionetas al servicio de los demás, porque encima no estamos haciendo lo que nosotras queremos hacer, sino lo que nos imponen los demás, y allí hay un doble problema que atender.

Entonces; empecemos por lo primero: Darnos cuenta de que necesitamos hacer un cambio de actitudes si es que queremos cambiar viejos errores o circunstancias dolorosas en nuestra vida. Si reconocemos y aceptamos que es vital cambiar algunas cosas en nuestra vida, ya estamos (por defaul) en el camino de lograrlo.

Lo segundo sería hacer un inventario de lo que nos está afectando más en el presente. Haremos un lista de eventos, cosas o personas que nos están obstaculizando o interfiriendo en el avance hacia el cambio. Vamos a seleccionar prioridades, escogiendo de lo particular hacia lo general, ejemplo: ¿Qué tanto me está afectando ser como soy con los demás?, y enseguida darme cuenta: ¿Qué tanto me beneficia o me afecta lo que los demás hacen, o dicen o piensan o actúan para conmigo, o hacia mi persona?. Así iremos de lo simple, hacia lo complicado.

En ese sencillo análisis, tienes que sentarte en el centro de toda la atención; y darte cuenta que la protagonista eres tú y no los otros, ¿Qué importa que los demás sigan siendo como son?, ya tienen su castigo siendo como son (eso es harina de otro costal), ¿Pero tú?, ¿Quién se duele de ti? ¿A quién le importa si comes o vistes o calzas o te enfermas? Tienes que buscar la forma de sentirte bien contigo misma primero, si es que quieres estar bien y entender a los demás. ¿Y que te duele dejar una vieja costumbre? ¡pues que te duela por un tiempo (mientras te desacostumbras) y no sufrir por el resto de tu vida! ni tienes que pagar todo el resto de tu vida por un error, ni tienes porqué aceptar "regalitos" que ya no quieres.

Por lo tanto, nuestra labor es enfocar un hábito a la vez, para centralizar nuestra atención y recursos en ese punto de cambio, pero si pretendemos hacer todos los cambios de un solo golpe, lo más seguro es que perderemos la batalla. Tenemos que ir paso a paso sin desesperarnos y sin preguntarnos qué tanto hemos avanzado, porque seguro en el inter retrocederemos o corremos el riesgo de detenernos en la vacilación. Es como aquél que se pone a dieta, y está subiéndose a la báscula dos veces diarias y si no ha bajado unos gramitos para en la noche, se le vienen los ánimos al suelo...

Hey... ¿Qué pasa? ustedes creen que la misma naturaleza procede con apresuramientos? ¡Pues nó!, fíjense cómo se abre una flor, despacito y sin prisas, se abre gradualmente, o cuando nace un niño, ¿crece de golpe? por supuesto que no; el niño crece poco a poco conforme va siendo alimentado por su madre, o un edificio ¿se puede construir en un solo día?, tampoco ¿verdad?, entonces calma mis queridas amigas, poco a poco se llegará lejos, eso es bien seguro.

Para mayor información, estoy a sus ordenes, con mis respetos y cariño siempre,

Doral.

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