martes, 17 de mayo de 2011

La mujer, y su majestad: ¡El Alcohol!




La mujer, y su majestad: ¡El Alcohol!

Tristemente célebres, han pasado por el mundo, miles de mujeres que han caído en las garras asesinas del alcoholismo y la drogadicción. Mujeres hay que en gestación de sus bebés incluso, no tienen la fuerza, la entereza, ni el valor civil para reconocer su problema y acercarse a un familiar, a un médico, o a algún grupo social en busca de ayuda física, psicológica y hasta espiritual.

La anemia espiritual tan grande que padecen estas mujeres, se enfoca en su falta de voluntad, desesperanza, falta criterio, falta de visión, su demacrada (o mejor dicho deteriorada) salud, que nos muestra la urgencia máxima de atención, de rescate, de salvamento y restauración, o reconstrucción más total, no sólo de manera orgánica, sino también en su sistema de valores y creencias. ¿Pero cómo se podría modificar una conducta femenina tan enferma?

Es apenas normal, que considerando al alcoholismo como una enfermedad progresiva y mortal, es posible abrigar un enorme abanico de posibilidades para lograr una recuperación gradual, a través de programas y terapias especiales… ¡Claro que sí se puede!, la cuestión es ver por dónde se le podría brindar ayuda a la mujer alcohólica. A veces es el esposo quien tiene que buscar apoyo, o los hijos, o los padres, o los hermanos y raras veces las amigas y los amigos.

¡Ay, cuánto influyen los “amigos” y “amigas”! ¿verdad?, sobre todo cuando de fiestas o festejos se trata… uf… allí surgen los “amigos” por montones, sobre todo cuando se beberá de a gratis. Su majestad el alcohol es el primero que llega a esas fiestas y reuniones, y es el último que abandona la fiesta, su majestad el alcohol es el invitado de honor en todos los hogares del mundo, desde el más humilde, hasta en el de más refinado protocolo… ¡Y qué tristeza que tenga que ser la mujer, su mejor anfitriona!

¡La mujer!... que “se supone” representa al núcleo familiar, el centro de gravedad permanente que integra a toda la familia, la reina hermosa que debe estar siempre lista para servir a los suyos, atenta, sobria, equilibrada, despejada, y saludable. ¿Cómo es posible que sea la primera que empieza a empinar el codo y directamente a veces sea hasta en la cocina donde nadie la vé?. Es lamentable que la mujer en ese estado tan lamentable se ponga a preparar los biberones, mamilas o la comida para sus hijos, revuelve y revuelve la sopa y ni siquiera se da cuenta que ha no encendido el fuego de la estufa, o viceversa… calienta la cazuela, y se le olvida que está encendido el fuego… ¡Y se le quema todita!, un verdadero peligro comunitario en verdad.

Los riesgos que corre en el hogar la mujer “borrachita”, son múltiples, van desde un simple accidente con químicos al lavar su baño, un resbalón de sus cuchillos la picar la fruta o la verdura, un resbalón en mitad de la sala al hacer el aseo, o los mismos vidrios de cristales que pueden rompérsele en sus manos, ¿Y qué decir cuando se pone a planchar?, pueden suceder dos cosas: Que se le quede pegada la plancha en las camisas del marido, o terminar con las manos quemadas. ¿Qué remedio? Si le gusta ponerse a planchar mientras disfruta de sus adorados wiskitos en las rocas, sus jaibolitos caseros, o lo que sería aún peor: que ni se le ocurra arrancar así, manejando su coche rumbo al supermercado, porque seguro que el alcoholímetro saldría bufando si la detuviera un agente de tránsito en tal estado.

Aquí cabe una pregunta: ¿Hombre y Mujer son iguales de sensibles a las vibraciones del alcohol?. Estudios estadísticos nos aportan el resultado negativo. Veamos las razones:

La mayoría de las mujeres tienen dos turnos de trabajo, en la oficina y en casa, por lo tanto doble riesgo de adicciones y de estrés. El hombre es diferente, él tiene más libertad de socializar sin temores, sin remordimientos, sin estar mirando el reloj, sin tener que navegar con el famoso concepto de "las culpas" y puede regresar a casa a la hora que se le dé la gana... ¡La mujer jamás! eso es en cuanto al aspecto social.

Pero en el aspecto de salud, también la mujer las lleva de perder, pues su cuerpo está más expenso o propenso que el del hombre, a formar cuadros muy evidentes y severos de celulitis y grasas, causantes de las retensiones de líquidos, y otras protuberancias, y enfermedades del hígado y del riñón. También tienen mucho que ver las cuestiones culturales, el qué dirán, el qué pasará, la educación, los principios, etc... son factores que la mujer debe cuidar, por eso a veces la mujer prefiere beber a escondidas, consumiendo incluso cantidades cada vez más grandes que le causan otras adiccciones y enfermedades.

En fin... nada más desagradable que convivir y tener que soportar a una persona alcohólica, sobre todo si se trata de una mujer que no reconoce su alocholismo ni quiere atender su enfermedad, pero que está allí y es parte de nuestra familia y de nuestra vida, y que como ser humano merece toda la comprensión del mundo, porque en realidad de verdad, nadie mejor que su propia familia para ayudarle a levantarse en el momento en que más nos necesite. Eso es todo.

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Trate de no escribir en mayúsculas por favor, a parte de ser de muy mal gusto, da la impresión de estar gritando. ¡Gracias por su comprensión!


Got My Cursor @ 123Cursors.com