martes, 17 de noviembre de 2009

¡El sexo y mis hijos!



¡El sexo y mis hijos!


Este tema se me antoja realmente muy sugestivo y muy interesante, en virtud de que la mayoría de las mujeres (en pleno siglo XXI) carecemos de iniciativa propia para tratar abiertamente temas de sexo o sexualidad con nuestros hijos (hay excepciones).

No es raro encontrar personas o grupos de personas que evaden tratar este tema importantísimo en forma franca y abierta, por la simple razón de que hablar de sexo o de sexualidad les resulta burdo, soez, o inadecuado e inapropiado, especialmente en las familias, sucede que los padres evitan hablar con sus hijos de las funciones sexuales normales de su organismo, como si se tratara casi de un crímen moral, un tabú, una degradación o una aberración de tipo irrespetuosa y mucho más cuando se trata de dar explicaciones al menor, sobre su procedencia biológica. A veces quisiéramos que nuestros chiquitos mejor ni preguntaran ¿cierto?

En este marco, no es difícil imaginar que los jóvenes en pleno proceso del desarrollo de sus inquietudes emocionales, se ven forzados a menudo a buscar fuentes de información inadecuadas para satisfacer su curiosidad normal.

Y para ello, algunos chicos y chicas se animan a comentar con sus amigos sobre estas cuestiones, otros prefieren comprar revistas de tipo pornográfico o ver películas eróticas, pero la mayoría de los jóvenes tienen que enfrentar este gran reto de manera individual, por temor a ser señalados o etiquetados como “degenerados” o “enfermos”, colocándolos en la imperiosa necesidad de adoptar hábitos solitarios como la masturbación, incluso a veces de forma exagerada y por demás desordenada.

Los jóvenes no saben cómo manejar su energía personal, precisamente porque desconocen el mecanismo de los primeros impulsos sexuales que les revoluciona todo el sistema endócrino y hormonal que se les despierta de manera acelerada, se vuelven rebeldes, inconformes, retadores, groseros, altaneros, soberbios e insoportablemente chantajistas, mostrando en sus actitudes muy obvias, la presencia secreta de su descomunal energía sexual mal dirigida y mal canalizada.

Cuando el joven entra a la etapa de la pubertad, suele tomar las cosas muy a pecho en materia de enamoramiento, sus sentimientos se vuelven enfermizos, caprichosos y obsesivos, creen que el primer amor es el verdadero, y que les durará toda la vida. Se entregan a él con una convicción tal, que no hay poder humano que los haga desistir de sus propósitos.

Todo esto hace sufrir mucho a los chicos en su conflicto emocional con idilios o arrobamientos por el sexo, vistiéndolo o etiquetándolo de amor. Para los adolescentes, esa etapa se vuelve un verdadero caos cuando no saben cómo actuar en su primer escarceo o reto frente la pareja de la que se han enamorado, su mundo se torna en una verdadera confusión.

Empiezan las lágrimas, los suspiros, las preocupaciones, las escapaditas de casa, los desvelos dándole vueltas al mismo asunto sin encontrar una salida. A los chicos y chicas les da por leer o escribir versos, poemas y cartas de amor. Idealizan al amor en la persona que les atrae sexualmente, sin imaginar siquiera que se trata sólo de una pasajera y simple pasión, derivada de sus energías personales en acción.

De allí que nacen para multitud de problemas protuberantes, tanto para los chicos como para los padres, que no supieron educar sexualmente a sus hijos en el momento en que debieron hacerlo. Las chicas se vuelven hurañas, desobedientes, irascibles, les gusta aislarse de la familia, no atienden ni entienden sus obligaciones y deberes. Todo su mundo gira alrededor de su príncipe azul y no hace más que desear estar a su lado.

Los chicos por su parte, también se desesperan con verdaderas ansias locas pensando en el momento de volver a estar frente a la princesa de sus sueños, incluso algunos no esperan demasiado y se cuelgan del teléfono allí mismíto por horas enteras escuchando la voz de su amada y disfrutando ambos íntimamente las delicias de sus más profundas sensaciones, exquisitamente sensuales y sexuales.

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¿Por qué y para qué la educación sexual?

Dos preguntas importantes que merecen atención por separado: El por qué... Nos lleva a la conclusión de que la sexualidad es un derecho humano. Nuestros hijos tienen derecho a ejercer su sexualidad pero de manera ubicada y responsable.

El para qué... Atribuye muchos factores de riesgo que deben ser evitados a tiempo. En primer lugar un adolescente bien informado de su sexualidad, jamás se atrevería a embarazar a su chica ni por accidente. Prevención es vida dicen, y enseñar a nuestros hijos a protegerse con un buen condón, también evitará enfermedades de transmisión sexual e infecciones de tipo venéreo como el VIH por ejemplo, entre otros.

No se debe olvidar que la piel y las manos son los órganos quizás más sensoriales del ser organismo humano, y que la educación sexual en las escuelas sólo puede ser una extensión de la que nuestros hijos deben recibir primero en el hogar por derecho humano.

¿Ustedes qué opinan amigas?
Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.

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